Entrevista; Eduardo Sacheri, el autor de «El secreto de sus ojos»
Habla de cómo vivió la cuarentena y por qué no opina de política.»Escribir no me arregla la vida, pero me la emparcha.
Eduardo Sacheri participó de una conferencia de prensa virtual organizada por estudiantes del Posgrado en Periodismo de Investigación de Editorial Perfil y la Universidad del Salvador (USAL).
Habló sobre la construcción de sus personajes y adelantó detalles de la novela que se publicará en junio del año próximo, ambientada en los años ochenta. “El fútbol es un mundo que recorrí bastante literariamente, dejé de lado y sentí que valía la pena volver, tal vez por última vez, a tomarlo para una novela”, aseguró.
El escritor afirmó que no habla de política públicamente para no ofender ni ser ofendido. A la vez que contó cómo vive la cuarentena, luego de haber postergado su gira internacional para presentar Lo mucho que te amé, su último libro. “Escribir fue casi esconderme del mundo que me estaba resultando absolutamente angustiante y asfixiante”, dijo Sacheri en el Ciclo de Entrevistas a cargo de Rodrigo Lloret, director de Perfil Educación. —¿Cómo construye a sus personajes? —Cuando escribo una novela puede pasar que elija un punto de vista más bien coral basado en numerosos personajes, o un personaje definitivamente protagónico.
Por ejemplo, La noche de la usina, que le dio origen a La odisea de los giles, no sólo tiene muchos personajes, sino que todos son igual de importantes, a diferencia de la novela Lo mucho que te amé.
Ahora bien, una vez que decido centrarme en un protagonista, en un punto de vista, lo importante es cuánto lo voy conociendo a medida que lo construyo. Cuanto más lo conozco, mayor es la compenetración con él, y, cuando se da esa metamorfosis, la historia queda mejor construida, y mejor la paso yo como autor.
En Lo mucho que te amé, usted narra en primera persona la vida de la protagonista, sus deseos femeninos y contradicciones. ¿Cómo fue la experiencia de interpretar a Ofelia? —En este caso yo sabía que quería escribir una novela mucho más íntima e introspectiva.
Porque en una historia de amores prohibidos, de morales en discusión y supervisiones familiares muy opresivas, las mujeres tuvieron que soportar cosas mucho peores que los tipos. Por lo tanto, el personaje de Ofelia me resultó mucho más interesante que, por ejemplo, aquellos de La noche de la usina. Ofelia me desafió con una enorme metamorfosis. Uno como autor se involucra al escribir, y, lo más provechoso, divertido y catártico, es esto de ser otra persona más allá de la clase social, de la edad o del género, como en este caso, cruzar a la perspectiva femenina.
—¿De qué trata su nueva novela? —Está ambientada en 1983, en una enorme escuela secundaria muy parecida a la mía y sus protagonistas son chicos de 15 años. La historia está vinculada con la vida de estos adolescentes en esa escuela, en la época todavía muy confusa y contradictoria del final de la dictadura, y el fútbol tiene un lugar importante. El fútbol es un mundo que recorrí bastante literariamente, dejé de lado y sentí que valía la pena volver, tal vez por última vez, a tomarlo para una novela. Se publicará en junio del año próximo, eso está ya definido. —¿Cómo es el proceso creativo durante la cuarentena? —Yo este año no tenía pensado ponerme a escribir porque me iba a pasar el año de gira por América Latina y España, presentando mi último libro Lo mucho que te amé. Cuando me vi encerrado como todo el mundo, y muy conectado con diarios, radio y redes sociales, me fui cargando de sentimientos negativos vinculados con los enfrentamientos, los autoritarismos, las solemnidades, las falsas epopeyas. Entonces terminé aprovechando la cuarentena un montón para la nueva novela. En este caso, escribir fue casi esconderme del mundo que me estaba resultando absolutamente angustiante y asfixiante.
—¿Qué siente al ver sus novelas llevadas al cine? —Es una mezcla de sensaciones. Por un lado, es muy estimulante y me genera una gran alegría porque le da a mis libros un nuevo espaldarazo y una nueva oportunidad de llegar a mucha más gente por la masividad que tiene el cine. Por otro lado, tiene un costado de extrañeza porque nunca la traducción visual se corresponde exactamente con lo que uno tiene en mente, los rostros, las locaciones, las circunstancias que suceden de un modo diferente. Es algo nos pasa a todos, y a mi también con las adaptaciones de mis novelas. Y eso que me involucré en la escritura de los guiones junto con los directores, la primera vez con Campanella para El secreto de sus ojos, trabajamos así y se instaló como costumbre, con Taratuto para Papeles en el viento, y con Borensztein para La odisea de los giles. —¿Cuál de esas películas cree que estuvo mejor lograda de acuerdo a lo que usted escribió en sus novelas? —No sé si puedo establecer alguna. En las tres estuve involucrado y me sentí muy bien recibido en el trabajo en conjunto, lo cual no significa que no haya cosas que yo hubiera hecho de otro modo. Cuando como escritor acepto participar de la adaptación, sé que el capitán del barco es el director. Eso implica que propongo y sugiero, pero si colisiona con la mirada de éste, la que va a prevalecer es la suya. Eso está bien y es una de las reglas del juego. —Usted es un reconocido hincha de Independiente, pero en El secreto de sus ojos se hace referencia a la pasión por Racing. ¿Por qué se eligió a su eterno rival?
—La idea que había detrás de esa escena era destacar cómo nuestras pasiones se nos imponen, y cuán esclavos somos de ellas. El protagonista tenía que ser hincha de alguno de los cinco grandes, para hacerlo más verosímil. Como hacía referencia a jugadores desconocidos, descartamos a River y Boca por su masividad. Luego descartamos a San Lorenzo, porque la idea era grabar en la cancha del equipo, y no teníamos manera de reproducir el Viejo Gasómetro. Entonces, nos quedaban Independiente y Racing. Al momento de tener que construir a este asesino, golpeador de mujeres, violador, miembro de la Triple A, no quería que fuera hincha de mi club. La verdad es una estupidez porque hay gente buena y gente mala en todos los clubes. Por eso y por la eliminación de candidatos terminó siendo Racing. —¿Cuál fue la obra literaria que más lo marcó? —A los siete u ocho años leí Robinson Crusoe y La vuelta al mundo en ochenta días, dos libros que me volaron la cabeza. En la adolescencia, donde creo que uno como lector tiene ese equilibrio de frescura por un lado y de madurez por el otro, el autor que me marcó más profundamente, y tal vez más me transformó, fue Cortázar. No sus novelas, sino sus cuentos, que me siguen pareciendo maravillosos. —Cada vez más jóvenes quieren dedicarse a la escritura, ¿qué consejo les daría? —En un punto está bien que si sentís el deseo de escribir lo hagas. Creo que es importante que uno tenga en claro para qué escribe, si es porque le hace bien me parece que la escritura es algo absolutamente legítimo. Ahora bien, si tu meta es convertirte en un escritor publicado y exitoso para vivir de eso, ahí sí me atrevería a decir que estas casi condenándote a la frustración porque es extremadamente dificultoso. Yo confío en metas más modestas, cercanas y, si se quiere, más existenciales que profesionales. Si se dan ambas, mejor. —¿Usted por qué escribe? —Siento que el ser humano está todo el tiempo sometido a tratar de entender la vida y no la entiende, o la entiende fugazmente y rápidamente pierde el sentido, y eso nos genera angustia, confusión, duda y tristeza. Me parece que hacer cualquier forma de arte, producirla o consumirla, es una manera de intentar restablecer ese sentido. La experiencia artística nos pone en sintonía con algo profundo, que nos armoniza de alguna manera. Yo siento que escribir me permite eso: escribir no me arregla la vida pero me la emparcha. Y ése no me parece un mal negocio. —En Twitter se define como un creyente de los valores republicanos, de las instituciones y de la ley. ¿Cree que el gobierno de Alberto Fernández los representa? —Públicamente prefiero no extenderme demasiado para no ser ofensivo con la gente que no piensa como yo, y no ser agredido, o sea ni ofender ni ser ofendido. Sí me parece que uno de los motivos más profundos de la perpetua decadencia argentina es nuestra enorme dificultad para sostener entre todos un sistema y bancarnos lo que nos gusta y lo que no nos gusta. —Le agradecemos su participación en el Ciclo de Entrevistas organizado por estudiantes de Periodismo de Perfil y lo invitamos a cerrar la entrevista con un comentario que usted quiera realizar. —Les agradezco la compañía que me hicieron y lo delicados que fueron con las preguntas, espero que les haya sido útil. Les dejo un abrazo y espero cruzarlos en alguna otra oportunidad por el mundo de los medios. Camila Graciano y Cecilia Degl’Innocenti Estudiantes de Periodismo Posgrado en Periodismo de Investigación Perfil-USAL.
Fuente: Perfil.