Alfonsina Storni, al teatro

Alfonsina Storni, revisitada con aciertos en «El amo del mundo». Francisco Lumerman realizó un trabajo de intervención y actualización que apela a distintos recursos para dejar en pie la potencia y los textos del original escrito hace casi 100 años.

01-11-2021

El amo del mundo, Alfonsina Storni en el escenario de Colegiales

El actor y dramaturgo Francisco Lumerman es el responsable de la puesta de «El amo del mundo», un inteligente y logrado trabajo de intervención y actualización que apela a distintos recursos para dejar en pie la potencia y los textos del original de Alfonsina Storni, escritos hace casi 100 años.

La puesta, que tiene a Paula Ransenberg y Lautaro Delgado Tymruk como cabezas de elenco, se puede ver de jueves a domingos a las 20 en Teatro Regio (avenida Córdoba 6056).

La obra de Alfonsina, casi desconocida en la literatura teatral argentina, tiene una serie de rasgos particulares, ya que fue la única pieza teatral que escribió para adultos y sufrió, además, un accidentado estreno en el Teatro Cervantes en 1928, donde estuvo en cartel apenas tres días antes de bajar definitivamente de escena, con lapidarias críticas de la prensa especializada y hegemónica del momento.

«Si uno se pone en el contexto, Alfonsina está absolutamente adelantada a su tiempo, las cosas que dicen los personajes en ‘El amo del mundo’ ahora nos pueden parecer habituales pero en esa época claramente eran de avanzada, el texto pone en juego cuestiones muy polémicas para su época sobre temas como el matrimonio, la maternidad y el rol de la mujer. Creo que eso lo pagó Alfonsina», comenta a Télam Francisco Lumerman, artífice de la puesta en el Regio.

El autor de «El amor es un bien» y uno de los ideólogos y motores de Moscú Teatro agrega que, «aun cuando los textos de ella tienen discursos que tranquilamente podrían ser actuales y que contienen algo poderoso, yo no quería hacer una obra de museo, porque sentía que ciertas tensiones argumentales de ‘El amo del mundo’ ya estaban caducas y que no iban a mover al espectador como podría haberlo hecho esa obra 100 años atrás».

Para mantener el original, o parte del original, de Alfonsina intocado, Lumerman realiza dos operaciones centrales: en un principio transforma a «El amo del mundo» en un ensayo de «El amo del mundo», donde una compañía de teatro comercial actual va a representar la obra en una ciudad del Interior.

Por otro lado, abre las puertas a la escenificación del artificio teatral, montando la escenografía a medida que el relato se desarrolla -subiendo y bajando puertas y paredes a través de roldanas y poleas-, de modo tal que el espectador asiste a ese mundo teatral invisibilizado y subterráneo que subyace en toda puesta pero del que no tiene noticias.

«Lo que me interesó con los actores que ensayan fue cruzar el texto de Alfonsina con la actualidad para ver qué ecos de esas problemáticas subsisten, y esta idea apareció a partir de un texto de ella que encontré en mi investigación», relata Lumerman.

«Hay un ensayo -continúa- donde ella cuenta intimidades del montaje de ‘El amo del mundo’, cosas como que el director no entendía la obra, que la primera actriz garantizaba que iba a hacer una protagonista simpática o que uno de los roles del elenco estaba jugado por la sobrina de un crítico del diario La Nación».

«Ahí -remarca Lumerman- vi la posibilidad de ver el montaje de esa obra en la actualidad y de alguna manera jugar también con cómo se construye la ilusión teatral».

Desde lo argumental, el recurso de Lumerman es plantear a la pareja protagónica de la obra como un matrimonio en crisis entre la prima donna y el actor principal, también dueño de la compañía, que releen y sufren los avatares del texto original en sus propias vidas.

«Esos dos elementos centrales -asegura el dramaturgo- fueron los que me dieron la posibilidad de intervenir la obra y entablar desde ella un diálogo con la actualidad».

Télam: Hablás también de las distancias de época y de la necesidad de acortarla.

Francisco Lumerman: A veces me pasa con las obras de época o clásicas que siento que aparece una distancia y muchas veces las puestas no se terminan de hacer cargo de eso. Me parece que si no te hacés cargo de esa distancia es difícil poder operar sobre un espectador actual. En ese sentido utilicé la idea de ir montando la obra desde la escenografía, me gustaba que esa construcción de la ficción estuviera manifiesta, poder ver cómo se iba construyendo la ilusión teatral, de alguna manera nos iba acompañando en el viaje donde todo el tiempo sabíamos que era una actuación de una obra de otro tiempo. Eso para mí era un desafío de puesta, por un lado mostrarte el artificio y después también que no sea solo un chiste sino que lo incorpores como algo que en ese momento es verdadero para lo teatral.

T: La puesta propone distintos registros de actuación: el del ensayo y toda la situación del ensayo y el del texto original que hay que actuar en ese ensayo.

FL: Me gustan mucho los juegos de actuación, había algo de ese ir y venir que en términos de actuación era muy atractivo de ver, ver actores que de pronto están haciendo un texto de 1920 y de pronto hablaban del ahora, esa retroalimentación me resultaba muy atractiva. Yo les insistía mucho a los actores dos cosas: por un lado que tuvieran presentes las cuestiones que se jugaban en esta compañía de teatro comercial vinculadas a la manera como circula el poder y por otro lado tenía que haber un salto de actuación muy claro entre las dos situaciones, donde la obra de Alfonsina no estuviera parodiada ni «contemporizada», sino hacernos cargo de esas palabras y tratar de que los dos registros se sostuvieran y no que juegue uno a favor del otro, que no sean subsidiarios sino que estén los dos corriendo y retroalimentándose.

T: Señalaste que tu trabajo no fue escribir sobre «El amor del mundo» sino alrededor de él.

FL: Cuando al principio me convocan pienso en una adaptación más clásica donde corto algunas escenas, reescribo otras de una manera un poco más actual, pero rápidamente descubrí que no era lo que quería hacer con este texto, sino que me pareció que el juego tenía que ver con el desafío de escuchar estos textos tal cual habían sido escritos. De modo que saqué escenas pero no cambié palabras sino que elegí que uno escuchara y viera el texto que escribió Alfonsina y todas esas interrupciones que aparecen alrededor del ensayo están pensadas en función de la obra de Alfonsina, en momentos en que yo sentía que podían ser intervenida y que eso podía ayudar a poder acercar al espectador de esa obra o de alimentarle la tensión.

T: En este trabajo hay un pasaje tuyo del teatro independiente a un teatro oficial en una sala orientada a un teatro más popular y no tan de nicho.

FL: Que fuera una obra en el Regio fue lo que más celebré, porque desde hace un tiempo estoy buscando poder desarrollar espectáculos populares de calidad que siento es uno de los problemas que tenemos actualmente en el teatro de Buenos Aires. Una de las cosas que más me cautivó y desafió fue si yo podía construir una teatralidad donde uno podía sentarse a ver la obra sin saber quién fue Alfonsina Storni y disfrutar el espectáculo.

Fuente: Télam