La Recoleta y un piletón que ya no está
Buenos Aires perdida. El estanque de los años 30 que cambió de uso en una plaza emblemática de Recoleta
Desde su creación, se había convertido en un piletón utilizado por los fanáticos del modelismo; las nuevas demandas y las complejidades para su mantenimiento motivaron la transformación
Los diez alumnos, de guardapolvos blanco y moños oscuros, miran a la cámara. Sonríen, están a punto de comenzar su aventura. Sostienen con sus manos pequeños barquitos que flotan en un piletón, delante de señoras y señores, quizá sus maestros del colegio. La imagen se completa con otros alumnos que espían por encima de los hombros de sus compañeros y varias personas, algunos con galeras, más atrás, en un barranco elevado.
La foto en blanco y negro muestra el estanque en los años 40, poco tiempo después de haber dejado de pertenecer a una planta potabilizadora para comenzar a ser parte de la plaza Rubén Darío, en Recoleta. Esos barquitos fueron los primeros de una actividad que se afianzó décadas después con ejemplares a escala que surcaban las aguas, recuerdos nostálgicos de los fanáticos del modelismo y de los frecuentes visitantes de ese tradicional espacio público.
Barcos, submarinos y veleros en miniatura serán parte de la historia del estanque, que también supo brillar durante las noches como una fuente iluminada, por los cambios en la estructura y la readecuación del espacio de acuerdo a la demanda de los usuarios de la plaza. El estanque ya no cuenta con el cerco perimetral y está sin agua; ahora tiene postas aeróbicas, circuitos de calistenia, aros de básquet y canchas de fútbol de distintos tamaños.
El espejo de agua se encontraba cerca del Museo Nacional de Bellas Artes, en la plaza antes llamada Justo José de Urquiza comprendida entre la calle Austria y las avenidas Del Libertador, Figueroa Alcorta y Pueyrredón. Pertenecía a una planta de Obras Sanitarias que se desmanteló en 1930 y fue convertido en estanque público en 1936 por el entonces intendente Mariano de Vedia y Mitre.
Los modelos a escala fueron partícipes de toda la historia del estanque, que en 1998 fue enrejado para evitar intrusiones. Veleros, lanchas y hasta hidroaviones solían verse a menudo como en aquella reinauguración de octubre de 2005 con una gran fiesta de modelos a escala.
Las nuevas demandas de un espacio que fue adquiriendo más presencia de deportistas amateurs parece haber marcado el rumbo definitivo de la transformación. Hoy el espacio tiene acceso por ambos laterales mediante escaleras y rampas, y adentro está colmado de personas que realizan actividad física.
“El piletón era un espejo de agua de una superficie de 70 metros por 30 metros que no cumplía con ningún tipo de función ambiental, sino todo lo contrario. Se llenaba con agua corriente y se cambiaba cada dos meses, una forma de malgastar ese recurso sin contemplar un uso racional del mismo”, argumentaron fuentes de la Comuna 2, donde se tomó la decisión de transformar el lugar.
El estanque se encontraba “cerrado sin acceso al público por seguridad ya que la gente se bañaba de forma indebida y se encontraban animales ahogados”. Además, de acuerdo a la explicación oficial, el mantenimiento del caudal del agua “era superfluo y peligroso por la amenaza del dengue” y antes estas circunstancias “se decidió vaciarlo”.
“Debido al considerable crecimiento de actividades deportivas que se realizan en el entorno, sobre todo en la pospandemia, a la necesidad de cuidar la superficie cespitosa y al pedido de vecinos de generar espacios nuevos para realizar deporte, se optó por generar un playón deportivo, una elección acertada a las luces del uso que en la actualidad se consolida día tras día”, sostuvieron desde la comuna.
En efecto, el lugar es totalmente diferente al que se recuerda de otros tiempos. No hay agua, no hay rejas.
Nuevos usos
El interior del viejo estanque tiene ahora tres aros de básquet con mini canchas para jugar mano a mano. También una cancha de fútbol sintético modo papi fútbol y otras cuatro con dimensiones de fútbol tenis donde hay personas que realizan sus rutinas deportivas, en conjunto, solas o con personal trainer.
“Antes entrenábamos en el pasto, pero acá estamos mejor porque hay más espacio y la alfombra sintética es la misma de donde jugamos los fines de semana”, cuenta Joaquín Bruno, en una pausa en la rutina. Está haciendo pasadas y ejercicios de reacción y fuerza que lo ayudan a prepararse para el próximo partido.
“Si ganamos los dos que nos quedan, somos campeones”, dice a su lado Faustino Arrastaúa, hidratándose para soportar el calor agobiante del mediodía. “Venimos ahora porque después de las cinco de la tarde, esto explota, no hay lugar para nada”, afirma.
Simón de la Fuente es el otro integrante del tridente que se prepara para dar la vuelta en el torneo de fútbol que juegan en el Parque Sarmiento. Son estudiantes de kinesiología, sistemas y software y administración, todos de Trenque Lauquen, donde vuelven cada vez que pueden porque extrañan “las medialunas de Levain, las mejores de toda la provincia”, dicen con una sonrisa cómplice que solo ellos entienden.
“Nosotros armamos nuestras propias rutinas de entrenamiento, nos movemos y hacemos ejercicios combinados. Es una buena alfombra, el resto de las postas parecen muy buenas y la gente las usa bastante”, reconoce De la Fuente.
Alrededor del estanque devenido en gimnasio están cortando el césped. Hay un lindo aroma a verde, pero los mosquitos no dan tregua. Repelente, condición indispensable para entrenar allí.
Los mosquitos no parecen ser un problema para Arturo Justo que lleva su cabeza envuelta con una remera y suda mientras practica artes marciales. La cara se le deforma en cada movimiento, está compenetrado en su rutina, pero se permite unos minutos para dar su opinión. “Yo estoy viejo, necesito mear bastante seguido y acá no hay baños. La verdad, son necesarios porque no te queda otra que hacer lo tuyo atrás de un árbol”, suelta sin descaro.
“Faltan baños y puestos de hidratación. ¿Sentís el calor que hace? Puedo venir con mi botellita, pero lo lógico sería que haya hidratación”, sigue. Y tiene más: “El lugar está bueno, la verdad que los elementos son de primera, pero cuando llueve hay sectores que se inundan”.
La creación de un escenario deportivo en un viejo estanque va de la mano con una tendencia en toda la ciudad.
Según datos oficiales este año hubo 31 nuevas intervenciones en infraestructuras deportivas en circuitos de calistenia (en Boulevard Rovira, Plaza de los Periodistas, Plaza Dr. Onésimo Leguizamón, Plaza Nicolás Granada, Boulevard Rivadavia, Plaza Unidad Latinoamericana, Paseo de la Chacarita, Plaza 25 de Agosto y Parque Centenario, además de la plaza Rubén Darío), en playones (Parque Thays, Paseo de la Chacarita y Plaza Rubén Darío), skateparks, pista de atletismo y otros circuitos deportivos.
En total, hoy hay 542 áreas deportivas: 325 corresponden a postas aeróbicas y 217 a áreas deportivas como canchas, pistas y playones de fútbol, básquet, fútbol-tenis, voley, mini fútbol, patinaje, parkour, metegol, skate, bochas y ping-pong.
La plaza Rubén Darío, escenario de concentración de runners, ya había tenido una intervención para mejorar su capacidad de entrenamiento. Fue en 2017 cuando en todo el entorno se colocó un sendero similar a un carril de pista de atletismo (de 1,22 metros de ancho por 1280 metros de extensión). El trazado de carpeta sintética aún funciona, aunque otras de las promesas que había sido parte del anuncio quedaron en el camino como los sensores conectado a un Sistema de Monitoreo de Rendimiento Deportivo mediante tótems y las pulseras personales con chip para controlar los entrenamientos.