Luis Federico Leloir, un Nobel humilde

Cómo los hago trabajar! –reflexionó el doctor Luis Federico Leloir mientras nuestro fotógrafo (Mario Paganetti) multiplicaba las tomas en las que luego pudimos observar al Premio Nobel de Química 1970 en su austero laboratorio y esbozando una sonrisa fugaz que le quitaba años.

También nosotros recordamos épocas lejanas en las cuales otro premio Nobel, el doctor Bernardo Houssay, perseguido políticamente en 1948, recibía a la prensa en un modesto laboratorio de la calle Costa Rica, rodeado por sus fieles colaboradores Eduardo Braun Menéndez y el propio Leloir.

Federico Leloir en la ceremonia de entrega de su Premio Nobel de Química en 1970. / Archivo Clarín

Federico Leloir en la ceremonia de entrega de su Premio Nobel de Química en 1970. / Archivo Clarín

–¿Trabajar en esas condiciones precarias (como lo hicieron ustedes al comienzo) no les provocaba una tremenda sensación de impotencia?

–No, no. De ninguna manera. Supongo que eso era cumplir con la vocación. Lo de que los inconvenientes favorecen la iniciativa del hombre es una novela. Las dificultades traen desgaste…

Corría 1981 y nos interesaba ubicar a nuestro país en un contexto mundial:

Magdalena recuerda su entrevista con Luis Federico Leloir

Magdalena recuerda su entrevista con Luis Federico Leloir

–¿Cómo está la Argentina (con relación a otras naciones) en el ámbito de la investigación?

–Depende con quién nos comparemos –reflexionó Leloir–. Por supuesto que la respuesta es diferente cuando se trata de los Estados Unidos o de otros países latinoamericanos. Hoy estamos retrasados también en otras cosas. Hemos tenido épocas en las que parecía que el progreso se daría en forma constante pero, luego, siempre ha sucedido algo que nos ha obligado a detenernos…

–¿Cuáles fueron esas épocas buenas?

–Yo diría que podríamos hablar de la presidencia de Aramburu y de parte del período de Frondizi… Fueron tiempos favorables para la ciencia y, también, para la Universidad.

–Pero (insistíamos nosotros) ¿a qué puede atribuirse el hecho de que en un país como el nuestro no exista la amplitud de miras como para que la ciencia y su desarrollo sean una prioridad?

Luis Federico Leloi, trabajando en el laboratorio. / Archivo Clarín

Luis Federico Leloi, trabajando en el laboratorio. / Archivo Clarín

Leloir reflexionó:

–Yo creo que somos muy intolerantes. Nos falta capacidad como para admitir que haya personas que piensen en forma distinta a la nuestra. Por eso cuando llegamos al Poder echamos a los que no están de acuerdo con nosotros. En otros países se mantienen los cuadros y los cambios se dan en otra forma… .

–¿Es deseable que el Estado intervenga en el mundo científico?

 –Mire, en los países con buena ciencia, el Estado cada vez tiene una mayor participación. En cierta época, en los Estados Unidos, fundaciones como Rockefeller, Carnegie, Ford, eran casi las únicas que daban dinero para investigación. También apoyaban a la ciencia en otros países. Recuerdo que en nuestro viejo laboratorio de la calle Julián Álvarez le pedimos a la Rockefeller una centrífuga refrigerada y nos la dieron. Gracias a ella pudimos hacer gran parte de nuestros trabajos iniciales. También estas Fundaciones ayudaron a la creación del Centro de Investigaciones Agrícolas de México. De allí salieron las variedades de trigo que posibilitaron la llamada “revolución verde”.Pero, después, todo cambió… Cuando fui al Hospital de Clínicas y me puse a trabajar en Fisiología, cada vez pasaba más horas en el Laboratorio. Se puede decir que allí empecé realmente a dedicarme a lo que, luego, sería mi vida…

–Pero, doctor, el trabajo de laboratorio no es ingrato?

Leloir permaneció unos minutos pensativo.

–Doctor (insistimos), ¿investigar produce algún tipo de felicidad? ¿Es usted muy exigente consigo mismo?

Aún recordamos el silencio. Finalmente, el Premio Nobel argentino, con la modesta sonrisa con que nos había recibido, respondió humildemente: “Por ahora sólo quisiera saber más…”

Fuente: https://www.clarin.com/viva/magdalena-ruiz-guinazu-encuentro-luis-federico-leloir-nobel-humilde_0_9_gB5TeCS.html