Mafalda, la partera que vendía bebés

“Nueve mil millones de pesos. Eso pagaron por mí”. Así de rápido va al grano Soledad Carrillo al conversar con Clarín sobre la historia que atraviesa su vida. Nació en 1977 y fue una de las tantas que vino al mundo en la clínica clandestina de Mafalda de Journade, en la ciudad de Córdoba. Su mamá, Ana, murió desangrada luego de dar a luz. La recién nacida, con pocos días de vida, fue vendida por Mafalda a una familia por una suma de dinero que, en aquellos años, alcanzaba para comprar una casa.

La historia de Soledad es una, pero no la única que conduce a la clínica de Mafalda. Por la muerte de su mamá condenaron a la partera a cinco años de prisión. Hoy, muchas víctimas de Mafalda buscan su verdadera identidad.

¿Quién era María Mafalda Espina de Journade?

Nació en 1926 en la ciudad de Villa María. Fue criada por dos de sus tías abuelas que eran famosas parteras en la zona. Siguiendo ese ejemplo, se formó en Córdoba como “obstétrica”, profesión que otorgaba matrícula para oficiar partos. Aunque se recibió en 1963, existen registros de que mucho antes ya realizaba partos en su clínica, ubicada en la calle México al 100, en el barrio General Paz. Actualmente ahí ya no queda nada relacionado a Mafalda. Ahora es una casa de familia.

La psicóloga María Gracia Iglesias, que trabaja en el área de Identidad biológica de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, encabezó una investigación para reconstruir la historia de Mafalda. Desde 2014 acompaña a la agrupación “Herman@s y madres del alma”, que reúne a supuestas víctimas de la partera. Según sus registros, obtenidos a partir de las partidas de nacimiento firmadas por Journade, Mafalda actuó entre 1959 y 1991.

“Si bien tenemos certezas de que trabajó en la ilegalidad hasta su muerte -falleció en 2012-, no encontramos documentos firmados por ella después de que uno de sus crímenes llegó a la Justicia, en 1977”, agregó Iglesias. La especialista encontró una explicación para esto: “Luego de ser condenada y estar en prisión, se cuidó mucho de poner su firma”.

¿Cuál era el negocio de Mafalda? Según Iglesias, realizaba abortos clandestinos y también partos. “Durante más de tres décadas lo único que hizo fue dedicarse al tráfico de niños y a los abortos. No ayudó a nacer a niños para dárselos a sus madres, sino para robárselos”, aseguró. “De entrada tenemos el primer delito cometido por esta mujer, que es la supresión de identidad. Ella firmaba una partida de nacimiento que decía ‘este niño es hijo biológico de tal y tal’ y eso no era verdad”, explicó.

La partera Mafalda de Journade. Estuvo cinco años presa

Marcelo Núñez, referente en Córdoba de hijos que buscan su identidad, logró rearmar parte de la historia de Journade a partir de más de 200 entrevistas que hizo a personas que buscan su origen biológico. “Mafalda era una solucionadora de problemas”, dijo a Clarín. Y contó que las “soluciones” que daba la partera iban desde hacer abortos, hasta quitarles los hijos a madres que supuestamente no los querían para entragárselos a familias que sí los querían.

“A la mamá que acababa de parir le decía que su hijo había nacido muerto, y a la familia que se lo vendía le decía que la madre biológica no lo podía criar. Ella le decía a los padres apropiadores que el dinero que les cobraba no era por la venta del niño, sino por los gastos que había tenido en la internación y parto de la madre”, contó Nuñez.

Marcelo, que busca su origen biológico desde hace más de 40 años, recalcó la diferencia entre una adopción de una apropiación. Mientras que lo primero se trata de una vía legal para criar a niños en una familia no gestante, lo segundo refiere al robo de la identidad biológica de esas personas que son alejadas de sus padres al nacer y entregadas a otros para que los críen. “Se apropian no sólo de vos, sino de tu identidad”, explicó.

Sobre la forma en la que trabajaba Mafalda, Núñez aseguró que no lo hacía sola, sino que tenía una red clandestina que operaba para el tráfico de niños. “Tenía mujeres que iban por las maternidades o clínicas buscando a chicas menores de edad embarazadas y susurrándoles al oído que las podían llevar a un lugar mejor, donde si ellas querían nadie se iba a enterar de que habían sido mamás. Ahí las tenían hasta que parían y después les sacaba el hijo”, relató. Incluso, contó que Mafalda “llegó a pegar carteles en la Terminal de Córdoba que decían ‘se necesita empleada cama adentro, ofrecemos comida y sueldo. Preferentemente que esté embarazada’”.

Fachada. Acá funcionaba la clínica clandestina de Mafalda. Ahora es una casa de familia.

Fachada. Acá funcionaba la clínica clandestina de Mafalda. Ahora es una casa de familia.

“Hasta tenía una red de camioneros que le traían chicas embarazadas del norte o del sur del país, o que llevaban niños de Córdoba a diferentes puntos de Argentina. Era un mecanismo muy aceitado”, reconstruyó Núñez a partir de su investigación.

«¿Y sabés por qué nunca nadie la pudo frenar? Porque toda la vida trabajó para los poderes políticos, judiciales y legislativos. Cada vez que iba a ser detenida, llamaba a un juez y lo amenazaba con contar que había hecho abortar a su hija. Mafalda era intocable, porque si abría la boca caían muchos. Todos en algún momento habían ido a pedirle un favor a ella”.

La única denuncia que la llevó a la cárcel

Ana Beatriz Piñero fue a parir a su cuarto bebé a la clínica de Mafalda de Journade el 15 de mayo de 1977. Su hija, Soledad Carrillo, contó a Clarín que después de que su madre dió a luz, sufrió una complicación de salud porque había quedado placenta dentro de su cuerpo. Una vecina vio cómo unas personas se la llevaban de la casa en muy mal estado, llamó a la Policía y denunció a Mafalda. Ana murió por mala praxis en el parto y eso fue lo que llevó a Journade a la cárcel.

“Mafalda tenía arreglos con los militares y con la policía. Cuando se hizo el pedido de captura por mala praxis, la policía le avisó a Mafalda y ella se fugó a Buenos Aires. Unas semanas después lograron capturarla y la llevaron a juicio por la muerte de mi mamá”, relató Soledad.

Los padres biológicos de Soledad. Ana murió por mala praxis en el parto. A él le dijeron que su beba también había muerto.

Los padres biológicos de Soledad. Ana murió por mala praxis en el parto. A él le dijeron que su beba también había muerto.

“Eso fue una desgracia con suerte, porque gracias a ese juicio yo pude encontrar a mi familia biológica, porque es el único registro que hay. Lamentablemente mis hermanos del alma (en referencia a la agrupación creada para unir a víctimas de Mafalda) no tienen ningún registro porque cuando Mafalda se fugó quemó todos los papeles que había en la clínica”, agregó la mujer.

Mafalda fue llevada a juicio por mala praxis pero la carátula de la causa fue “aborto”. ¿Por qué? Según explicó Soledad, fue parte de la estrategia de Mafalda cuando la llamaron a declarar. “Mafalda dijo entonces que mi madre recurrió a ella para hacerse un aborto. ¿Pero cómo una persona va a pedir un aborto cuando está en la fecha a término de embarazo?. Además, la autopsia revela que efectivamente mi mamá dio a luz, y que no hubo aborto sino mala praxis porque le dejaron placenta dentro del cuerpo”, relató Soledad.

“Tras la autopsia, Mafalda se vio acorralada y ahí su abogado le aconsejó decir la verdad para que le bajen la pena. Así fue que ella declara explícitamente: ‘Ana Beatriz Piñero dio a luz a María Soledad, yo se la entregué a la familia Antich Carrillo y ellos me entregaron (por ella) la suma de 9 mil millones de pesos’. Todoquedó registrado en el juicio. Confiesa que hubo una transacción económica por mi persona y aun así no la condenaron por trata”, agregó Soledad, mostrando una copia del expediente al que tiene acceso permanente.

Afiches. Muchas víctimas de Mafalda siguen buscando su verdadera identidad.

Afiches. Muchas víctimas de Mafalda siguen buscando su verdadera identidad.

“El expediente que tengo es el único registro del accionar de Mafalda. Gracias a que ella declaró con nombre y apellido a quiénes me había entregado yo pude encontrar a mi familia biológica”, indicó Soledad.

“La condena terminó siendo por aborto y la Justicia hizo la vista gorda tanto a la venta del bebé como a la falsificación del certificado de nacimiento y de defunción”, agregó Iglesias, a cargo de la investigación para reconstruir la historia de Mafalda. El certificado de nacimiento estaba falsificado porque allí figuraban los padres apropiadores como biológicos. La partida de defunción, en tanto, fue alterada porque decía que la causa de la muerte de Ana había sido un paro cardíaco y no por la infección causada a partir de la mala praxis.

Mafalda fue condenada a cinco años de prisión. Estuvo en la cárcel entre junio de 1977 y agosto de 1980. Debía terminar su condena en 1982 pero fue liberada antes por buena conducta. Por la muerte de Ana, le inhabilitaron la matrícula de obstétrica durante 10 años. De igual manera, según explicó Iglesias, después de esta condena no volvió a firmar partidas de nacimiento aunque siguió atendiendo en su clínica. Por esto, indicó la experta, siguieron apareciendo casos de chicos vendidos por Mafalda después de su condena, pero con partidas firmadas por otros profesionales.

Soledad: “Yo me enteré a los 5 años que había sido adoptada. Pero no me contaron la totalidad de la historia”.

Soledad: “Yo me enteré a los 5 años que había sido adoptada. Pero no me contaron la totalidad de la historia”.

“Tenemos testimonios de gente que estaba con ella en prisión, y sabemos que dormía en una habitación Vip, con televisión, aire acondicionado, nos contaron también que no compartía la comida en el comedor con todas las reclusas, sino que ella cenaba y merendaba en su habitación. Estamos hablando de una impunidad terrible, una oscuridad total. Todo esto lo sabemos porque fuimos investigando y porque, además, tenemos los testimonios de otras parteras que trabajaban con ella. Era una red interminable”, detalló Soledad.

Por otra parte, Iglesias registró también otras detenciones previas de Mafalda, aunque más cortas: “La detuvieron al menos tres veces durante 1970 y 1972, por pocos días, acusada de abortos. En diciembre de 1976 hubo un allanamiento en su clínica y fue demorada por dos semanas. La condena más larga fue la de 1977, aunque no la cumplió totalmente”.

Soledad y su hermano mayor. /Foto Daniel Cáceres Archivo Clarín

Soledad y su hermano mayor. /Foto Daniel Cáceres Archivo Clarín

Soledad y la búsqueda de su identidad en una tarjetita amarillenta

“Hubo un arreglo con el juez, por eso le dieron una sentencia tan corta, y por eso yo seguí a cargo de la crianza de mis apropiadores. Una cosa de locos. Cuando ya se había probado que a mí me habían vendido el juez consideró que ‘bueno esta bebé ya está con esta familia, que se quede con esta familia’”, contó Soledad.

En el juicio a Mafalda, la Justicia supo que Soledad no era hija biológica de la familia que la estaba criando. Y supo también que esa familia en realidad había pagado nueve mil millones de pesos por ella. Sin embargo, no la restituyeron a su familia de origen. En ese mismo juicio, la familia apropiadora supo quién era la verdadera madre de la niña.

"Mafalda me vendió por el valor de una casa. Ahora sé toda la verdad". Foto Javier Cortéz

«Mafalda me vendió por el valor de una casa. Ahora sé toda la verdad». Foto Javier Cortéz

A Soledad la reclamó su familia biológica en cuanto su mamá murió. «Pero a mi papá le dijeron que yo había muerto también». Así, Soledad creció con la familia Carrillo, sin tener idea de la historia que la había traído al mundo. “Yo me enteré a los 5 años que había sido adoptada. Pero no me contaron la totalidad de la historia”, relató a Clarín.

En su adolescencia comenzaron las dudas sobre su verdadera identidad: “Fue una época en la que muchos hijos de desaparecidos en la dictadura estaban buscando su origen biológico. Como yo nací en el año 1977, fui a Abuelas de Plaza de Mayo para hacerme un ADN. Los resultados fueron negativos: no era hija de desaparecidos”.

La curiosidad por saber su verdadero origen volvió con fuerza cuando quedó embarazada.  “Cuando vas al obstetra ¿cuáles son las preguntas del médico?: si tu papá y tu mamá son diabéticos, si tienen problemas coronarios, cuáles son los antecedentes clínicos, etc. Y ante todas las preguntas, mis respuestas eran: no sé nada. Entonces ahí me cae la ficha de que tenía que seguir buscando mi origen biológico no sólo por mí, sino por mis hijos. Tenía que saber de dónde había venido a este mundo porque también se trataba de la identidad de mis niños”, relató.

El primer lugar para averiguarlo fue su propia casa: “Le insistí tanto a mi madre apropiadora hasta que finalmente me dio una tarjetita amarillenta, vieja, toda rajada, en la que estaban los datos de Mafalda. Mi mamá me dijo que esa partera era quien me había entregado, pero que era lo único que sabía. Que todo lo demás lo había hecho mi padre, que ya estaba muerto”, agregó.

Enseguida, Soledad fue a un cyber y puso en Google los datos de Mafalda. «Al hacer  ‘enter’ descubrí todo ese horror. Me encontré con un monstruo, con una catarata de denuncias de trata de niños”, recordó.

Entre los artículos en Internet, encontró también a la agrupación Herman@s y madres del alma. Los contactó por Facebook y llegó a María Gracia Iglesias, quien la acompañó en todo su proceso de búsqueda hasta llegar a la verdad.

Juntos. Los cuatro hermanos.

Juntos. Los cuatro hermanos.

El reencuentro con la familia biológica y los ojos de mamá

Luego de tomar contacto con la agrupación Herman@s y madres del alma y compartir con ellos su historia, Iglesias ayudó a Soledad a encontrar su origen biológico. “Cuando yo estaba con mi primer embarazo casi a término (en 2015), me llamaron del juzgado federal para darme el expediente y decirme que habían ubicado a mi familia. Lo primero que hice fue pedir que me digan dónde estaba enterrada mi mamá. Ese mismo día salí de la fiscalía y me fui al cementerio San Vicente. Ver allí a mi madre fue como cerrar mi historia, como chocarme con la realidad de lleno y decir: ‘esto me pasó a mí, esta es mi verdad’”, relató Soledad.

A la primera que conoció fue a su tía, Laura Piñero, hermana mayor de Ana: “Al verme me dijo que era idéntica a mi mamá -comentó emocionada- En ese mismo encuentro llamó por teléfono a mi hermano de sangre, Daniel, y le dijo que venga para conocerme. Y así descubrí que de ser hija única con la familia Carrillo pasé a ser la menor de los cuatro hermanos Piñero. Somos todos iguales. Es impresionante el dominio de la genética. Todos de ojos claros”, describió.

Y dijo que con su hermano Daniel son carne y uña. «Las primeras palabras que le dije fueron: ‘te veo y me veo, tenés los ojos de mamá’. Es tremendo, no nos conocíamos, no nos habíamos visto nunca, pero los dos nos vimos y fue como si hubiéramos pasado toda la vida juntos. Es algo tan inexplicable lo que sentís, o es ese ADN que tenés grabado, que no sé cómo decírtelo. Es una sensación que realmente no la podés medir ni explicar con palabras”.

Actualmente, Soledad -que se gana la vida como profesora de peluqueras- tiene relación con toda su familia biológica. “¡Ya soy tía abuela!”, contó conmovida. “Yo con treinta y pico de años pasé de ser hija única, de no saber mi historia, a conocer a mis padres, a conocer mi origen, a enterarme de que tengo hermanos, sobrinos y hasta sobrinos nietos. A mí se me agrandó la familia de un día para el otro y más agradecimiento y felicidad en el cuerpo no puedo tener por todo esto”, agregó.

Soledad conoció a su familia biológica en noviembre de 2015. Ese mismo año, el 31 de diciembre, invitó a todos a pasar Año Nuevo a su casa. “Toda la familia Piñero estuvo en mi casa. Fue increíble, una experiencia que jamás la voy a olvidar y que marcó definitivamente mi vida”, relató. «Tenemos un grupo (de WhatsApp) y nos escribimos absolutamente todos los días. Con mi hermano Daniel no pasamos más de tres días sin vernos”.

Por estos días, la lucha de Soledad está en el DNI. Quiere cambiarse el nombre y apellido. Desea agregarse el nombre “Ana”, en honor a su madre, y cambiar su apellido: Carrillo por Piñero.

“Yo escuchaba llorar a mi hijo mientras me decían que había nacido muerto”

Las denuncias y las historias de bebés a los que Mafalda les robó su identidad se multiplican en cada relato. Pero también hay casos en los que las propias madres son las que alzan su voz al contar lo que vivieron en la clínica clandestina de Journade.

Es el caso de Marcela, una madre del interior de Córdoba, que sufrió en carne propia el robo de su hijo recién nacido el 11 de noviembre de 1991. «Yo fui a verla porque quería hacerme un aborto, pero luego me arrepentí», admitió.

“Tenía 24 años y estaba de novia con un chico que me había engañado. No podía tener al bebé soltera porque mi papá era muy chapado a la antigua. Entonces, en el transcurso de mi embarazo, fui y volví con la idea de abortar, al mismo tiempo que iba y volvía con el que era mi novio”, recordó Marcela a Clarín. Y agregó que cuando la pareja definitivamente se rompe, ella ya estaba de más de cinco meses. “En ese estado fui a Mafalda a pedirle que me haga un aborto. Ella me dijo que con el embarazo tan avanzado, no podía hacérmelo. Entonces me estiró y me estiró para que llegara a una fecha en la que pudiera dar a luz al bebé”.

En la búsqueda. Integrantes de la agrupación Hermanos y madres del alma

A los ocho meses de embarazo, Mafalda le indujo el parto: “Yo no entendía nada. Era chica y muy ignorante. Yo creía que se trataba de algún tipo de aborto, de verdad no sabía lo que significaba inducir un parto”. Finalmente, el 11 de noviembre a la tarde, Marcela da a luz a un varón. “Yo escuchaba llorar a mi hijo mientras me decían que había nacido muerto”, recordó con dolor.

“Cuando yo lo veo nacer, el bebé larga un llanto, me doy vuelta, me levanto rápido de la camilla y lo veo. Era un varón, una belleza. No te imaginás lo gordo y sano que se veía”, contó. Y allí apareció el instinto de madre: «Comencé a rogarle a Mafalda que me diera a mi hijo, no te imaginás cómo le rogué. Yo ya le había pagado, pero lo único que quería era irme de ahí con mi hijo”, relató la mujer.

Mientras Marcela escuchaba cómo lloraba su bebé (se lo habían llevado a otra habitación para higienizarlo), Mafalda le decía que el niño estaba muerto. “La enfermera estaba ahí. Ante mi insistencia y desesperación por mi hijo, Mafalda le dice a la enfermera: ‘tráeme esa bolsa negra de residuos que está allá, para que ella vea que su niño está muerto‘. Y ahí empecé a llorar y preferí no verlo. Hijas de puta, me hicieron creer que estaba muerto”, recordó con tristeza.

“Pero yo te juro que lo escuché llorar. Lo sacaron, lo lavaron y lo llevaron a donde tenían que llevarlo. Pero en mi cabeza jamás me habría imaginado lo que en realidad pasó. Te digo la verdad, yo por mucho tiempo creí que estaba muerto. Pero hace un par de años, cuando sale a la luz la agrupación Herman@s y madres del alma y cuentan todo lo que hacía Mafalda, até cabos y me di cuenta de que lo más probable era que mi hijo hubiera sido vendido”, rememora.

“Algo dentro mío, algo de madre, me decía que estaba vivo. Entonces empecé a buscar, y hasta hoy yo sé que mi hijo está acá en la tierra. Mi hijo está vivo, yo lo sé”, agregó. Según sus cálculos, su hijo (que actualmente debe tener 29 años) fue vendido en San José de la Dormida, un pueblo del interior cordobés: «Creo eso porque al día siguiente que nació mi bebé, Mafalda viajó a ese lugar».

Soledad, en la cruz de su mamá.  Foto Javier Cortéz

Soledad, en la cruz de su mamá. Foto Javier Cortéz

Mafalda de Journade murió en junio de 2012. Y se llevó a la tumba los datos de aquellos bebés vendidos al nacer. Hoy son muchas las personas que buscan su identidad robada en aquella clínica de la calle México (los registros de Herman@s y madres del alma habla de cientos). Y hay madres que investigan, hasta donde pueden, para saber qué pasó con los hijos que les fueron arrebatados al parir, bajo el engaño de que estaban muertos. Los escasos registros de la época dificultan la tarea de búsqueda, pero las víctimas de Mafalda no bajan los brazos. Todos, en algún punto, sueñan con descubrir su historia y reencontrarse con esa parte perdida de sus vidas.

Fuente: https://www.clarin.com/sociedad/hablan-hijos-robados-mafalda-partera-vendia-bebes_0_Pnfu2B6Js.html