Así afecta la sal a tus huesos

Un factor importante para cuidar nuestros huesos es reducir el sodio de la dieta. Ya que si tomamos mucha sal, eliminamos más calcio por la orina y cuanto más calcio excretemos menos cantidad llegará al organismo para reconstruir las células óseas.

Debido a que el calcio es importante para la fortaleza de los huesos, demasiada sal puede provocar un debilitamiento de los huesos que degenerará en osteoporosis. Todo ello teniendo en cuenta que en el caso de las mujeres posmenopáusicas, ellas tienen un mayor riesgo de sufrir osteoporosis debido a la disminución de estrógeno que experimentan, que normalmente protege la densidad ósea.

Al mismo tiempo, una presión arterial alta causada por una dieta rica en sal también puede aumentar el riesgo de osteoporosis al aumentar la velocidad a la que se pierde calcio de los huesos. Mientras que dos estudios científicos probados en animales, demuestran que una concentración elevada de sal favorece el desarrollo de enfermedades como la esclerosis múltiple y la artritis reumatoide.

Así afecta la sal a tus huesos

Ante este escenario, a una dieta baja en sodio, se suma la posibilidad de aumentar la ingesta de calcio para proteger nuestros huesos. En este sentido, un estudio de la Universidad Creighton de Omaha apreció que, con ingestas de calcio reducidas a los niveles recomendados actualmente o por encima de ellos, no hay ningún efecto perjudicial de las ingestas de sal sobre la economía de los huesos o del calcio, ya que los aumentos adaptativos de la absorción de calcio compensan el aumento de la pérdida urinaria. Es probable que esta compensación sea incompleta con ingestas bajas de calcio. Hay datos probatorios limitados que sugieren unos efectos equivalentes de conservación ósea por la restricción de sal o el aumento de la ingesta de calcio. De forma que la estrategia óptima para proteger el esqueleto consiste en garantizar una ingesta suficiente de calcio y potasio.

Reducir el consumo de sal

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no sobrepasar la barrera de los 5 gramos diarios de sal (una cucharilla de café), y en caso de tensión arterial alta, o riesgo de enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y cardiopatía coronaria reducirla por debajo de los 2 gramos al día. Las personas con osteoporosis o con riesgo de padecerla deben asegurarse de mantener su ingesta de sal por debajo del máximo recomendado de 5 gramos al día. Esto se puede lograr mediante cambios simples, como consumir menos alimentos procesados ​​y revisar las etiquetas de los productos antes de comprarlos. El consumo de productos lácteos bajos en sal, como la leche, también ayudará a mantener la masa ósea. A ello podemos sumar un aumento de vitamina D, zinc y cobre.

El sodio es un mineral, un electrolito que cumple una importante función en el organismo, interviniendo en el mantenimiento del correcto equilibrio de los líquidos corporales y resultado esencial en la generación y transmisión del impulso nervioso.

Hay que reconocer que este nutriente no tiene demasiada fama, pero es importante insistir en que es necesario tomarlo, pero siempre en las cantidades apropiadas, porque su exceso supone un riesgo para la salud ya que puede acabar provocando un incremento en la tensión arterial, algo especialmente peligroso en personas que ya son hipertensas, quizá sin saberlo.

Los riesgos del exceso de sal en las comidas

¿Cuánto sodio debe tomar una persona mayor?

El sodio se encuentra de manera natural en numerosos alimentos y, además, lo tomamos cada vez que añadimos sal común (cloruro sódico) a cualquier comida. También se ‘esconde’ en multitud de alimentos procesados. Es la ingesta total de sodio que pueden proporcionarnos estas tres posibles fuentes lo que resulta muy poco beneficioso para la salud, sobre todo a medida que se cumplen años y si se padece alguna patología cardiaca o renal.

Determinar una cantidad exacta que resulte saludable es complejo porque dependerá de las necesidades de cada organismo y de la presencia de alguna enfermedad que aconseje reducir su consumo. La Organización Mundial de la Salud (@OMS_es) recomienda, en el caso de los adultos, no superar la ingesta de 2 gramos de sodio al día (unos 5 gramos de sal). Este es un dato básico de referencia, pero hay que insistir en que, en determinados casos, la ingesta tendrá que ser menor siguiendo una dieta hiposódica que proteja del riesgo que supone la hipertensión para la salud cardiovascular, una patología que afecta al 68% de las personas mayores de 60 años.

Lograr que el organismo cuente con la cantidad justa de sodio que requiere su buen funcionamiento depende del diseño de una dieta personalizada, que en ocasiones requerirá rebajar su ingesta hasta los 1 o 1,5 gramos, como medida de salud y de prevención de accidentes cardiovasculares. Los expertos coinciden en que eliminar totalmente la sal de la dieta en edades avanzadas, sin que exista patología que así lo aconseje, no es una medida recomendable en todos los casos, por las funciones básicas que cumple el mineral en el organismo. Hay que recordar que gran parte del sodio se elimina a través de la orina y que también pueden surgir patologías derivadas de su deficiente presencia.

El exceso del sodio en la dieta puede ser perjudicial para la salud

Consecuencias en la salud renal y cardiovascular

Evitar añadir sal a las comidas, sustituyéndola por especias y aromáticos aliños, es una práctica sencilla para no sobrepasar la ingesta de las cantidades de sodio recomendables. Del mismo modo, limitar el consumo de alimentos procesados, como los embutidos o los snacks, también contribuye a lograr esa reducción esencial cuando de ello depende la propia salud.

La Sociedad de Endocrinología y Nutrición recuerda que el principal efecto de una dieta que incluya un exceso de sodio es la hipertensión, que puede incrementar el riesgo de sufrir un ictus, una hemorragia cerebral, un infarto de miocardio, una insuficiencia cardiaca o una retinopatía, entre otras graves dolencias. En este sentido, es importante recordar la importancia de mantener un adecuado control periódico de la tensión ya que, son muchos los casos de personas que sufren esta enfermedad ‘silenciosa’ sin haber sido diagnosticada.

También las personas que padecen insuficiencia renal en alguno de sus estadios deben controlar especialmente la ingesta de sal, junto al de otras sustancias, a través de una dieta específica. No hay que olvidar que los riñones se encargan de filtrar todos los elementos que ya no resultan útiles para el organismo, para que así puedan ser expulsados mediante la orina.

En caso de enfermedad renal y también si se sufre cirrosis hepática el control del sodio en la dieta, limitando al mínimo su consumo (y en algunos casos suprimiéndolo totalmente) es una medida esencial de prevención para frenar en lo posible el avance de estas patologías. Por último, entre los posibles efectos negativos de la ingesta excesiva de sal, algunos estudios apuntan a que esta práctica podría estar relacionada con un incremento del deterioro cognitivo.

Si no existen enfermedades previas, optar por una alimentación equilibrada, basada en productos frescos en la que los vegetales tengan especial protagonismo y no olvidar la práctica regular del necesario ejercicio son medidas sencillas para mantener el sodio y sus consecuencias negativas bajo control. No llevar, por norma, el salero a la mesa, es una forma fácil de cuidarte y de ganar salud.

Fuente: https://www.65ymas.com/afecta-sal-tus-huesos_20992_102.html