¿Incentivación en el Mundial 74?
Un hombre con un maletín lleno de dólares y una acusación: el libro que revela nuevos detalles de la incentivación de Argentina a Polonia en el Mundial 74. Wladyslaw Zmuda, integrante del seleccionado europeo que terminó tercero en la Copa del Mundo de Alemania, contó en su biografía su versión sobre el episodio más polémico de aquella competencia.
Por: Sergio Levinsky
Zmuda y el libro con sus confesiones
La autobiografía del ex jugador polaco Wladyslaw Zmuda, de reciente aparición, reabrió el caso de la incentivación que recibió su selección por parte de sus rivales argentinos en el Mundial de Alemania Federal en 1974 y ahora agrega otros elementos, como que el centrodelantero albiceleste Rubén “Ratón” Ayala confesó que se quedó con parte del dinero destinado a ese objetivo, y que la delegación italiana intentó sobornarlos en el entretiempo del partido decisivo entre ellos en la última fecha de la fase de grupos.
El libro “Y tú serás futbolista”, la autobiografía de Zmuda (Lublin, 1954), cuenta los pormenores de la definición del Grupo 4, en el que la selección polaca llegó ya clasificada al último partido, tenía que enfrentar a Italia -que peleaba por obtener el segundo lugar ante el equipo argentino, que necesitaba ganar y que los Azzurri perdieran para poder llegar a la segunda etapa del torneo, al enfrentar a Haití-.
El conjunto italiano llegaba con una diferencia de dos goles a favor luego de vencer 3-1 a Haití y empatar 1-1 con Argentina, mientras que los Albicelestes arribaban a su último compromiso con uno en contra, tras haber caído 3-2 ante Polonia en el debut. En la última fecha, la Selección que dirigía la terna de José Varacka, Vladislao Cap y Víctor Rodríguez venció por 4-1 a Haití y logró la clasificación gracias a la victoria de Polonia sobre Italia 2-1.
Durante años, algunos jugadores argentinos de esa Selección que disputó el Mundial 1974, como Enrique Wolff (en distintas declaraciones, y en su libro “Simplemente Fútbol”) o Roberto Telch, admitieron haber organizado una “vaquita” –algo que negó rotundamente Roberto Perfumo-, que en su momento se dijo que fue de 25.000 dólares (entre los veintidós jugadores, más el cuerpo técnico que conformaban el plantel), y en Polonia se habla de 22.000, para que el equipo europeo venciera a los italianos y de esta manera facilitara que el equipo nacional consiguiera el segundo boleto y pasara a la fase siguiente, en la que debió enfrentar a Holanda, Brasil y la desaparecida Alemania Democrática.
“Juntamos 25 mil dólares y se los ofrecimos. Así como lo digo: los incentivamos poniendo dinero de nuestros bolsillos y con el agravante de que si nosotros no ganábamos por tres goles de diferencia y ellos cumplían, teníamos que poner la platita y, además, volvernos a casa”, admitió Wolff en su libro.
Sin embargo, el arquero argentino Daniel Carnevali sostuvo ante Infobae que “yo no participé de eso. Siempre digo lo mismo. Se hacían cosas que unos se enteraban y otros, no. Son rumores. Está en cada uno participar o no. De todos modos, pasamos de ronda tranquilamente”.
El libro de Zmuda –escrito junto al periodista polaco Dariuz Kurowski- agrega otros elementos desconocidos sobre aquella situación, en especial sobre aquel partido decisivo entre polacos e italianos en Stuttgart. “Los italianos estaban bastante seguros de que iban a vencer, pero al terminar el primer tiempo les estábamos ganando 2-0 y la clasificación se les estaba escapando y cuando nos dirigíamos al vestuario, notamos que en el túnel nos esperaba un hombre que tenía un maletín en su mano y al abrirlo aparecieron fajos de billetes, un montón de dólares. No lo podía creer. ¡Un tipo con un maletín de dinero en medio de un partido de la Copa del mundo! Creo que entonces uno de los miembros de nuestro staff empezó a forcejear con él. Eso sólo fue un momento y enseguida nos mandaron para el vestuario. Pero recuerdo perfectamente ese dinero”.
Zmuda, que alcanzó a jugar en el Verona, en el Cosmos de Nueva York y en el Cremonese, recuerda en el libro que “en aquel momento alguien dijo ‘¡Pero si este es Allodi, el vicepresidente de la Federación Italiana de Fútbol!’ Creo que ‘Funio’ Bulzacki también se dio cuenta de lo que ocurrió”. Miroslaw Bulzacki, un ex agente de futbolistas polaco, cuenta en el libro que “recuerdo ese maletín. Trató de dárselo a uno de los jugadores, pero nadie quiso llevárselo. Nos echaron a todos y nos ordenaron meternos en el vestuario, a donde él ya no pudo ingresar”.
En su relato, Zmuda cuenta lo que ocurrió años más tarde en Estados Unidos: “Jugando allí me encontré con los italianos Roberto Bonisegna y Giorgio Chinaglia y bromeé con ellos. ‘¿No podían acercarse ustedes directamente a mí para que arreglara la situación con un 2-2 (el partido terminó 2-1)?’ Es que creo que ellos ni se imaginaban perder ante nosotros con esas figuras que tenían, Dino Zof, Giacinto Facchetti, Tarciso Burgnich, Sandro Mazzola, Fabio Capello, el mencionado Chinaglia, Gianni Rivera,. Luigi Riva y el entrenador Ferruccio Valcareggi. No podían pensarlo porque nosotros no habíamos estado en una fase final de un Mundial desde hacía cuarenta años”.
Pero las cosas no quedan ahí, sino que Zmuda se mete también con pormenores de la incentivación de la delegación argentina para que le ganaran ese partido a los italianos. Revela entonces que Grzegorz Lato, el máximo goleador del Mundial con siete tantos, coincidió años más tarde en el Atlante mexicano con el delantero argentino Rubén Ratón Ayala y que durante la tradicional reunión de jugadores con el presidente del club después de un partido de liga y en un ambiente distendido y tomando una copa de vino, el pelilargo ex atacante de San Lorenzo y Atlético Madrid comenzó a contar cómo ocurrió aquella incentivación.La selección argentina, durante la derrota ante Polonia en el Mundial
Según Lato, Ayala desveló que el dinero fue entregado a la mujer de otro de los delanteros de aquel equipo polaco, Robert Gadocha y que junto a ella, en las tribunas, había otro polaco, “un señor mayor, amigo nuestro, que trabajaba en la aerolínea Pan-Am, y era quien nos gestionaba los billetes”.
Lato contó que como podía hablar castellano, “le pregunté a Ayala de qué estaba hablando”, a lo que le respondió “¡es cierto, te lo juro!”. “Nos confirmó que los veintidós jugadores argentinos aportaron mil dólares por cabeza. Cada uno de los jugadores tenía, en aquella época, ocho mil dólares en bonus, por lo que esa suma era considerable. Pero Ayala agregó que ‘de ese dinero, pusimos dieciocho mil’. “Entonces lo miré y le comenté ‘Esperá un momento. Si eran veintidós y cada uno aportó mil dólares, entiendo que recibieron veintidós mil –en la versión argentina, también el cuerpo técnico puso dinero en la vaquita- y no dieciocho mil, ¿no?’ y él, con su mayor sinceridad, me respondió ‘¡Algo me tenía que llevar yo!”.
Zmuda explica en su libro que “lamentablemente, no nos llegó un centavo. Hablé con Gadocha, que ahora vive en los Estados Unidos. Ni contestó ni llamó. Ni entonces, ni después de saber todo esto.
Según publicó el diario inglés The Guardian en su obituario en 1999, Allodi, el dirigente de la Federación Italiana que habría intentado sobornar a la delegación polaca en medio del partido, sobrevivió a muchas acusaciones de corrupción en las décadas del sesenta y setenta, y se convirtió en una figura clave en el fútbol de su país. El empresario y coleccionista de obras de arte falleció a los 71 años.
El reconocido periodista Héctor Vega Onesime, quien cubría ese Mundial para la revista El Gráfico cuenta con detalle lo ocurrido luego de que las selecciones argentina e italiana empataran 1-1 en el segundo partido del Grupo 4 y sólo quedara una fecha en la que los Albicelestes necesitaban ganar por tres goles a Haití, pero dependían de que los italianos perdieran para conseguir la clasificación.
En “Memorias de un periodista deportivo” (Ediciones B, 2003), Vega Onesime cuenta que antes de la tercera y última fecha “el estado de ánimo de los argentinos descansaba en un terreno más próximo a la decepción que a la esperanza” y que “contacté por teléfono a uno de los jugadores representativos para saber si los dirigentes auscultarían la forma de arrancarles a los polacos garantías de entrega total contra Italia. Me respondió que no lo sabía y adiviné en él un dejo de resignación. Convencí a Juvenal (Julio César Pasquato) y a Ricardo Alfieri (hijo) –compañeros suyos en la revista- para que fuéramos a la concentración de Polonia, pues ese mediodía daba una conferencia de prensa su entrenador, Kazimierz Gorski. Un salón amplio copado por los italianos fue el escenario. Transcurría lánguidamente un rito de rutinarias preguntas hasta que .poniendo un tono de voz alto, casi imperativo- lo interrogué: ‘¿Cómo van a jugar?’. Su mirada desafiante y su respuesta no dejaron margen a la especulación: ‘de la única manera que sabemos jugar: a ganar’”.
“Encontré en esa definición-continuó relatando Vega Onesime en su libro- el bálsamo deseado, acaso confiando desmesuradamente en un discurso que podía carecer de autenticidad. Nos dispusimos a almorzar en el restaurante anexo a la sala y, ya ubicados, observé que se encontraba Robert Gadocha, figura de la selección polaca. Me acerqué a saludarlo sin saber que estaba dando comienzo a una de las historias más controversiales del fútbol argentino. Lo acompañaba un señor joven que resultó ser argentino y gerente en Varsovia de la empresa aérea Pan Am. Él le tradujo mi inquietud, la cual no variaba de la que le expresé al director técnico. ‘¿Cómo van a jugar? pero la réplica –vía intérprete- fue muy distinta: ‘Eso depende de los argentinos’, deslizó intencionadamente.
“Comprendí con demora los alcances de esa frase que -confieso- me agarró desprevenido. Irrumpió como un fantasma la palabra que todavía engendra polémicas y disímiles lecturas: incentivación. Milito –insistió Vega Onesime- en el bando de los que la consideran una práctica que debe desterrarse aunque no comparto la opinión de los que la catalogan pariente cercana del soborno. Con Juvenal y Alfieri analizamos los alcances de la propuesta, ante lo cual decidí dar un paso de extremo riesgo: comunicar por teléfono a los futbolistas argentinos la posición polaca. Imprudencia de la que no tardé en arrepentirme. Hubo una oferta y un acuerdo. Gadocha, su amigo argentino y Héctor Rial (ex futbolista) quedaron a cargo de la transacción, nosotros viajamos urgente a Sindelfingen para tomar el bus para Munich. Polonia cumplió con lo prometido frente a Italia y Argentina se clasificó tras golear a Haití. Jamás supe los alcances y la intimidad de aquella negociación ni el destino de la plata. Fiel a su costumbre, el tiempo alumbró múltiples leyendas relacionadas con ese pacto. Impolutos caballeros moralistas juzgaron y condenaron a sus actores. Quizás en el futuro aparezcan nuevas interpretaciones porque como decía Carlos Marx ‘El presente es manejable, el pasado, imprevisible’”.
Lo cierto es que Polonia, campeona olímpica dos años antes en Munich, venció 2-1 a Italia el 23 de julio de 1974 ante 69 mil personas en el Neckarstadion de Stuttgart, tal como pretendía la selección argentina, pero ahora todo indica que casi todos sus jugadores ganaron sin saber que había alguna incentivación para ellos y que ese dinero que recibió Gadocha nunca habría salido de su bolsillo.
El intermediario al que se refiere Vega Onesime, se llamaba Iggy Bocwinski, hijo de emigrantes polacos nacidos en la Argentina, quien comenzó a trabajar en la sucursal de Varsovia de la empresa Pan Am a fines de los años Sesenta. Muy aficionado al fútbol, un día conoció a Gadocha y se hicieron amigos y lo acompañó en ese Mundial.
En 2004, treinta años después del Mundial de Alemania, Bocwinski otorgó una entrevista a Súper Express de Polonia y en ella admitió que hubo 18.000 dólares /de los 25.000 originales)porque, según él, la diferencia estaba en manos del entonces delantero argentino Rubén Ratón Ayala.
“Cuando conocí al equipo argentino, nadie confiaba en mí allí y no me sorprende porque no me conocían. Ellos me dijeron que trajera una carta de Gadocha en la que decía que aceptaba el acuerdo”, sostuvo Bocwinski, quien afirmó: “Robert se guardó el dinero para sí mismo”. En la Polonia de aquel tiempo, dentro de la órbita socialista, 18.000 dólares eran una fortuna. Baste mencionar que el bono oficial para cada jugador era de 40 dólares por cabeza, según refirió el periodista Dariusz Jaron en el sitio web www.interia,pl.
Bocwinski siguió contando que la actitud de Gadocha, de quedarse con el dinero, “me sorprendió por completo. Cuando le entregué la bolsa, le pregunté cómo iba a dividir el dinero. Luego dijo ‘¿sabes qué?, no les digas nada a los muchachos. Nuestra estrategia para el partido con Italia fue salir a ganar’. Me sorprendió mucho esta actitud de Gadocha”.
La cuestión es que en el referido partido decisivo (para los argentinos) ante Italia, el DT de la ya clasificada Polonia, a los 38 minutos, Henryk Kasperczak cruzó suavemente la pelota al área, Andrzej Szarmarch saltó y con un cabezazo perfecto batió a Dino Zoff. Antes del descanso, otro gol para los polacos: otra vez asistencia desde 16 metros de Kasperczak pero para Kazimierz Deyna, y éste sacó un remate que hizo entrar a la pelota por al lado del poste: 2-0.
Cinco minutos antes del final del partido, Favio Capello marcó el descuento pero de nada sirvió. Argentina le ganó 4-1 a Haití (con dos goles de Héctor Yazalde, y los otros de Ayala y René Houseman) y logró la clasificación como segunda de grupo, por delante de los italianos.
El escándalo mayor se suscitó en Polonia cuando Grzegorz Lato, el goleador de aquel Mundial y gran figura del fútbol de su país, reconoció al Przeglad Sportowy que se enteró de la incentivación cuando coincidió en el Atlante de México con el goleador argentino Rubén Ayala entre 1982 y 1984, cuando éste le preguntó un día, por curiosidad, “qué hicieron con el dinero que les dimos” y que desconocía cualquier negociación hasta ese momento.
Esta declaración de Lato fue una bomba para los ex integrantes de la selección polaca en el Mundial 1974 y el escándalo fue mayúsculo. El ex arquero Jan Tomaszewski, héroe de la clasificación al Mundial en Wembley ante Inglaterra, sostuvo entonces: “Dije que nunca volvería a darle la mano a Gadocha. Tengo un gran rencor contra él, no sólo por este dinero sino también por el hecho de que ciertamente no podía concentrarse en el juego. Después de todo, tenía que pensar todo el tiempo qué sucedería si lo atrapaban. En ese caso, se enfrentaría a la descalificación de por vida”.
El propio Gadocha se defendió recién en 2013, en otra entrevista con el periodista Rafal Horkowski, del Polsat Sports, luego de largos años en silencio, exiliado en los Estados Unidos. El delantero negó todo. “Mi nombre fue usado. De todos modos, sólo rastree mi carrera. No hay información sobre arreglos de partidos o cualquier otra estafa. ¡Fui puro como una lágrima! Siempre estuve enfocado en el juego. Ese era mi trabajo”, y se preguntó por qué todo esto apareció 30 años después de aquella Copa. “Siempre aparecen las mismas imprecisiones. Se llegó a decir que debían darle este dinero a mi esposa en una caminata pero no teníamos forma de salir del hotel porque siempre había alguien. Sólo salimos a caminar con todo el equipo”.
En ese Mundial, Polonia fue tercera al vencer a Brasil con un gol de Lato, que resultó ser el máximo anotador del torneo.
Fuente: Télam