Diferencias entre oír y escuchar
Todos los seres humanos somos capaces de oír, pero la escucha implica una serie de procesos psicológicos que se desarrollan con el tiempo y la práctica. ¿Conoces la diferencia entre ambos términos?
“Me oyes, pero no me escuchas”. ¿Cuántas veces hemos escuchado esto los seres humanos, independientemente del género, la edad y la etnia? Las relaciones sociales entre los miembros de nuestra especie van mucho más allá de los sentidos primarios y, por ende, no nos equivocamos al decir que existen múltiples diferencias entre oír y escuchar.
Todo ser humano sin impedimentos auditivos es capaz de oír, aunque no todas las personas pueden escuchar y recibir (e interpretar) los mensajes que provienen del entorno. La escucha requiere de atención, procesamiento y focalización, mientras que el proceso auditivo solo necesita que funcionen los órganos implicados. No dejes de leer, pues ahondamos más en este tema.
¿Qué es la audición?
Antes de explorar las diferencias entre oír y escuchar, vemos de interés analizar cada término por separado. Después de describir a ambos a fondo los enfrentaremos de forma detallada.
Tal y como indica el Diccionario de Oxford, la audición se puede definir como ‘la capacidad de percibir un sonido por medio del sentido del oído’. Expresado de modo más técnico, se concibe como la percepción de las ondas sonoras que se propagan por el espacio. Esta habilidad no es única de los seres humanos y constituye uno de los 5 sentidos universales.
Partes de la audición
En humanos y en otros vertebrados, la audición se lleva a cabo gracias al sistema auditivo. Estos son sus componentes principales en la especie Homo sapiens:
- Oído externo: como su propio nombre indica, es la parte más externa del aparato auditivo en los seres humanos. Está compuesto por el pabellón auricular, el canal auditivo externo y la membrana timpánica. Su función principal es recoger la energía sonora y direccionarla hacia el tímpano.
- Oído medio: el oído medio consiste en una cavidad ubicada en el peñasco del hueso temporal. Está compuesto por la caja timpánica, el grupo de huesecillos (martillo, yunque y estribo), los músculos asociados a las estructuras óseas, las celdas mastoideas y la trompa de Eustaquio. Su función principal es transferir las vibraciones del tímpano hacia el oído interno.
- Oído interno: el oído interno es la última sección del sistema auditivo. Está compuesto por el laberinto interior (la cóclea) y el laberinto posterior (el sistema vestibular). El primero se encarga de la audición propiamente dicha, mientras que el segundo nos permite percibir el propio cuerpo en el entorno tridimensional y mantener el equilibrio.
- Mecanismo neuronal: la información recogida por la cóclea viaja a través del nervio auditivo y llega hasta el núcleo coclear, presente en el tronco del encéfalo. Después de realizar un complejo recorrido, el impulso neuronal llega a la corteza auditiva primaria (A1), donde se procesa y se transforma en información relevante.
La audición es esencial en los vertebrados terrestres, razón por la cual se encuentra en prácticamente todos ellos. Este sentido no solo nos permite crear una cultura a través del lenguaje, sino que gracias a él también escuchamos las amenazas del ambiente y actuamos acorde a ellas.
¿Qué es la escucha?
La Real Academia Española de la Lengua (RAE) define el verbo escuchar como ‘el acto de prestar atención a lo que se oye’. Aunque esté completamente vinculado a la audición como proceso fisiológico, la escucha supone un paso mucho más avanzado que integra la cognición humana, la memoria, la interpretación del lenguaje no verbal y muchas cosas más.
La acción de escuchar es voluntaria e implica intención por parte del sujeto. Es posible debatir si otros animales evolutivamente complejos son capaces de escucharse entre ellos (monos, delfines, etc.), pero desde luego esta capacidad no es tan universal como el oído sensu stricto.
Partes de la escucha
Este concepto está muy vinculado con la escucha activa, es decir, la capacidad de interpretar y analizar lo que otro ser humano está comunicando al hablar con otro. Estas son las habilidades o bases en las que se cimienta la escucha atenta o activa:
- Comprensión: la comprensión es la facultad del ser humano (o facilidad) para percibir las cosas y tener una idea clara de ellas. Toda escucha pasa por el entendimiento del mensaje que se está transmitiendo. Podemos oír a un perro ladrar, pero escucharlo es imposible (nosotros le atribuimos un significado al ladrido, si bien este no es claro u objetivo).
- Retención: la escucha requiere de memoria, ya que necesitamos recordar lo que se estaba expresando hace unos segundos para generar un mensaje coherente en su totalidad. También es muy importante recordar las vivencias y la forma de ser de la persona que habla para contextualizar el mensaje.
- Respuesta: una persona que escucha debe ser capaz de responder al sonido que se está emitiendo. De modo contrario, se puede hipotetizar si interpreta bien el mensaje o no (como es el caso de los pacientes en coma), sin embargo, es muy difícil confirmarlo.
- Evaluación: el proceso de escucha se puede evaluar con una serie de criterios objetivos. La Active Listening Observation Scale (ALOS) es uno de los métodos más fiables para lograrlo.
A nivel teórico, todo ser humano con una función cerebral adecuada y un estado fisiológico normal debería ser capaz de escuchar. Aunque digamos que alguien “no escucha”, realmente lo que se intenta transmitir es que no se está prestando suficiente atención al mensaje. Solo con el acto de interpretar las palabras ya se está realizando una escucha, sea más o menos exhaustiva.
Las diferencias entre oír y escuchar
Era necesario sentar las bases de ambos términos de forma exhaustiva, pues todo lo aprendido nos ayudará a entender de forma rápida y sencilla las diferencias entre oír y escuchar. ¡No te las pierdas!
1. Oír es una capacidad, mientras que escuchar es una habilidad
La audición es la capacidad de percibir sonidos procedentes del entorno mediante la acción sinérgica del oído externo, el medio y el interno. Todo ser humano sin un cuadro patológico en los órganos involucrados tiene la capacidad de oír desde que nace (y antes, incluso). Por tanto, la pérdida de audición se considera un estado alterado.
Por otro lado, nacemos con la capacidad de oír, pero la escucha se desarrolla con el tiempo. Para poder interpretar el mensaje verbal primero debemos aprender cómo funciona y emitirlo por nosotros mismos, algo que ocurre de media a los 9 o 10 meses de edad. Poco a poco, desarrollamos la habilidad de practicar la escucha activa, algo que se consigue de forma voluntaria y gracias a la experiencia.
Toda persona sin un cuadro patológico nace con la capacidad de oír. La escucha, sin embargo, se desarrolla con la sociedad y el contexto.
2. La audición es pasiva, pero la escucha es activa
Esta es una de las diferencias entre oír y escuchar más fáciles de entender si se pone un ejemplo práctico. Imagina que vas caminando por la calle y más tarde en casa recuerdas que el tráfico era más bullicioso de lo habitual durante el paseo. El hecho de que registres los sonidos sin ningún esfuerzo ni intención demuestra que la audición es completamente pasiva e involuntaria.
Tal y como indican portales profesionales, la escucha es de todo menos pasiva. No es una actividad neutral y anecdótica, así que requiere prestar atención al lenguaje (tanto verbal como no verbal) que la otra persona está emitiendo. Escuchar no solo supone percibir los sonidos en formato palabra, ya que el mensaje también se compone de los siguientes elementos:
- El sentido de las palabras pronunciadas: las oraciones encierran mensajes concretos, pero su significado o sentido depende del contexto en el que se emiten. Un “¡para!” entre risas mientras se hacen cosquillas no es lo mismo que un “¡para!” emitido cuando se va a cruzar una calle sin mirar.
- La intención del que habla: una persona puede decir una cosa con la intención de conseguir todo lo contrario a lo que se articula. Por ello, se requiere la memoria para conocer la personalidad del emisor del mensaje con el fin de otorgarle un contexto mayor a la suma de sus partes.
- El lenguaje no verbal: la musculatura facial, el tono y la postura del emisor nos manifiestan a veces más información que el propio mensaje emitido.
Para captar todos estos matices es necesario prestar atención. Por ello, no se puede declarar que “se escuchó algo por accidente” o de manera involuntaria. El acto de direccionar nuestros sentidos hacia un estímulo auditivo concreto es activo y voluntario.
Los animales oímos lo que ocurre en nuestro entorno de forma involuntaria. Este sentido es esencial para la supervivencia a nivel de individuo y de especie.
3. La audición es de naturaleza primaria y la escucha de naturaleza secundaria
Oír es algo natural y continuo y, por lo tanto, primario en el ser humano. No podemos dejar de oír a menos que utilicemos herramientas externas con esta finalidad, pues nuestro pabellón auditivo se encuentra siempre abierto. Incluso, ciertas partes del cerebro se encargan de interpretar los sonidos mientras estamos dormidos.
La escucha es de naturaleza secundaria y no depende solo del aparato auditivo para funcionar. Una persona nunca va a escuchar igual que otra (a pesar de tener un oído parecido), ya que la integración y la interpretación del mensaje dependen mucho de la memoria, las experiencias previas, la personalidad y la percepción de uno mismo. Además, se trata de un acto circunscrito en el tiempo y no constante.
Un ser humano no puede escuchar durante 24 horas al día, pero sí es capaz de oír en este intervalo. Un sonido lo suficientemente fuerte despertará al dormidor más profundo.
4. La audición es fisiológica y la escucha es psicológica
Esta es una de las diferencias entre oír y escuchar que ya han ido apareciendo durante el texto, así que no nos detendremos mucho en ella. La audición se explica gracias a una serie de procesos fisiológicos (el aparato auditivo, las neuronas y el cerebro), mientras que la escucha individual no se puede entender sin la psicología de la especie y el individuo en concreto.
El proceso de audición es igual en todos los humanos en un escenario libre de patologías. La escucha es única y no transferible, ya que depende de los rasgos psicológicos de cada individuo.
5. Oír solo requiere un sentido, mientras que escuchar involucra más
Puede parecer redundante, pero cabe destacar que oír solo requiere del sentido del oído. La transmisión del mensaje se produce gracias a la integración de muchos órganos de manera simultánea, si bien todos están involucrados de una forma u otra en el sistema auditivo ya descrito. Por otra parte, la escucha también se beneficia de agudizar los siguientes sentidos:
- Vista: la famosa regla del 55-38-7 postula que solo el 7 % del lenguaje humano depende de las palabras que se emiten durante una conversación. El 55 % del mensaje emitido recae en rasgos corporales, mientras que el 38 % depende de la tonalidad del emisor. Aunque esta postulación ha sido muy criticada, evidencia que la vista es esencial para la escucha.
- Olfato: puede parecer extraño, pero el olfato a veces nos ayuda a contextualizar el mensaje que se está emitiendo. Si olemos el sudor de una persona y juntamos este evento a sus palabras y su expresión facial, nos será más fácil interpretar que está en un momento de estrés.
- Tacto: imagina que una persona está hablando mientras le abrazas y, de repente, notas algo húmedo en tu pecho. Este simple gesto te ayudará a dilucidar que está llorando sin tener que oír o ver nada. Aunque el sentido del tacto reporta menos información que el resto de los citados, es esencial en algunos escenarios comunicativos.
Como podrás observar, la escucha involucra muchos más sistemas que se escapan al auditivo. Los ojos, los receptores olfativos y las terminaciones sensoriales son vitales para contextualizar al mensaje en su cojunto y obtener una imagen mental clara de lo que se está queriendo transmitir.
Oír solo requiere del oído. Escuchar siempre implica también a la vista y en ocasiones se apoya en el olfato y el tacto.
Diferencias entre oír y escuchar: ¿cuál es mejor?
Ahora que ya conoces las diferencias entre oír y escuchar, te preguntarás cuál de los 2 conceptos es más útil en el día a día. La realidad es que ambos son esenciales en su propio terreno y no se puede concebir a la especie humana sin ellos. En ausencia de audición no habríamos sobrevivido en el entorno salvaje, pero sin la escucha no existirían la cultura, la sociedad o las relaciones complejas.
Desde un punto de vista utilitario, es mucho mejor escuchar que oír cuando se está teniendo una conversación. La audición solo implica reconocer que se están emitiendo palabras hacia nuestra dirección, mientas que la escucha activa nos permite recordar, conocer y, lo más importante, empatizar con el que habla. Es necesario ejercitar este rasgo para ser la mejor versión de nosotros mismos.
Fuente: https://muysalud.com/mente/diferencias-oir-escuchar/