Amelita Baltar
La rompecorazones que se convirtió en musa inspiradora de Astor Piazzolla: “Siempre viví como viven los hombres”
Por: Nancy Duré
Amelita Baltar en la reinauguración de Clásica y Moderna (RS Fotos)
A la hora pautada, Amelita Baltar descorcha una botella de champagne y se dispone a disfrutar de una charla amena. “Yo siempre viví como viven los hombres”, dice con una copita en la mano. Y es verdad. La cantante de espléndidos 83 años -a pesar de su coquetería no tiene problema en decir su edad-, fue una adelantada para las mujeres de su época. De manera que, haciendo caso omiso a los prejuicios de la sociedad, que censuraban en las damas lo que alentaba en los varones, siempre se permitió disfrutar a pleno de su libertad. Incluso, cuando de amoríos se trataba.
En diálogo con Infobae, la intérprete que actualmente conduce El nuevo rumbo en La 2×4, hace un repaso de sus inicios y cuenta que su vocación surgió cuando era apenas una niña. “Recuerdo haber cantado desde siempre. Íbamos en el auto con papá y mamá de Buenos Aires a Junín, porque toda mi familia era de allá aunque yo nací en Recoleta. Y yo cantaba cualquier cosa, porque lo que me gustaba era cantar. No importaba si era una canzonetta napolitana o folk rock. Pero después, cuando me separé de Astor Piazzolla en el ‘75, él me dijo que mi voz estaba hecha para el tango tradicional. Ahí me di cuenta de que conocía un montón de pedacitos de esos temas que escuchaba mi padre en la radio, pero no me sabía ninguna letra entera”, explica.
Allá por el ‘68, Amelita había grabado su primer disco solista,Para usted, que le permitió alzarse con el premio revelación en el Festival nacional del disco de Mar del Plata. Para entonces, ya se había separado de Alfredo Garrido, con quien había tenido a su primer hijo, Mariano, que hoy tiene 59 años. Y, según confiesa, estaba noviando sin mayor compromiso con alguno que otro. Sin embargo, cuando la vio, el creador de Balada para un loco no pudo resistirse ni a su talento, ni a sus encantos femeninos. Así que la convocó para protagonizar la ópera tango María de Buenos Aires, que había compuesto junto a Horacio Ferrer. Lo de Astor fue un verdadero flechazo. Lo de Baltar, evidentemente, no. Pero, sea como fuere, la relación duró siete años y dio mucho que hablar hasta el día de hoy.
Amelita en el estreno de María de Buenos Aires (Instagram)
“Cuando nos conocimos, yo estaba haciendo folclore en un café concert. Él había ido a ver a Osvaldo Tarantino, que después fue su pianista. Y me encontró a mí. Pero no hubo ninguna flecha. ¡Nada! El chico con el que yo salía en ese momento me dijo que Astor me había escuchado y quería saludarme. Yo pregunté: ‘¿Quién es?’ Porque él todavía no había grabado, así que no tenía difusión en la radio. Me explicaron que era un tipo que tocaba el bandoneón y que estaba más o menos bien. Pero cuando lo vi, yo que en ese momento tenía 27 años y era una nena bien, me decepcioné. Estaba no muy bien vestido, era un poco gordito, estaba algo peladito…¡y me llevaba 20 años!”, señala Baltar.
La cantante recuerda que Piazzolla elogió sus dotes musicales y ella le agradeció tratándolo de “señor”. “Me dijo que quería escuchar mi tesitura y yo pensaba: ’¿De qué hablará este hombre mayor?’ Pero a los pocos días me llamaron de parte suya, para decirme que iba a ir a tomar el té a la casa del muchacho que estaba conmigo y que quería verme para probar unas cosas en el piano. La cuestión es que él empezó a tocar algunas notas y yo las repetía sin tener la menor idea de lo que era. Después me di cuenta de que estaba cantando el leitmotiv de María…, que era bastante difícil. Cuando terminé, me dijo: ‘¡Qué oído tenés!’. Y yo lo miré como diciendo: ‘¡Qué se creerá éste!’”.
La cuestión es que, después de ese encuentro, Piazzolla le pidió el teléfono de su casa. “Yo se lo di con un poco de recelo, porque era un hombre grande. Pero a la semana me llamó, como a eso de las siete y media de la tarde. Y me invitó a comer a Hoyo 19, que quedaba en Las Heras y Ayacucho a pocas cuadras de mi casa. Yo corté y le dije a mi mamá preocupada: ‘El señor mayor me invitó a salir a las nueve porque tiene que hablarme’. Pero ella me contestó: ‘¡No seas ridícula! ¿Qué te va a pasar?’ Y eso que yo soy deschavetada, pero me daba cosa ir. Igual fui”, cuenta quien al poco tiempo se convirtiera en la protagonista de la famosa ópera tango.
Amelita Baltar junto a Astor Piazzolla (Instagram)
¿Si ahí Piazzolla logró seducirla? ”¡No, él no me sedujo nunca! Ese día él quería seguirla, porque era su cumpleaños. Y yo llamé a un íntimo amigo mío para que me rescatara. Entonces quedamos en que me esperaba en una boîte que quedaba en frente del Hotel Alvear, donde cada vez que entraba me ponían un tema de Iva Zanicchi. Porque yo era muy nochera y ya me conocían…Así que, cuando llegamos, lo saludé al disk jockey. Y Astor me preguntó por qué me pasaban esa canción. La cosa es que en un momento lo saqué a bailar y él me dijo que no podía mover ni un solo pie. Así que no bailamos. Pero después me dijo si podíamos ir a tomar otro whisky a su casa. Y, para mí, la cosa se ponía cada vez más verde. Pero fuimos los tres y Miguel Ángel, el pibe que había ido a acompañarme, se puso a cantar La Felicidad y otros temas por el estilo. ¡Pensé que el otro se desmayaba, pero se ve que ya estaba un poco entonado! Y después me llevó a mi casa”.
Lo cierto es que, llegado un momento, los astros se alinearon para el compositor. “Pasaron varios meses hasta que Piazzolla me empezó a tirar los galgos. Yo salía con otro muchacho, con el que iba y venía. Pero nada que ver con él. Cero onda. Empezamos a trabajar la obra en la casa de él, en Libertador, pero yo a la noche me iba con mi guitarra a cumplir con mis compromisos de folclore, que a él no le gustaba. Hasta que un 8 de mayo se estrenó María…en un teatrito de Suipacha y Paraguay, abajo de una galería bastante atorranta, que tenía Carlos Gandolfo. Ahí fueron todos, desde Vinicius de Moraes hasta los rockeros que todavía me siguen”, relata Amelita. Y confiesa que la relación sentimental con Astor comenzó gracias a las copas de más.
“En un momento empezó a pedirme que lo acompañara a todos los lugares a los que lo invitaban para no tener que ir solo. Y después me invitaba a tomar algo a su casa, pero yo me escapaba y me bajaba en la mía, que quedaba en Ayacucho 1239. Lo dejaba con las ganas. Hasta que un día no sé si me había tomado muchos whiskys o qué, pero le di que sí. Y ahí pasó algo que no me disgustó… ¡Pero yo siempre salía con muchachos más jóvenes! Para mí era un viejo, por eso le decía que no. Y así fue como empezamos nuestra historia”, comenta con picardía.
El maestro Piazzolla y Amelita Baltar (Instagram)
¿Si se reconoce como la musa de Astor? “Tal vez sí, habría que habérselo preguntado a él. Hubo un solo tema que, después de haber pasado la noche en su casa, se puso a componer dedicado a mí. Cuando yo terminé de bañarme y bajé, lo encontré parado frente al piano tocando lo que se convirtió en Milonga en Ay menor y me dijo que yo lo había inspirado. Después, con Horacio se juntaban a escribir en todo momento, pero yo trataba de no estar. Con el tiempo Piazzolla me compró un departamento al lado del suyo, donde yo vivía con mi hijo más grande al qué él adoraba. Hasta le enseñaba a pescar cuando íbamos al sur. Y Mariano amaba estar con él”, recuerda.
La pareja, en tanto, llegó a su fin en el año ´75. “Estaba viviendo con Astor en Italia desde hacía un año y medio y mi hijo lloraba cada vez que recibía mis cartas, porque me extrañaba. Así que me volví”, dice Baltar. Y reconoce que, tras la ruptura, temió por el futuro de su carrera. “Yo sabía que tenía algo. Pero había estado al lado de un hombre que ya era considerado un grande en todo el mundo. Y los temas que yo cantaba los había escrito él para mí. Así que dije: ‘Ahora que no está Piazzolla conmigo en el escenario, no voy a tener el éxito que tuve’. Pero tuve el mismo éxito y más”, cuenta.
Obviamente, a su regreso al país unos meses más tarde, el compositor intentó retomar la relación con Amelita. “Me llamó y fue a casa, con el pretexto de ver al perrito yorkshire que me había regalado en París. Y quería volver. Porque era adoración lo que él tenía conmigo”, señala la cantante. Pero, para ella, el ciclo ya estaba cerrado y por varios motivos.
Amelita junto a sus hijos, Mariano y Patricio (Instagram)
Tiempo atrás, Amelita había contado que había tenido que interrumpir un embarazo de Piazzolla porque él no quería tener hijos. Y, sin querer ahondar sobre ese doloroso asunto, reconoce: “Eso me hizo mucho daño. Muchísimo. Cuando él vino de Europa pensando que me recuperaba, me dijo que se iba a ir unos días a Brasil para que yo pudiera pensar una respuesta. Y, justo en ese ínterin, lo conocí a Ronnie Scally, mi tercera pareja y el padre de mi hijo Patricio que hoy tiene 42 años y me hizo abuela de Brianna, de un añito. Así que, cuando volvió, le conté que ya estaba con otro. Y casi se muere”.
Sin falsa modestia, Baltar reconoce haber sido una rompecorazones: “Fui una mujer muy amada. A los tres hombres que te conté, los dejé yo. Alfredo tuvo que ir a un psicoanalista porque él pensaba que su relación conmigo iba a ser para siempre. Con Astor me pasó que no me podía soltar. Y a Ronnie le sucedió algo parecido, porque al los meses me llamó para verme de nuevo. Así que por los tres hombres he sido querida, adorada y respetada. Porque te puedo asegurar que nunca, ninguno de ellos estuvo con otra mujer. ¡Jamás me metieron los cuernos!”. ¿Si ella fue alguna vez infiel? “Yo, por ahí, alguna picardía me he mandado…”, confiesa Amelita.
Claro que, lejos de sentirse avergonzada por sus deslices, la cantante se siente orgullosa de haber disfrutado a pleno de su libertad. “Yo era muy linda y tenía un físico de la gran siete. Además era muy libre. Y siempre digo que viví como un hombre. ¿Viste que ellos tienen sus infidelidades a la tarde, cuando las esposas los llaman a la oficina y les dicen que se fueron a almorzar? Y lo hacen sin culpa. Bueno, yo no tenía ninguna culpa. Fui una adelantada, realmente. Porque yo hacía lo que quería. Y, cuando no quería más, decía: ‘Se acabó’”, afirma.
La felicidad de Baltar al recibir a su primera nieta, Brianna (Instagram)
De todas formas, Baltar asegura que nunca se sintió juzgada por la sociedad. “Mis amigas han sido todas muy sobrias y, las que me quedan, todavía son solteras. Solteronas, bah”, dice. Y, aunque sabe que está “regia” y no le cierra las puertas al amor, cree que los hombres se amedrentan al ver a una dama tan fuerte como ella. “Me gustan muy seguido algunos señores, muchos de ellos más jóvenes, pero no hago nada. Porque, además, siento que me tienen un poco de miedo. Los tipos se asustan cuando están frente a una mujer independiente. Es un tema muy embromado. Y, para que se animen, tienen que estar enamorados como estuvieron Alfredo, Astor y Ronnie. Pero a mí siempre me importó un bledo. Si ellos viven con libertad, ¿por qué no vivir igual?”, señala.
No obstante, después de mucho desearlo, Amelita se convirtió en abuela y no puede evitar priorizar a la nueva integrante de la familia por sobre las relaciones. “Todas las señoras de mi edad lo primero que me preguntaban era si tenía nietos. Y yo les tenía que decir que no. Pero ahora que tengo una nieta, que además es linda, pero linda, linda, ya no me lo preguntan. No sé si será la única, pero es la primera y es una bendición. Así que estoy feliz de la vida. Siempre fui muy feliz y los sigo siendo”, concluye la cantante.
Fuente: Infobae