Bioy Casares: vivió a la sombra de Borges

Vivió a la sombra de Borges y nunca terminó de entrar al panteón de escritores argentinos: ¿por qué leer hoy a Bioy Casares?. Se reedita la obra completa del autor de “La invención de Morel”, que fue un innovador en géneros como el policial y la ciencia ficción. Aunque su consagración siempre es discutida, sobran motivos para acercarse a sus libros.

Por: Pablo Nardi1 Adolfo Bioy Casares no termina de consagrarse en el canon literario argentino, y eso lo favorece.Adolfo Bioy Casares no termina de consagrarse en el canon literario argentino, y eso lo favorece.

En muchos casos, una publicación editorial es apenas una apuesta económica. Pero a veces los acontecimientos editoriales abren interrogantes, producen discusión. Ahora que Penguin Random House reedita la obra completa de Adolfo Bioy Casares en quince libros bajo el sello Alfaguara, vale la pena preguntarse cuál es la vigencia del autor de Diario de la guerra del cerdo. O mejor dicho, ¿qué tienen para decirnos La invención de Morel, La trama celeste y El sueño de los héroes, por mencionar sus libros más importantes?

La pregunta no es de respuesta obvia. Pese a las similitudes, Bioy no es Borges, tampoco es Cortázar. El hecho de haber sido tan amigo de Borges lo coloca siempre en un lugar de sospecha, como si su éxito literario tuviese menos que ver con la literatura que con un rebote proveniente de su amigo. Borges, con toda su genialidad, era radioactivo: es probable que para su entorno, en lugar de brillar, encandilara.

Las preguntas se amontonan: ¿tiene sentido leer a Bioy por fuera de Borges? ¿La invención de Morel no será, en el fondo, la novela que le hubiera gustado escribir a Borges, cosa que se sugiere en el mismo prólogo de la novela? ¿Y si la obra de Bioy no es más que un mero contexto para leer con aún más placer a Borges? Cada tanto se escucha, en los bajofondos literarios, que el mejor libro de Bioy es nada más y nada menos que su monumental Borges, hoy retirado de librerías y convertido en una de las joyas más importantes de los últimos años.

Como decía el propio Borges, nadie quiere deberle nada a sus contemporáneos, y Bioy menos que menos. La editorial organizó una charla compuesta por Esther Cross, Carlos Gamerro y Gonzalo Garcés en la sala Julio Cortázar de la Biblioteca Nacional, como forma de presentar la colección. El evento, más allá de la iniciativa de prensa, es una buena oportunidad para saber cómo tres grandes lectores piensan la obra del autor de La trama celeste.

A priori, la propuesta es tentadora: al reeditarse la obra completa del autor, los oradores pueden elegir absolutamente cualquier parte de sus ficciones para meterse dentro, abrir ventanas y recorrerla en cualquier dirección. Hay divergencias, pero también hay puntos en común: hablar de Bioy es hablar de la forma de percibir la realidad, el modo en que se construye el yo, y la vuelta de tuerca en géneros como literatura fantástica, policial y ciencia ficción.

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¿Qué tan real soy?

“Entre todos los seres humanos hay barreras difíciles de franquear, pero creo que Bioy Casares fue un hombre más separado del resto que la media, y esta es una clave de su obra”, dice Gonzalo Garcés. Para el escritor, las mejores ficciones de Bioy Casares están atravesadas por ciertas verdades que suelen descubrir sobre las relaciones humanas las personas que tienen mucho que ocultar, sobre todo los tímidos y los infieles. Por eso, para hablar de la obra de Bioy prefiere acuñar el término “literatura de trampa”. Y explica: las personas infieles no son exactamente las mismas cuando están con la pareja oficial que con un amante. “La identidad personal no es tan monolítica, yo no soy una unidad constante, soy como una molécula que en combinación con cierta molécula doy por resultado una sustancia, pero combinado con otra molécula doy otra sustancia”.

Un cuento de Bioy donde se ve este fenómeno es “En memoria de Paulina”. Es la historia de un hombre que encontraba lo mejor de sí cuando coincidía en gustos con su prometida, Paulina. Pero Paulina se termina casando con Julio Montero, un tipo “vulgar, zafio, bruto”. Y al cabo de unos años, el protagonista se encuentra con Paulina y descubre que ella ahora habla parecido a Montero, con sus mismas torpezas y falencias.

Hasta ahí podría ser un cuento realista, pero estamos hablando de Bioy Casares. Al final, la verdad era otra: Montero había matado a Paulina en un ataque de celos, y el encuentro del protagonista era, en realidad, una proyección mental de Montero. Garcés explica que el final es desolador, pero más desoladora es la pregunta que surge: si la imagen que Paulina tiene del narrador es igual de falsa, finalmente, ¿conozco a la persona que amo? ¿o lo único que puedo llegar a conocer es lo que yo mismo proyecto?

Esther Cross señala que Bioy Casares es uno de los grandes escritores que forman nuestra tradición literaria, y, a diferencia de la falta de sinceridad que le atribuye Garcés, sostiene: “Bioy Casares es un autor que se siente muy cercano, y eso no es usual”. Cross elige el cuento “El perjurio de la nieve”, un cuento que puede considerarse “El aleph de Bioy” (la comparación con Borges es inevitable) porque condensa todos sus temas.

Es un cuento que se le ocurrió conversando con Borges y escribió once años después, que “habla del anhelo de los seres humanos de dejar constancia de que fueron reales”. Y acá, de nuevo la vuelta de tuerca con los géneros: si alguien quiere dejar constancia de que fue real, es porque la realidad no es tan fácil de asimilar. Cross explica: “Bioy no intenta volver verosímil lo fantástico, sino volver verosímil la realidad, porque la realidad es lo más raro”. De alguna manera, Bioy presenta la literatura fantástica como una obra realista, y ese es uno de sus grandes aportes.

Innovador de géneros

De hecho, saliendo del tema de la identidad, otro ángulo desde el que se puede mirar la obra de Bioy es el de los géneros literarios. Los géneros son convenciones, normas a las que un escritor decide plegarse. Ahora bien, un escritor que deja su impronta es aquel que hace algo con el género además de reproducirlo. Podríamos pensar en la parábola de los talentos que cuenta Jesús: ¿qué hace cada hijo con el dinero que les da su padre? ¿Lo mantiene tal como está, o lo hace crecer? ¿Qué hace el escritor cuando decide escribir un policial, un relato de ciencia ficción?

A mediados del siglo XX, hay una serie de escritores rioplatenses que hicieron crecer al género fantástico: Cortázar, Silvina Ocampo, Felisberto Hernández, Onetti, Borges, y Bioy Casares. Carlos Gamerro llama al conjunto de estas literaturas “ficciones barrocas”. Estas ficciones producen “cruces no habituales, escandalosos”, como cuando se descubre que nuestra realidad son los sueños, que la figuración del cuadro es más potente que la realidad, como imagina Oscar Wilde en El retrato de Dorian Gray. La reproducción termina siendo más real que lo real, o directamente la reemplaza.

Y más allá del fantástico, otros géneros asoman en su literatura. “La invención de Morel es nuestra primera novela de ciencia ficción, y si la literatura argentina tiene algún derecho a ocupar un lugar en el canon de la ciencia ficción, esa novela es nuestra carta más fuerte”, dice Gamerro. Al mismo tiempo, el cuento “El perjurio de la nieve” es, según Cross, una historia de dobles, y al mismo tiempo es un policial que nos permite reflexionar sobre las convenciones del género. “El mejor policial es el que nos muestra que la realidad y la verdad dependen del relato”, reflexiona. Gamerro coincide con lo innovador de las incursiones de Bioy en el relato policial.Carlos Gamerro, Esther Cross y Gonzalo Garcés conversaron en la Biblioteca Nacional en la presentación de la reedición de la obra completa de Bioy Casares. Foto: Gentileza Penguin Random HouseCarlos Gamerro, Esther Cross y Gonzalo Garcés conversaron en la Biblioteca Nacional en la presentación de la reedición de la obra completa de Bioy Casares. Foto: Gentileza Penguin Random House

Cuando surge la novela policial, en el siglo XIX, uno de sus desafíos es proponer un problema que parece sobrenatural, pero luego debe ser explicado por lo que consideramos aceptable en nuestro mundo cotidiano. Por ejemplo, “Los crímenes de la calle Morgue”, de Poe, cuando la explicación es que había un orangután que se había escapado y causaba estragos. Otro ejemplo: El sabueso de los Baskerville, de Conan Doyle, donde el monstruoso perro que parecía ser un fantasma y había matado a Charles era, en realidad, un perro grande pero natural que un vecino había pintado con fósforo para matar de un susto a los herederos y quedarse con la mansión. En el caso de Bioy, en cambio, las causalidades son sobrenaturales o pertenecen al ámbito de la ciencia ficción.

César Aira explica, en una entrevista, que en sus libros una abeja se puede convertir en Carlos Fuentes, pero un hombre nunca saldría en pantuflas a comprar al kiosco si ese día llueve, porque no tiene sentido. Del mismo modo, Gamerro explica que el encadenamiento lógico racional puede existir aún en explicaciones mágicas o de ciencia ficción. “Bioy plantea una lógica de lo fantástico, y de paso muestra que no necesariamente la racionalidad es realista o que el realismo es racional”, y destaca: “Se aprende mucho leyendo a Bioy”.

El otro, el mismo

La canonización de un escritor nunca es totalmente beneficiosa. Existe el riesgo de que la figura quede petrificada, visitada tantas veces que al final solo se reproduzca su eco. Bioy, afortunadamente, no tiene su lugar asegurado en el canon, y eso lo favorece. Las opiniones divergen, no hay consensos sobre su obra y esas divergencias son las que sacan chispas. En una de las tantas conversaciones con Silvina Ocampo, Borges y Bioy coinciden en que un buen personaje debe ser como Jesús: debe cambiar a lo largo del tiempo, pero tiene que seguir siendo reconocible. El hecho de que Garcés, Cross y Gamerro vean algo distinto en Bioy Casares confirma que es un autor no petrificado a quien se puede descubrir y redescubrir.

“El encuentro de géneros literarios, las maneras de ver la realidad, lo fantástico, la policial, la ciencia ficción y lo que propongo como un género nuevo –la ficción barroca–”, enumera Gamerro, al cierre de la charla, “el hecho de medirse con una realidad social y política tan rica como el peronismo de esos años; por eso seguimos leyendo, publicando y aprendiendo de estos maestros, entre los cuales Bioy ocupa un rol preponderante”, termina el autor de Las islas. Vuelve la obra completa de Bioy, para quien quiera asomarse a todo eso.

Fuente: Télam