Humor: «Dónde hay turno, Viejo Gómez?»
Reflexiones de la vida diaria: «¿Dónde hay turno pa’l médico, Viejo Gómez?». Hoy, en exclusiva, desde la vida cotidiana, nuestro enviado especial, Adrián Stoppelman, sufre un ataque de hipocondria y necesita ver a un médico, pero antes tiene que conseguir turno. Léalo, con el carnet de la obra social a mano.
POR ADRIÁN STOPPELMAN
¿Dónde hay turno pa’l médico, Viejo Gómez?
Yo soy un tipo que si mi médico me dice que para curarme tengo que darme un baño en el canal de Beagle, acariciar a un lobo marino y darle un besito en el hocico, y que lo tengo que hacer totalmente desnudo, yo voy y lo hago.
Soy un soldado. (Siempre y cuando el galeno en cuestión me haya demostrado su capacidad y yo le tenga confianza). ¿Cómo hace un médico para generarte confianza? Ante todo, no generándote desconfianza.
Ejemplo de la vida real: plena pandemia. Me recomiendan “un capo” (siempre te recomiendan un capo, nadie te dice “es un médico mediocre pero te da las recetas del ansiolítico”). Lo gugleo: el capo, efectivamente, es un capo. Jefe de departamento de su especialidad. Voy. Me atiende: barbijo mal puesto, guardapolvo roñoso mal, al que solo le faltaban manchas de sangre y sin hablarme ni conocer nada de mi historia clínica, mira una radiografía y dice: “Ajá. Acá hay que operar”. No me preguntó mi historia clínica, mi condición, no me invitó una copa. En la huida, creo que dejé marcas en el piso.
Pero no siempre es sencillo encontrar un médico, no ya confiable: el problema es que hay médicos, lo que no hay son turnos. Porque te dan turno para dentro de 6 solsticios, y yo ni siquiera sé bien qué es un solsticio.
Y algo peor: llega tu turno y todo lo que hace el tordo es darte una orden de análisis o estudios y te pide que vuelvas cuando tengas los resultados, cosa que sucederá, viento en popa por medio, dentro de 18 solsticios. ¡Y ya no hay turnos para esa fecha!
Miento: hay algo mucho peor. Que es cuando el médico te deriva a OTRO médico para que sea este segundo el que te de la orden y te diga que vuelvas a verlo. Ahora ya tenés que conseguir 3 turnos: para los estudios, para mostrárselos al que te dio la orden, y para volver a tu médico de cabecera. Y ahí es cuando, mientras esperás a que pasen 16 eclipses de luna, te entregás a la acupuntura, a la cualquierverduraterapia o le jugás todo lo que tenés a una boleta de Quini.
Claro: hay ramas de la medicina que requieren especialistas, como la traumatología. La traumtología no tiene ramas: tiene un Amazonas. Hay especialista en rodilla derecha, especialista en meñique izquierdo, especialista en extracción de borseguí por patada en el tujes. ¡Hay más especialistas que partes del cuerpo humano! Eso si: turnos… para dentro de 4 auroras boreales.
Hay otras especialidades donde no dan tantas vueltas: ginecólogos, proctólogos, billeterólogos. Esos son de manos a la obra: abra las piernas y si te he visto no me acuerdo. O si.
Y no siempre es una emergencia lo que uno tiene. Es algo que te preocupa, una manchita, una puntadita, un dolorcito ahí, algo que te gustaría que tu médico viese para aconsejarte, pero… siempre te agarra después de las 19, cuando ya cerraron todos los consultorios, un feriado, un domingo o mucho peor: un finde largo. En una época se decía “más difícil que encontrar un plomero un domingo”. Yo creo que es más fácil encontrar un plomero que a un médico.
Y cuando no tenés a quién consultar, te queda un solo camino: Wikinet, Interpedia, Médicosonline, recetasdecanuto.com o… porn xxxx.
Te ponés a leer, y sea el problema que sea, todos los problemas tienen los mismos síntomas: dolor de cabeza, fiebre, mareos, náuseas, falta de aire, ganas de martillarle el capó al que dejó el auto con la alarma puesta. Y las causas son siempre las mismas: algo pasajero, un espasmo, algo que comiste, alguien que te hizo el mal de ojos o “lo pior que te pueda pasar”.
¿La solución que sugieren? ¡Ver a un médico! Y no solo eso: cuanto antes, porque lo que tenés, puede terminar en pérdida de los dientes, caída de las uñas del pie o terminar siempre en el mismo lugar: tomando un café con San Pedro.
Y vos no querés hacerle caso a mirácómosédemedicina.com. Vos querés a tu médico. ¡Pero es fin de semana largo y no hay un médico en 14 mil años luz a la redonda! Y si tenés el Whatsapp del tordo, te jugás, le mandás un mensaje pensando que el único tipo que tiene un problema en el mundo sos vos y el tordo, o no ve nunca el mensaje, o te clava el visto.
Ahora, a la angustia de tu granito en la mejilla, se suma la angustia de no tener con quién hablarlo para que te tranquilice. Y llamás a una tía que te acordás que una vez tuvo un granito a ver cómo hizo para solucionarlo. Grave error: tu tía te tendrá 6 horas en el teléfono explicándote todas las complicaciones que le trajo el granito, que recién se fue después de 18 operaciones y 6 donaciones a la Congregación de adoradores del Glóbulo Rojo.
Y vos lo único que quisieras es hablar con un médico… pero no se puede. Es fin de semana largo. Y no es culpa de los médicos. Ellos tampoco darían abasto atendiendo a todos los que les sale un granito un fin de semana largo. Es más: está tan colapsado el sistema de salud que en algunos casos, podés tardar hasta 3 meses en conseguir un turno para ver al brujo de la tribu.
Fuente: Télam