La leyenda de Gardel: el último vuelo del Zorzal

El accidente de 1935, en Medellín, que le costó la vida al cantor, dio lugar a especulaciones de todo tipo; el esclarecimiento de la tragedia no empequeñece la dimensión del músico

Por Mauro Apicella

Todo lo relacionado a la vida de Carlos Gardel encierra algún tipo de misterio. Las grandes estrellas del espectáculo tenían (hasta la aparición de las redes sociales) ese velo de enigma que las cubría. Se estableció como fecha de su nacimiento el 11 de diciembre, pero nunca quedó claro el año ni el lugar (Francia o Uruguay). Por eso es que hay, al menos, dos teorías sobre su país de origen. Tampoco quedaron totalmente esclarecidas las causas del accidente que se llevó su vida, en 1935, en Medellín.

Gardel -Carlitos, el Zorzalcriollo, el mito, la leyenda, el que cada día canta mejor- sigue vigente por esa magia que es exclusividad de aquellos que se convirtieron en clásicos, más allá del paso del tiempo y de los datos formales. En 2020 se cumplen 85 años de su muerte y 130 de su nacimiento, si se toma como referencia aquella partida de nacimiento encontrada en Toulouse, que indica que fue en esa ciudad francesa donde nació, el 11 de diciembre de 1890, como Charles Romuald Gardés.

Hace 85 años: el avión trimotor Ford matrícula F-31, ya destruido

Con el comienzo del siglo XXI se conocieron varias investigaciones en torno al nacimiento y la muerte del cantor nacional. El argentino Juan Carlos Esteban escribió junto a los franceses Georges Galopa y Monique Ruffié el libro El padre de Gardel, que hace foco en la vida de Paul Lasserre (quien habría sido su padre) y presenta la partida de nacimiento de Gardel. Además, en su publicación aportan información sobre la vida de Berthe Gardes, madre soltera del cantor, y de su llegada a la Argentina, cuando el futuro prodigio de la canción tenía 3 años.

Lo que vino con los años fue una consagración artística que nunca encontró su techo. Que solo fue interrumpida por la muerte. Gardel había salido desde Buenos Aires el 7 de noviembre de 1933, en barco, y nunca regresó. Puso rumbo a Europa y luego hacia los Estados Unidos, donde su labor no estaría tan concentrada en los escenarios sino en el cine. Más tarde, comenzó una gira por América Latina. Colombia fue uno de esos destinos. La historia, la lineal y (por decirlo de algún modo) objetiva, terminó el 24 de junio de 1935, en el aeródromo de Medellín. A las 15.05 de ese día dos aviones chocaron en la pista de aterrizaje. Y ese día se apagó la vida del Zorzal Criollo. Desde el pasto crecido que obstaculizaba la visión y la responsabilidad tripartita (los dos pilotos y el banderillero), hasta una gran conspiración tramada entre compañías aéreas y un disparo dentro de la aeronave que transportaba a Gardel, las causas del accidente siempre tuvieron varias teorías. Incluso algunas verdaderamente disparatadas.

Durante los primeros años del nuevo siglo el aviador e ingeniero aeronáutico Comodoro Luis Eduardo Ortiz, que en ese momento era el jefe del Departamento de Previsión e Investigación de Accidentes de la Fuerza Aérea Argentina, realizó un minucioso análisis del informe pericial realizado por una comisión de especialistas el 1º de febrero de 1936.

El avión trimotor Ford matrícula F-31 de la empresa Servicio Aéreo Colombiano (SACO) en el que viajaban Gardel y sus acompañantes (entre los que se hallaban Alfredo Le Pera y los guitarristas del cantante) rodó hasta la cabecera sur del aeródromo, iniciando la carrera de despegue. Este, en un principio, fue normal, pero luego la trayectoria de la aeronave tuvo un brusco desvío a la derecha, chocando con el otro avión Ford, de la empresa Sociedad Colombo Alemana de Transportes Aéreos (Scadta), denominado Manizales, que esperaba a un costado de la pista, aproximadamente a 75 metros del eje de ésta.

Eduardo Ortiz realizó un estudio muy detallado y brindó esta conclusión a LA NACION: «En definitiva, el accidente se debió al desvío de la trayectoria de despegue y el choque con otra aeronave estacionada próxima a la pista. Durante la carrera de despegue, el piloto perdió el control de la aeronave, a causa de la corrección por la componente transversal del viento e irregularidades en la superficie de la pista (debidas tal vez a las lomitas levantadas por los arreglos del drenaje), que provocaron el despegue momentáneo del tren de aterrizaje del suelo».

Y en torno a un supuesto disparo dentro de uno de los aviones, señaló: «La pericia original sólo menciona la existencia de una pistola de señales, pero en el avión Manizales, no en el que viajaba Gardel». El excelente análisis de Ortiz contó con el aval de datos técnicos y un inventario bastante preciso: «El ascenso de los pasajeros y las tareas de alistamiento del avión de Gardel fueron normales. Según algunos testimonios, sin embargo, la aeronave estaba ligeramente sobrecargada y con el centro de gravedad atrasado por la ubicación de dos valijas muy grandes pertenecientes a Gardel y cintas de una película en la parte trasera del compartimiento de pasajeros del F-31».

Al momento del impacto, los aviones se incendiaron y en ese instante murieron los tripulantes y la mayoría de los pasajeros. Hubo dos que fueron atendidos y fallecieron más tarde por las heridas. En total fueron 17 personas. En el avión donde viajaba Gardel también murieron Guillermo Barbieri, Alfredo Le Pera, José Corpas Moreno, Alfonso Azzaf, Ángel Domingo Riverol, Ernesto Samper Mendoza (el piloto), el radiooperador Willis Foster, Celedonio Palacios (empresario chileno) y Henry Swartz (promotor de espectáculos).Algunas opiniones indican que el viento y el peso que llevaba, muy cerca del límite permitido no le permitieron al F-31 levantar vuelo fácilmente y evitar la tragedia

Punto final, el libro que publicó Carlos Bueno Correa, en Colombia, en 1985, recopila testimonios de los testigos del accidente. En su texto el autor infiere que la pista era ancha y al piloto, Ernesto Samper Mendoza, no le gustaba carretear por el centro porque decía que el mejorado que le habían hecho no era bueno. Ese día decidió hacer el despegue carreteando por el borde derecho de la pista (una especie de colectora o de carril paralelo). El avión Manizales, de Scadta, comandado por Hans Ulrich Thom, se acercó a la pista para esperar su turno de despegue.

Algunas opiniones indican que el viento y el peso que llevaba, muy cerca del límite permitido (dato también mencionado por Ortiz en su investigación) no le permitieron al F-31 levantar vuelo fácilmente y evitar la tragedia. También se dijo que la aeronave se habría desviado y provocado el choque. Sin embargo, según el testimonio del banderillero, eso no fue cierto. Antonio Arango declaró: «Ernesto Samper […] colocó el avión no en la pista central, sino en la lateral oriental, que llamamos pista blanda o de emergencia. […] El avión Manizales invadió la ruta que traía al F-31, interceptándola, por cuyo motivo me di cuenta del peligro. Pero como se ve que el F-31 venía levantándose del suelo pensé que podría elevarse lo suficiente para pasar por encima del otro. Sin embargo, se produjo el choque. […] Yo no observé que el F-31 se desviara a ninguno de los lados de la ruta que tomó desde el principio», dice en el folio 41 del primer cuaderno de los testimonios.

De las declaraciones de los testigos ante la justicia colombiana, que durante un tiempo permanecieron en secreto de sumario, es posible suponer que un abundante sembrado de caña de maíz obstaculizara la visión de Thom. Por ese motivo el piloto habría adelantado unos quince metros la aeronave para observar la ubicación del F-31, sin sospechar que el otro piloto preferiría hacer el despegue por el borde de la pista y no por el centro, según era lo habitual. Y así terminó la vida de Gardel y nació la leyenda del hombre que «cada día canta mejor».

Cinco imprescindibles de Mariano Mores

Tangos de colección del pianista y compositor

Cuartito azul

Fue su primer gran éxito. Y tiene el plus de haber sido autobiográfico porque el título refiere a la habitación de una pensión donde vivió cuando era joven. El tango, que lleva letra de Mario Battistella, fue estrenado en 1939 por Ignacio Corsini. Cuenta la evocación de Mores luego de haber dejado aquel cuartito azul. Allí había llegado para estar cerca de la casa de su novia Myrna, quien luego fue su esposa.

Gricel

«No debí pensar jamás en lograr tu corazón y sin embargo te busqué hasta que un día te encontré y con mis besos te aturdí sin importarme que eras buena». Cuanta pasión en los versos de esta letra que José María Contursi escribió en 1942. Claro, hablaban de sí mismo. De una relación prohibida (la que mantuvo con Susana Gricel Viganó) que luego de muchos años fue más fuerte e incluso se legalizó con el casamiento. La música es una de las joyas de Mores. Hasta Luis Alberto Spinetta hizo una versión.

En esta tarde gris

Está ligada a Gricel. José María Contursi la escribió un año antes, en 1941. Se puede suponer, ya desde el comienzo, que sus palabras están dedicadas a la misma persona: «Qué ganas de llorar en esta tarde gris. En su repiquetear la lluvia habla de ti. Remordimiento de saber que por mi culpa, nunca, vida, nunca te veré». Y la música de Mariano Mores es la mejor amalgama para ese sentimiento tan profundo del letrista.

Cristal

El tango no solo dio grandes «binomios» de cantores y orquestas. También hubo inspirados binomios de letristas y compositores. José María Contursi y Mariano Mores fue uno de ellos. En 1944, luego de lo éxitos «En esta tarde gris» y «Gricel» estrenaron «Cristal», «Más frágil que el cristal fue mi amor junto a ti. Cristal tu corazón, tu mirar, tu reír».

Uno

Las melodías de Mores también acompañaron la reflexión sobre el ser y su existencia. El gran poeta en ese rubro fue Enrique Santos Discépolo. Con él escribió dos tangos que son ineludibles al momento de armar un cancionero esencial con la música de Buenos Aires: «Uno» y «Cafetín de Buenos Aires».

Por: Mauro Apicella