A cien años de su nacimiento, un viaje al universo libertario de Clarice Lispector
Novelista, cuentista, periodista y traductora, Lispector se convirtió en una de las escritoras más importantes en lengua portuguesa del siglo XX y de las más leídas en la Argentina.
Con una obra atravesada por un «no estilo» que plasmó en novelas, cuentos, libros para niños e innumerables crónicas periodísticas, Clarice Lispector se convirtió en una de las escritoras más importantes en lengua portuguesa del siglo XX y de las más leídas en la Argentina y, a días del que sería su cumpleaños número 100, continúa siendo reeditada, traducida y estudiada en todo el mundo.
Novelista, cuentista, periodista y traductora, Lispector nació en la aldea ucraniana Chechelnik el 10 de diciembre de 1920, pero su familia dejó Ucrania al año siguiente y después de un intenso viaje, Pinjas y Mania Lispector lograron instalarse junto a sus tres hijas, en 1922, en el puertito de Maceió, ubicado en el Nordeste brasilero.
Sus primeros años
A sus cinco años, Clarice llega con su familia a Recife, capital del Estado de Pernambuco, también en el Nordeste y de la que se apropió. Allí aprendió la lengua portuguesa, esa en la que pensó, soñó, proyectó y a través de la cual expandió las capacidades de habitar lo cotidiano.
Después de la muerte de su madre -cuando ella tenía 10 años-, su padre viajó con sus tres hijas Tania, Elisa y Clarice a Río de Janeiro, ciudad en la que se consolidó su vínculo con la lectura y la escritura, y en la que se dispuso a estudiar Derecho.
Su obra
A los 23 años publicó «Cerca del corazón salvaje», que había escrito a los 19 -aunque en varias oportunidades contó que comenzó a escribir ficción a los 7- y por la que recibió el premio Graça Aranha como mejor novela. Ese mismo año se casó con el diplomático Maury Gurgel Valente, a quien conoció mientras estudiaba en la universidad, y comenzó una vida familiar que la llevó a compartir destinos internacionales sin dejar nunca de lado su vínculo con la escritura.
Lispector no se dejó atrapar por convenciones ni etiquetas, estableció una intervención única y personal sobre el lenguaje que puede encontrarse en los libros de cuentos «Algunos cuentos», «Lazos de familia», «La legión extranjera», las novelas «La pasión según G.H.», «Agua viva» «La lámpara» o «Para no olvidar».
En nuestro país se editaron, bajo el título «Queridas mías», las cartas que se escribía con sus hermanas Tania y Elisa entre 1940 y 1957, durante su estadía como periodista en Río de Janeiro hasta Washington, su último destino diplomático.
Sus crónicas se difundieron en dos tomos «Revelación de un mundo» y «Descubrimientos», ambos por el sello Adriana Hidalgo, con textos que escribió para el «Jornal do Brasil» entre fines de los años sesenta y comienzos de los setenta.
Con 40 años educó a sus hijos Paulo y Pedro, dejó un marido diplomático en Europa y los mantuvo con traducciones y crónicas que escribía para distintos periódicos, en algunos casos firmando con seudónimos como Teresa Quadros o Ilka Soares.
Fue por sus hijos que llegó a escribir literatura infantil. Su hijo Paulo le pidió una historia y así nació «El misterio del conejo pensante», pero ese no fue el único libro dedicado a sus hijos y pensado para niños lectores, ya que también fue autora de «Casi de verdad», «La mujer que mató a los peces», «La vida íntima de Laura» y «Cómo nacieron las estrellas doce leyendas brasileñas».
Representante de la literatura latinoamericana que sigue siendo leída en todo el mundo, la autora de «La hora de la estrella» tiene numerosos y fieles lectores en Argentina, donde fue publicada por editoriales como Corregidor, Cuenco de Plata y Adriana Hidalgo, y tiene su homenaje cada diciembre cuando se realiza «La hora de Clarice».
Se trata de un evento que se realiza como emulación del Bloomsday -el homenaje que se celebra en honor a Leopold Bloom, personaje principal de la novela «Ulises» de James Joyce, todos los 16 de junio por las calles de Dublín- y que en la Argentina tuvo su correlato desde 2013, en el Museo del Libro y de la Lengua, con una actividad que forma parte de un conjunto de propuestas gratuitas que retoman los ejes del universo de Lispector.
Este año se trasladará a la cuenta de Instagram de la editorial Corregidor que congregará a Silvia Hopenhayn, Gonzalo Aguilar, Eugenia Zicavo, Flavia Pittella, Carmela Pérez Morales, Constanza Penacini, Mario Cámara y Florencia Garramunño para realizar una lectura y charla en homenaje a la autora de «Lazos de familia».
Además en el canal de YouTube de la editorial habrá dos charlas sobre su obras: una a las 14, con Florencia Garramuño, Márgara Russoto, desde Italia, y la venezolana Eleonora Cróquer Pedrón; mientras que a las 16, conversarán Griselle Merced Hernéndez, desde Puerto Rico, Laura Cabezas y Macarena Mallea, desde Chile.
«Yo solamente me considero escritora en el momento exacto en que estoy escribiendo. Fuera de eso, no me sentí nunca obligada a pertenecer a una escuela o estar al día con determinadas obras», le dijo al periodista Eric Nepomuceno en una entrevista para la revista Crisis publicada en 1976.
Para la misma revista la reporteó María Esther Gilio y allí habló de su forma de trabajo, de ese proceso en el que tomaba notas de las ideas que se le iban ocurriendo: «Me viene una idea y la apunto. Al otro día la traspongo al libro. Pero por supuesto -contó- la mayoría de las cosas que aparecen en mis libros se me van ocurriendo a medida que escribo. Escribir para mí es una manera de entender. Escribiendo comprendo».
A Gilio, que la entrevistó en su departamento en Río de Janeiro, le confesó que no le gustaba dar entrevistas y le entregó un trabajo de Renato Carneiro Gómez llamado «Texto Montaje» en el que ella respondía a varias preguntas. Sin embargo, en 1977, en São Paulo, accedió a ser entrevistada por el periodista Julio Lerner para su programa Panorama y ese archivo se convirtió en la única nota televisiva a la célebre escritora.
En esa oportunidad, Lispector volvió sobre esa forma de trabajo, esas anotaciones que sostenía mientras creaba una historia: «Cuando estoy escribiendo algo, anoto a cualquier hora del día o de la noche, cosas que me vienen. Lo que se llama ‘inspiración’. Ahora, cuando estoy en el acto de concatenar las inspiraciones, ahí me veo obligada a trabajar diariamente».
Al momento de tener que elegir un trabajo suyo al que le tuviera más cariño, la autora nombró: «El huevo y la gallina», sobre el que aseguró que seguía siendo un misterio para ella, y «Mineirinho», sobre un bandido que «murió con trece balas cuando una sola bastaba, que era devoto de San Jorge y tenía una novia».
«Me dio una revuelta enorme y escribí eso», le dijo a Lerner sobre el trabajo por el que explicó que se convirtió en ese joven llamado Mineirinho al ser masacrado por la policía: «Cualquiera que hubiera sido el crimen de él, una bala bastaba. El resto era voluntad de matar. Era prepotencia».
Esa Clarice que respondía con firmeza, contundencia y frases cortas en un estudio de televisión ya tenía escrita la que sería su novela póstuma «Un soplo de vida», una historia que adelantaba que aún tenía nombre pero se debatía entre trece títulos posibles.
Lispector murió en Río de Janeiro el 9 de diciembre de 1977 a los 56 años en la víspera de su cumpleaños, a causa de un cáncer de ovarios, y dejó una obra que convoca a explorar historias sobre las formas en las que se entrelazan los lazos y la posibilidad de vivir la literatura para narrar nuevos mundos.
Fuente: https://www.telam.com.ar/notas/202012/537862-clarice-lispector-aniversario-literatura.html