Janis Joplin, la voz que nunca murió
A 52 años de su fallecimiento, una mirada sobre Janis Joplin (1943-1970) a través de poetas como Alejandra Pizarnik y Juan Manuel Roca, y de tres generaciones de cantautoras argentinas: Carola Kemper, Claudia Puyó y Lula Bertoldi.
POR CAROLINA SANTOS Y SILVIA ARCIDIA
Hace exactamente 52 años Janis Joplin partía de este mundo, pero nos dejaba su voz.
«Su voz descarriada
Que encontró en el blues
La fuga del viento, la partitura del relámpago».
Así la describía el colombiano Juan Manuel Roca, en su poema “La marquesina apagada”, un homenaje a la mujer que había cambiado la historia del rock para siempre, y que el 4 de octubre de 1970 ya era parte del cielo.
También Alejandra Pizarnik dejaba un testimonio conmovedor en su poema “Para Janis Joplin”, escrito a dos años de la muerte de la cantante, en 1972, año en el que la poeta también dejaba este mundo, en trágicas circunstancias:
«A cantar dulce y a morirse luego.
no:
a ladrar.
Así como duerme la gitana de Rousseau.
Así cantás, más las lecciones de terror.
Hay que llorar hasta romperse
para crear o decir una pequeña canción,
gritar tanto para cubrir los agujeros de la ausencia
eso hiciste vos, eso yo.
Me pregunto si eso no aumentó el error.
Hiciste bien en morir.
Por eso te hablo,
por eso me confío a una niña monstruo».
Una historia que comenzó en Texas
Janis Joplin, “la niña monstruo”, había nacido en 1943 en Porth Arthur, un pueblo de Texas conservador y racista, el peor de los contextos para un alma sensible y libre, que no estaba dispuesta a someterse a los estereotipos de “lo femenino”.
Como bien señala la autora Anabel Vélez, su deseo de gozar de las mismas libertades que tenían los hombres la convirtió en un bicho raro y le valió el rechazo social y familiar en una etapa decisiva de su vida: la adolescencia. Su refugio fue la música, donde pudo desplegar su creatividad.
Partió a la universidad de Austin y allí comenzó a cantar folk y blues en el circuito de bares de la ciudad. Pero, en 1966, fue en San Francisco, con su sociedad liberal, en donde se sintió a gusto y pudo desplegar todo su talento de la mano de su banda Big Brother and The Holding Company. El éxito trajo un contrato para grabar su primer disco homónimo.
Pero el salto a la fama se dio con su participación en el Festival de Monterrey. Actuaron en dos fechas. La segunda presentación significó un antes y un después en la carrera musical de Janis que le trajo manager nuevo y contrato con Columbia. En 1968 publicaron «Cheap Thrills», que fue número uno en ventas, con bombas interpretativas como las versiones de “Summertime” y “Ball and Chain” de la genial Big Mama Thornton.
Con el éxito en su haber y llevándose al guitarrista de la banda, Janis encaró su carrera como solista. Sus logros artísticos no pudieron evitarle que la prensa hiciera foco en sus elecciones personales y sus hábitos de consumo de drogas y alcohol. Ese mismo año, editó con la Kozmic Blues Band “I Got Dem OI’Kozmic Blues Again Mama!” y se presentaron en el festival de Woodstock.
Con la llegada de 1970, Janis tuvo una nueva formación, la Full Tilt Boogie Band, con la que giró por los Estados Unidos, con ovaciones o disturbios, según donde se presentaran. Incluso, fue detenida por usar lenguaje indecente sobre el escenario y no faltaron fechas canceladas.
Tras una gira por Europa, Janis grabó su placa consagratoria “Pearl”. Inolvidables canciones como “Me and Bobby Mc Gee”, “Cry Baby” y “Mercedes Benz”. Joyas de su mejor momento como artista, que una sobredosis de heroína no le permitió ver publicadas.
Así se fue, diferente, distinta, única en su especie y fiel a sí misma. Antes de partir, dejó su voz para la posteridad.
Su legado ha sido inspiración para infinidad de artistas, su voz siempre será presente. Tres músicas argentinas, de diferentes generaciones, dan cuenta de esto.
Carola Kemper y la última canción de Janis
“Este esbozo de homenaje me interroga históricamente. En ese momento, cuando Woodstock, yo estaba en el colegio y escuchábamos Los Beatles. «When she was just seventeen / You know what I mean». El movimiento hippie empezó como repudio a la guerra de Vietnam y llegó a Buenos Aires».
«Descubrí a Janis con delay, recién cuando entré a la comedia musical ‘Hair’. Las producciones teatrales siempre me dieron un lugar, en momentos de la dictadura, cantaba junto a Tato Bores y Moria. Y mi gran rebeldía era soltarme las lanas, cuando Gerardo no iba a la función (el dire-Sofovich). Tony Lestingi, bailarín, me avisaba. Si no, me peinaba con rodete».
«En cuanto a qué despertó Janis en mí, podría decir desafío. Grabar una canción como ‘María corazón’, que diga: ‘Valora tus buenas gambas, al carajo lo demás’. De sus canciones siempre me acuerdo de: ‘Oh Lord, won’t you buy me a color TV…’ Y su concierto en Monterrey».
«Sin duda su forma de cantar fue inconfundible y visceral. La voz es una fuente que nos conmueve. ¡Y Janis lo logró!”
«Mercedes Benz»
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Claudia Puyó y la pequeña niña triste
“La primera vez que escuché a Janis Joplin era un single que yo tenía de chica, que me habían regalado, y tenía ‘Cry Baby’ de un lado y del otro, no sé qué tenía. Pero ya a los dieciocho años, como mucha gente me escuchaba cantar y, no sé si era por el look o qué, me decían que me parecía a Janis Joplin, empecé a interiorizarme y a comprar discos, vinilos, la mayoría eran en vivo salvo Kozmic Blues, que es el único disco que no está en vivo».
«Hay muchas canciones compuestas por Janis que son mortales, como ‘Move Over’ o ‘Try’, bueno… ¡canciones que son maravillosas! Pero, yo recomendaría como la canción, para mí, más conmovedora y más maravillosa ‘Little Girl Blue’ (‘Pequeña chica triste’). Es mi canción predilecta lejos. Es una bellísima canción».
Gran cantante, sus influencias fueron Etta James y Bessie Smith. Lástima que fue parte del club de los veintisiete y no tuvimos la suerte de escucharla mucho tiempo más. Janis, para terminar, tenía una impronta, una pasión, era apasionadísima cantando. ¡Tenía una fuerza! Era única en el mundo, además de tener esa voz que parecía dos voces en una, ¿no?, como bitonal. ¡Conmovedora, Janis!”
«Little Gil Blue»
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Lula Bertoldi, Si es un sueño, no quiero que nadie me despierte
“En mis comienzos no fui fan de Janis de decir ‘escuché todos los discos, escuché todo y por eso, canto así’. Pasó a la inversa: yo empecé a cantar en guitarreadas, en fogones a los once, doce años, en mi casa, en la de amigos; así, guitarra criolla y asado, fui cantando y cantando cosas de León Gieco o La Renga, lo que escuchaba en ese momento cuando comenzaba a tener mis bandas -Aerosmith, por ejemplo- y empecé a pelar una voz (que es la que tengo yo naturalmente) que está como medio rota, medio rasposa. Y alguien, alguna vez, en un asado me dijo ‘ay, me hacés acordar a Janis Joplin’, por el tipo de aspereza, como ese timbre».
«Obviamente, no tengo esa virtud- se apura a aclarar con mucha modestia, Lula- pero, digo, le recordaba la voz. Y yo dije ‘¡¿quién?!’ Yo era chica, tendría 13 años. Ahí, me puse a investigar quién era. Y, bueno, fue un flash conocerla. Es una de esas cantantes cuya voz sale directo del corazón y de la experiencia de vida. La mina cantaba desde la entraña. Le salía de las tripas la voz. Una vida con mucho maltrato y subestimación. Vivía con el corazón roto y, además era una reject de la sociedad, siempre la quisieron dejar a un lado, la quisieron tapar. Y bueno, eso era la voz de ella. La voz de ella habla de todo eso. No sus letras: su voz”.
Fuente: Télam