Ray Bradbury

A diez años de su muerte, Ray Bradbury sobrevive en la genialidad de su obra. Es uno de los emblemas de la ciencia-ficción, aunque él prefería definirse como un escritor de fantasía. Además de escribir veintisiete novelas y más de seiscientos cuentos, también adaptó sesenta y cinco de sus historias para la televisión.

POR CARLOS DANIEL ALETTO

Bradbury haba nacido en Waukegan Illinois en 1920 Fue un humanista preocupado por los efectos que las nuevas tecnologas podan tener sobre las personas

El estadounidense Ray Bradbury, tan prolífico que en una noche de insomnio se le podía ocurrir el inicio de seis relatos y una novela, es uno de los emblemas de la ciencia-ficción, aunque él prefería definirse como un escritor de fantasía, además de reivindicar su labor como cuentista: «Si algunos muchachos visitan mi tumba dentro de cien años y sobre el mármol escriben, con lápiz, ‘él fue narrador de cuentos’, yo seré feliz», dijo alguna vez el autor de obras como «Crónicas marcianas» y «‘Fahrenheit 451», de cuya muerte se cumplen este domingo diez años.

Bradbury había nacido en Waukegan, Illinois, en 1920. Fue un humanista preocupado por los efectos que las nuevas tecnologías podían tener sobre las personas, de quienes admiraba su capacidad de amar o crear belleza. Precisamente, en su célebre novela «Fahrenheit 451», aborda una historia donde la amenaza fundamental radica en la presencia de pantallas de televisión dispersas en todo el hogar, porque hacen que las personas pierdan la conciencia de sí mismas y no tengan tiempo para pensar, ni para descubrir la esencia de los individuos con los que conviven.

Consideraba que las tecnologías iban en contra del acceso a los libros y a la lectura, sus grandes pasiones, a las que llegó por esfuerzo y convicción: una vez que finalizó la escuela secundaria, en 1938, debió acudir a las bibliotecas debido a que la crisis generada por la caída de la bolsa de valores de Nueva York le impidieron estudiar en la universidad.

«Las bibliotecas me criaron», dijo más tarde. «Creo en las bibliotecas porque la mayoría de los estudiantes no tienen dinero. Cuando me gradué de la escuela secundaria, fue durante la Depresión y no teníamos dinero. No podía ir a la universidad, así que fui a la biblioteca tres días a la semana durante 10 años».

Además de escribir veintisiete novelas, más de seiscientos cuentos, algunos de los cuales están incluidos en sus libros de relatos «Crónicas marcianas» (1950) y «El hombre ilustrado» (1951), también adaptó sesenta y cinco de sus historias para la televisión.

Famosas figuras, desde Steven Spielberg hasta Neil Gaiman y el propio Stephen King, han citado a Bradbury como una gran influencia en su trabajo. Su nombre es sinónimo de ciencia ficción. El premio Bradbury es el nombre oficial con el que se reconoce desde 1991 al premio Nebula de mejor guion entregado por la Asociación de Escritores de Ciencia Ficción de América (SFWA). Además del Premio Internacional de ciencia ficción Clarke-Bradbury.

Sin embargo, Bradbury rechazó la etiqueta de «escritor de ciencia ficción», y prefería ser llamado «surrealista del Medio Oeste». La obra de Bradbury excede las etiquetas, y abarcan conceptos amplios de cultura, tecnología y la virtud humana y la moralidad frente a situaciones extrañas e incluso horribles. En «Un sonido atronador» como en otros relatos que se incluyen en su libro «El hombre ilustrado» (1951) donde se refería al racismo -entre otros temas de debate moral- aborda el tema de la naturaleza y cómo el ser humano, en su inconsciencia, puede intervenir en el devenir de la Historia.

Su clebre novela Fahrenheit 451 aborda una historia donde la amenaza fundamental radica en la presencia de pantallas de televisin dispersas en todo el hogar

Bradbury escribía historias de ciencia ficción porque le resultaba un modo rápido y simbólico de abordar los problemas del hombre moderno, los conflictos que provienen de la abundancia de maquinarias y del bajo nivel imaginativo que se aplica a las mismas. La ciencia ficción le resultaba un vehículo adecuado para juzgar, sugerir alternativas, reprochar o marcar los aciertos y los errores del hombre en relación con el universo que lo rodea.

Durante las décadas de 1920 y 1930, su mayor fuente de inspiración fueron la radio y luego la televisión. La rápida evolución de otras tecnologías aterradoras como la bomba atómica lo conmovió profundamente. La familia de Bradbury se mudó a Los Ángeles, California, en 1934. Cuando era adolescente, participó en el club de teatro de su escuela y ocasionalmente se hizo amigo de celebridades de Hollywood. Su primera paga oficial como escritor vino por contribuir con una broma al Burns & Allen Show de George Burns.

En 1947 Bradbury se casó con Marguerite «Maggie» McClure, a quien conoció mientras ella trabajaba como dependienta en una librería. McClure fue el sostén de la familia en los primeros días de su matrimonio, y apoyó a Bradbury mientras trabajaba en su escritura por poco o ningún pago. La pareja tuvo cuatro hijas, Susan (1949), Ramona (1951), Bettina (1955) y Alexandra (1958).

En 1943 inició su carrera como escritor, y en 1947 publicó su primera colección de cuentos, «Carnaval negro». Su primer gran paso para convertirse en uno de los escritores de ciencia ficción más importantes comenzó en 1950 con la publicación de su ciclo de cuentos, «Crónicas marcianas», seguido en 1951 por «El hombre ilustrado». En 1953, Bradbury publicó su obra maestra «Fahrenheit 451». Al año siguiente, el autor -con solo 34 años cumplidos- recibió el Premio del Instituto Nacional de las Artes y las Letras por sus contribuciones a la literatura estadounidense.

Bradbury también fue autor de numerosos guiones de cine y televisión. En 1963, su película animada, «Icarus Montgolfier Wright», obtuvo una nominación al Premio de la Academia. Sus guiones incluyen «Moby Dick» (1956) dirigida por John Huston, «Llegaron de otro mundo» (1953) y una adaptación de 1983 de su novela, «El carnaval de las tinieblas».

Escribió guiones de televisión para series como «Alfred Hitchcock Presenta» y «La dimensión desconocida». Recibió un premio Emmy por su obra para televisión «El árbol de la Noche de Brujas» de 1993, una película animada de Hanna-Barbera. De 1985 a 1990, adaptó muchas de sus historias para su programa de televisión «El teatro de Ray Bradbury». En 2002, recibió una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood por sus contribuciones a la literatura, el género cinematográfico de ciencia ficción y la televisión.

Fragmento de «El Árbol de la Noche de Brujas»

El consejo que le daba a los jóvenes que querían ser escritores era: «Escribe solo lo que amas y ama lo que escribes… Enseña a las personas a flotar en el aire y enamorarse de sí mismas. Extender las manos y dejar que la vida salga a través de las yemas de los dedos sobre el papel».

La infancia estaba siempre presente en su vida. Bradbury sostenía que «los seres humanos son como niños disfrazados de ejecutivos, de operarios, de enfermeras… pero niños en definitiva que se enfrentan con ojos asustados a un universo incomprensible oprimente y aterrador, tenemos que custodiar al niño escondido en nuestro interior».

Murió el 5 de junio de 2012 a los 93 años en Los Ángeles, su biblioteca personal fue cedida a la Biblioteca Pública de Waukegan, en la cual se formó como escritor. Sin embargo, en uno de los relatos de su niñez estaba cifrado su destino. Contó un sinfín de veces la anécdota que a los doce años se escapó de un funeral para ir a la feria del pueblo. Ese día la espada electrificada de Mr. Eléctrico lo hechizó: «¡Vive para siempre!», clamó.

Más allá de la muerte, la presencia de Bradbury excede los límites de lo terrestre. Un cráter lunar tiene el nombre de «Cráter Dandelion» en honor al título en inglés de «El vino del estío» (Dandelion Wine) y un asteroide, el 9766 lleva su nombre. Un genio universal.

Fuente: Télam