«No hay condiciones fiscales para dar un ingreso universal»
El coronavirus puso en pausa muchos proyectos en materia social que se habían prometido en campaña y dio lugar a un masivo vuelco de recursos para contener la demanda alimentaria, que alcanzó a un cuarto del país. Daniel Arroyo ya gastó el 131% del presupuesto del Ministerio de Desarrollo Social. Y aunque reconoce que la pobreza va a aumentar este año, pondera: «Los primeros días de la pandemia todos me preguntaban cuándo iba explotar el conurbano y si iban a haber saqueos. Eso no pasó».
El diálogo con LA NACION, el ministro de Desarrollo Social descarta que el Gobierno vaya a implementar un «ingreso universal», como trascendió. «La Argentina no tiene condiciones fiscales en este momento», reconoce, y señala que ahora el Estado debe cubrir «un ingreso que vincule al empleo y articule lo informal con lo formal».
-Con la pandemia, 11 millones de personas necesitaron alimento, un cuarto de la Argentina ¿Hoy está bien cubierta esa demanda?
-Sí, claramente. Hubo un aumento presupuestario fuerte, porque al 31 de julio gastamos $70.000 millones en asistencia alimentaria y ya ejecutamos el 131% del presupuesto anual del ministerio. Está bien cubierto, pero hay un problema de calidad nutricional. Hay muchos fideos y harinas y arroz y poca leche, carne, frutas y verduras.
-Fernández remarcó hace algunos días la necesidad de lograr «equilibrio fiscal» ¿Se está agotando la billetera del Estado y hay que ajustar? ¿O hay que recaudar más?
-El Presidente dijo que «primero vamos a empezar por los últimos» y fue real, objetivamente hubo un gran vuelco de recursos a los que más necesitan. Se está trabajando en el Congreso un proyecto de un aporte de las grandes fortunas y a mí eso me parece de toda razonabilidad. Hoy es necesario un mayor equilibrio.
-¿A qué niveles proyectan que llegará la pobreza en el índice de septiembre?
-Previo a la pandemia había 40% de pobreza en general, 50% de pobreza en los niños y 40% de trabajo informal. Esos eran mis datos para empezar a trabajar. Hoy objetivamente la pobreza y la desocupación han aumentado. Pero el único que puede medir pobreza técnicamente y oficialmente es el Indec
-¿Se disparó la pobreza?
-Yo no quiero dar proyecciones, prefiero esperar al Indec.
-Entonces, a pesar de haber volcado tantos recursos, se corrió de atrás a la pobreza…
-Lo que ha pasado es que la caída de la actividad económica fue muy fuerte. Pero es a nivel mundial, porque países que no tenían casi índices de pobreza, ahora tienen. El Estado estuvo a la altura y contuvo la situación social. Los primeros días todos me preguntaban cuándo iba explotar el conurbano y si iban a haber saqueos, y eso no pasó. Ahora tenemos que estar a la altura para la reconstrucción. Hoy el ministerio destina 90% a la asistencia alimentaria y 10% a planes de trabajo. Yo aspiro a que hacia fin de año sea 50% y 50% y que el año que viene el eje central sea el trabajo.
-Después de varios meses se reencontró la Mesa contra el Hambre ¿Qué propuso el sector privado?
-Hay empresas que plantean una ley con un tributo para ayudar a los comedores, otros hablan de apoyo a la agricultura familiar, para que pequeños productores sean parte de la cadena productiva. Ahora la Mesa contra el Hambre va a tener tres comisiones de trabajo. Una de cobertura alimentaria, porque suponemos que hay unos 10.000 comedores y el objetivo es descentralizar los fondos para que el comedor mueva la economía del lugar. Una segunda comisión será sobre calidad nutricional. Y una tercera sobre producción de alimentos, ahí es donde entran las empresas. El sector privado está a la altura.Todos coincidimos en qué cosas no pueden suceder en la Argentina y el hambre es unaDaniel Arroyo
-¿Qué instrumento reemplazará al IFE en la salida de la pandemia?
-El IFE 3 se está pagando ahora con un cronograma hasta septiembre. Estamos evaluando distintas alternativas para el después, la verdad es que no hay nada definido.
-¿Habrá un ingreso universal para todos los argentinos, como planteó Fernández en algún momento?
-El debate del ingreso universal es mundial, lo puso en marcha España, por ejemplo. Pero la Argentina no tiene condiciones fiscales en este momento para llevar adelante un ingreso universal. La salida de la política social tiene que estar en el plan Potenciar Trabajo, en el ingreso de base para quienes no lo tienen y en la urbanización para 4000 barrios populares, que es una política a diez años.
-Usted dijo: «Debemos generar un empalme que devenga en renta universal». ¿A qué se refería?
-Hay personas que no pueden trabajar por falta de mercado, hay personas que no pueden trabajar por falta de capacitación y hay personas que están más lejos, por un problema de salud o de adicciones, por ejemplo. Debe haber un ingreso de base asociado a trabajar, a capacitarse en oficios y a terminar la secundaria. Un ingreso de base que vincule con el empleo y articule lo informal con lo formal.
-Algunos referentes creen que ese tipo de planes laborales son «trabajo precarizado» y un «ingreso de miseria»…
-Es que el salto de calidad es que la persona que tiene un plan social, manteniendo ese plan, dé un salto hacia el empleo. Con Potenciar Trabajo, la persona cobra de este ministerio la mitad de un salario mínimo, pero cuando el sector privado o público lo contrata para algo, le completa ese ingreso. Y hay que darle una cuenta bancaria para enlazarlo con la formalidad, para que pueda facturar sus trabajos. El Ministerio de Desarrollo Social tiene que ser como las inferiores de un club, mi tarea es reconstruir la movilidad social ascendente.
-Algunos movimientos sociales y gremios propusieron crear un fondo fiduciario de $750.000 millones anuales que impulse la creación 4.000.000 de puestos de trabajo ¿Qué le pareció la propuesta?
-La conozco, la leí y la conversé. No estoy en condiciones de evaluarlo desde el punto de vista de la posibilidad fiscal, pero sí estoy de acuerdo con el espíritu, porque apuntan a la vinculación con el trabajo, a la urbanización de los barrios populares y la desconcentración territorial en el país. En la década del 40 las personas migraban al conurbano para ser operarios de la industria automotriz. Hoy el que migra lo hace para estar cerca de un hospital, una escuela o una changa.
-Juan Grabois dijo que hay una oleada de toma de tierras y que se irá agravando ¿Coincide?
-La tomas de tierras tienen muchas situaciones diferentes. La urbanización y la desconcentración tiene que ser la política para resolver las tomas de tierras. No puede el ministerio encarar un programita, hay que hacer cambios estructurales profundos.
-¿Lo atribuye a una cuestión social o delictiva?
-Yo convivo todo el tiempo con el dolor y creo que hay todo tipo de situaciones, de verdad. Más politizadas, menos politizadas, algunas vinculadas a hechos delictivos, otras que no.
-Muchas de las compras de alimentos secos que hizo este ministerio quedaron desiertas o se hicieron parcialmente ¿Cuál es la dificultad para concretar esas compras?
-La compra de alimentos por parte del ministerio es solo una de cinco líneas que tenemos para la asistencia alimentaria, de hecho es el componente más pequeño. El criterio hoy son los precios máximos y que cada empresa pueda ofertar por el 5% del total, para tener varios proveedores pequeños. La última compra fueron más de 8 millones de kilos. Lo que no se compró fue por un tema de precios, pero igualmente la compra fue de un volumen muy grande.
-¿Qué fue lo que sucedió con aquella compra con la que se adquirieron alimentos muy por encima de la lista de precios máximos? ¿Hubo corrupción?
-La compra no se hizo, se anuló. A partir de allí cambiamos los procesos con el tope de los precios máximos y la descentralización de proveedores. Hoy hay una investigación judicial en curso. Hubo funcionarios que presentaron renuncias y les fueron aceptadas.
-El Gobierno se propuso en campaña como uno de sus objetivos principales combatir el hambre. Ahora que están jugando adentro de la cancha, ¿en qué medida cree que ese problema se puede resolver en cuatro años?
-En la Argentina no puede haber hambre porque es un país que produce alimentos. Tampoco puede haber malnutrición. Vamos a trabajar muy fuertemente y va a ser una política de Estado. Estoy convencido de que lo vamos a lograr porque en la Mesa contra el Hambre hay muchos actores sociales y está sentada la oposición. Todos coincidimos en qué cosas no pueden suceder en la Argentina y el hambre es una. Y no puede esperar una década, tiene que ser en mucho menos tiempo.
Por: Maia Jastreblansky
Fuente: La Nación