El sexo tras superar una enfermedad
La vida sexual cambia después de un infarto, un ACV, cáncer y otras enfermedades que requieren tratamientos prolongados.
Miedos, inquietudes, ansiedades, dudas de si van a tener o no la misma capacidad, si cambia la forma de disfrutar y cómo será la relación con la otra persona son algunos de los sentimientos que suelen manifestar en la consulta con especialistas las personas que sienten el deseo de volver a tener relaciones sexuales tras interrupciones a causa de enfermedades y tratamientos.
Las características, historias y subjetividades de cada persona, así como la patología que le tocó atravesar influirá en los tiempos y particularidades de ese «retorno», por lo que el consejo que extienden profesionales consultados por Clarín es el de realizar una consulta previa con el médico tratante y con un especialista en sexología.
«Una vez que empiezan a sentirse bien, a estar más vitales, a mejorar su calidad de vida, les interesa recuperar la sexualidad, como parte de una vida plena», dice Adrián Rosa, médico y sexólogo clínico con posgrado de la Facultad de Medicina de la UBA. Y añade que en cada paciente el proceso es diferente.
«Es clave -continúa- escuchar a la persona que consulta, por qué viene, qué siente y cómo está viviendo estos momentos. Se la guía acorde al problema de salud que tiene, para que realice los controles con su médico, se indaga en si tiene el apto del profesional tratante. Luego comienza el tiempo de ir dándole seguridades, de que descubra qué puede hacer y cómo para disfrutar de la sexualidad.»
«Cuando el paciente consulta es siempre porque hay al menos voluntad de que algo cambie. Suelo pedir paciencia, no pensar en un objetivo sino ir disfrutando el proceso, no exigirse, el poco a poco es la mejor opción», suma María Gabriela Simone, psicóloga especialista en sexualidad y pareja.
Acorde a cada patología, se pueden dar algunas indicaciones para retomar las relaciones. Foto ilustrativa Shutterstock.
El sexo después del cáncer
Tras atravesar un tratamiento por cáncer de mama y pasar por largas sesiones de quimioterapia, a Helena (56) le diagnosticaron vaginismo, justo cuando empezaba a reconectarse sexualmente con su pareja.
El vaginismo es una disfunción sexual femenina caracterizada por la contracción involuntaria de los músculos del suelo pélvico que rodean la vagina, lo que provoca dolor e imposibilidad a la hora de intentar una penetración.
«Al intentar la penetración por primera vez después de la enfermedad sin utilizar el lubricante adecuado ni acompañamiento profesional sentí tanto dolor que después de eso resultó imposible. Por eso decidí consultar con una sexóloga e iniciamos un tratamiento con mi pareja. Él me acompañó amorosamente en todo el proceso que tuvo un final satisfactorio y ambos estamos muy contentos», cuenta.
En los hombres, el tratamiento oncológico puede demandar cirugías, quimioterapia, inmunoterapias y/o tratamientos radiantes que pueden afectar el mecanismo de la erección. En caso de que eso ocurra, existen diferentes alternativas terapéuticas para atender esa disfunción.
«Contamos con tratamientos médicos mediante drogas orales como el sildenafil y el tadalafilo que se aplican directamente a nivel peneano y, según el pronóstico del paciente, se puede optar por el implante de una prótesis», dice precisa Nicolás Villasante, integrante del servicio de Urología del Hospital Alemán.
«El paciente debe entender que la enfermedad oncológica no debe significar el fin de su vida sexual. Mediante un equipo multidisciplinario se debe aconsejar al paciente y a su pareja la manera de transitar su enfermedad logrando conectarse con su sexualidad de la mejor manera posible», sostiene.
En los hombres que atravesaron cirugías en la próstata, «hay que ver si necesitan o no una medicación para mejorar la erección. Lo importante es que se descubra, que vea si tiene afectada su capacidad de erección o eyaculación», dice Rosa.
En el caso de las mujeres, «si tuvieron una operación de mama, ver sus miedos, que la posibilidad de tener un encuentro sexual puede ser usando corpiño o apagando la luz, en el caso de que no se sientan seguras o confiadas por el cambio en su imagen corporal o por las cicatrices que puedan tener», agrega.
Recomiendan reanudar la actividad sexual cuando la enfermedad cardiosvascular está estabilizada. Foto ilustrativa Shutterstock.
El sexo tras el infarto y el ACV
Mónica Aranda, médica cardióloga y sexóloga Clínica, cuenta que para los pacientes con enfermedades cardiovasculares (que han sufrido infartos agudo de miocardio o ataque cerebrovasculares) el mayor miedo es morir durante una relación sexual o afrontar un nuevo evento cardiovascular.
Otros temores están relacionados con la medicación que con el uso crónico, a muy largo plazo, pueden tener implicación en la esfera sexual.
«Es importante aceptar su condición de ser un paciente con una enfermedad crónica y entender que su vida sexual puede continuar, quizás, no de la manera que estaba acostumbrado o quizás sí, pero entender y aceptar la nueva realidad», señala Aranda.
Y agrega: «Se pone en juego la autoestima, pasamos de una persona sana a una enferma, incluso pueden haber cicatrices o secuelas. Entonces, muchas parejas evitan relaciones sexuales, disminuye su deseo sexual, lo que puede afectar el vínculo. Es clave el acompañamiento en este camino de aceptar la enfermedad, la nueva imagen corporal y consultar a un sexólogo de ser necesario».
En pacientes que sufrieron un ACV los trastornos neurológicos, además de que pueden afectar la respuesta sexual, la erección y la eyaculación en el hombre y la lubricación y el orgasmo en la mujer, también pueden alterar la movilidad y la sensibilidad.
«El grado de movilidad que logran estos pacientes es un factor fundamental para pensar en el vínculo erótico-sexual que desarrollen. Con respecto al tratamiento, lo primero es vincularlos con el deseo y el erotismo, deben reconocer su propio cuerpo y sus zonas erógenas», dice Villasante.
Y añade que hay que considerar cuánto repercute eso en el estado emocional. «Hay que trabajar mucho con la imagen corporal, que en algunos casos dista de los estándares sociales y el posible sentimiento de no poder lograr una interacción sexual satisfactoria tanto para el paciente como para su pareja». En ese sentido, señala que el temor al fracaso es uno de los grandes problemas a abordar.
A la hora de reanudar los encuentros sexuales es importante entender, en primer lugar, que no necesariamente el encuentro íntimo debe contar sí o sí con la penetración.
«Somos más que un cuerpo, lo importante es el camino que uno recorre, lo que puede ir disfrutando. La sexualidad no es solo penetración y es importante valorizar las vivencias de cada persona y de su pareja en esta nueva etapa. El juego, las fantasías, el erotismo, la improvisación, la sorpresa y los cambios forman parte del ambiente que propicia un buen encuentro sexual», resalta Rosa.
Simone refuerza: «La sexualidad no es genitalidad, el coito le queda corto a esta extensa dimensión erótica. La sexualidad tiene que ver con conectar con los cinco sentidos. Les recomiendo que se den tiempo, que no se frustren, que sean comunicativos con su pareja. La sexualidad es vínculo, afecto, conexión con el otro, no necesariamente coito».
Los especialistas afirman que la precaución es tener el alta médica y el permiso para poder tener un encuentro sexual. Acorde a cada patología, se pueden dar algunas indicaciones para retomar las relaciones y disfrutar con algunos cuidados en cuanto a posiciones o intensidad, según el problema de salud.
Fuente: https://www.clarin.com/buena-vida/sexo-superar-enfermedad-consultas-miedos-frecuentes_0_gnJxL-Dmu.html