Desnutrición en personas mayores

La desnutrición es una de las condiciones que más preocupan a quienes cuidan a personas mayores. Aunque las cifras sobre frecuencia difieren según los criterios que se empleen para definirla, se trata de un problema muy habitual que se traduce en un aumento de la fragilidad y dependencia de los ancianos. Prevenirla o detectarla a tiempo es prioritario para mejorar su salud .

Diversos estudios han constatado una mayor prevalencia de desnutrición en las residencias de ancianos, llega al 30-40 por ciento de los ingresados.

“La prevalencia de desnutrición establecida en alrededor del 25-30 por ciento de la población mayor de 75 años”. En población “institucionalizada y hospitalizada de esta edad, puede incrementarse hasta un 44-65 por ciento”.

Principales causas y factores de riesgo

Entre las patologías que entrañan un mayor riesgo de que los mayores desarrollen desnutrición destacan las siguientes:

Al margen de la presencia de patologías, tal y como apunta López Mongil, el problema puede estar causado –o agravarse- “por problemas relacionados con la boca, como dentaduras en mal estado”.

Signos de alarma

La desnutrición se puede tratar de forma eficaz y su control es esencial para mejorar el pronóstico de muchas de las patologías que afectan al paciente mayor. El propio interesado o quienes lo cuiden deben prestar atención a las siguientes señales de alerta:

  • Disminución de la ingesta en el último mes.
     
  • Pérdida de peso no intencionada en los últimos meses.
     
  • Pérdida de masa muscular. Una forma de apreciarla es observar si tiene los brazos o las pantorrillas más delgados.
     
  • Pérdida de fuerza en el músculo. Intentar ver si tiene menos fuerza para agarrar o levantar algo de peso.
     
  • Mayor cansancio al realizar actividades de la vida diaria como caminar o levantarse de la silla.
     
  • Tendencia a toser o atragantarse al comer o beber.
     

Ante estos signos de alerta hay que acudir al médico, que lo primero que preguntará es el peso habitual de esa persona. Por eso, no está de más hacer mediciones habituales a primera hora de la mañana y con poca ropa. Asimismo, el facultativo se interesará por la talla para poder determinar el índice de masa corporal (IMC), que consiste en dividir el peso (expresado en kilos) entre la estatura (en metros) elevada al cuadrado.

En términos generales, se considera que “las personas de más de 70 años con un IMC inferior a 22 están desnutridas”, apunta López Mongil. El diagnóstico del problema es más complejo, pero la geriatra considera que este es un “dato sencillo que da una idea muy acertada”.

¿Cómo se puede prevenir?

Unos buenos hábitos de alimentación pueden contribuir a prevenir la desnutrición en las personas mayores. Higuera recomienda “realizar al menos 4 comidas al día”, que deben ser “equilibradas e incluir alimentos que aporten energía, proteínas, vitaminas y minerales”. Asimismo, es conveniente vigilar tanto la ingesta de agua como el tránsito intestinal.

La nutricionista afirma que la dieta de un anciano sano “no debe diferir en gran medida de la del adulto”. Se calcula que precisará algo menos de calorías y mayor porcentaje de esa energía en forma de proteínas pero, “en general, el patrón de dieta mediterránea es el idóneo”.

Un aspecto que se debe valorar es “la tolerancia a grandes cantidades de lactosa, pues es natural desarrollar cierta intolerancia en esta época de la vida”.

El resto de pautas alimenticias se resumen en el consumo de legumbre tres veces a la semana, dar prioridad al pescado (el azul, 2-3 veces a la semana) y el huevo sobre la carne, incluir frutos secos naturales todos los días (si es preciso, triturados), consumir al menos un lácteo fermentado al día (sin azucarar), dar prioridad a los cereales integrales y tomar mucha verdura y fruta.

Una vez diagnosticado el problema, ¿cómo se trata?

El tratamiento dependerá de la causa de la desnutrición. Por eso, lo primero será tratar la patología de base que esté produciendo el problema. Si el afectado tiene disfagia, será necesario modificar la textura de los alimentos para que pueda tragarlos.

Muchos mayores consumen gran cantidad de fármacos. “Es importante que el médico revise qué medicación toma el afectado porque a veces hay algún medicamento que es la causa de que deje de comer”, precisa la geriatra. Además, se deberá procurar que la persona “tome menos de cinco medicamentos a la vez”.

En cuanto a la toma de suplementos nutricionales, las dos expertas coinciden en señalar que nunca debe hacerse sin el concurso de un profesional cualificado. “El uso de suplementos orales solo está indicado en casos de riesgo alto de desnutrición, así como para el tratamiento de la desnutrición establecida”, apostilla la nutricionista.

Como en toda intervención dietética, el ejercicio físico también constituye una pieza clave frente a la desnutrición. Su práctica ayudará a mitigar la pérdida de fuerza muscular, por lo que se recomiendan, sobre todo, ejercicios de fuerza y de resistencia. También pueden ser útiles los de flexibilidad y equilibrio.

Fuente: https://cuidateplus.marca.com/familia/mayores/2019/02/10/senales-alerta-desnutricion-personas-mayores-169608.html