La vida de Marco Polo
A 700 años de la muerte de Marco Polo, el viajero veneciano que llegó hasta China y fue acusado de fabulador
La publicación de sus crónicas de viaje “Il Millone” revelaron la existencia del papel moneda, las costumbres de pueblos casi desconocidos y las monumentales obras del emperador mongol. Sin embargo, las descripciones que realizó en algunas de sus crónicas provocaron que se lo señalara como un inventor de ficciones
09 Ene, 2024 01:08 a.m. AR
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A 700 años de la muerte de Marco Polo, algunas de esas dudas aún persisten, como tampoco se sabe exactamente si el viajero dejó este mundo la noche del 8 de enero o la madrugada del 9 de 1324, a una edad muy difícil de alcanzar en esa época, casi 70 años
En uno de sus textos, el fraile domínico e historiador de los siglos XIII y XIV, cuenta que cuando Marco Polo estaba frente a una muerte próxima, un pariente preocupado por el buen nombre y honor de la familia le pidió que corrigiera o eliminara de sus crónicas de viaje todo lo que no fuera cierto y que el famoso viajero veneciano, enojado, le respondió:
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-¡Solo he contado la mitad de lo que realmente vi!
El familiar se refería a los relatos que Polo había dado a conocer en el manuscrito “Il Millione” (El Millón) que hoy se conoce como “Los viajes de Marco Polo” y el pedido tenía sus motivos, porque mucho de lo que allí se contaba – y que maravilló primero a la sociedad veneciana y luego a la europea – sobre el misterioso extremo oriente era muy difícil de creer.
A 700 años de la muerte de Marco Polo, algunas de esas dudas aún persisten, como tampoco se sabe exactamente si el viajero dejó este mundo la noche del 8 de enero o la madrugada del 9 de 1324, a una edad muy difícil de alcanzar en esa época, casi 70 años.
Memorias dictadas
Como Miguel de Cervantes con el Quijote – publicado tres siglos después de la difusión del manuscrito de los viajes -, Marco Polo escribió sus relatos cuando estaba en la cárcel, pero allí terminan las similitudes. Porque el Manco de Lepanto lo hizo con la única mano que le quedaba, mientras que el veneciano no escribió una sola línea, sino que en 1296 dictó las memorias de sus viajes a otro prisionero, el escritor Rustichello de Pisa.
Además, el texto de Cervantes es por completo una ficción – y no solo una, sino la que inaugura la novela moderna -, mientras que los relatos de Marco Polo se presentan como una crónica de viajes, que quizás se pueda hermanar más con “Relación del primer viaje alrededor del mundo” que otro italiano, pero de Vicenza, Antonio Pigafetta escribió más de dos siglos después sobre la circunnavegación de Magallanes, de la cual fue uno de los 18 sobrevivientes.
Por eso, aún en su época, hubo muchos que acusaron a Marco Polo de haber imaginado mucho más que visto lo que contaba y que jamás había estado en los lugares que describía (Hulton Archive/Getty Images)
El manuscrito fue difundido hacia 1298 e inmediatamente causó sensación, porque abría una ventana al exótico y distante mundo del Oriente era irresistible y contenía relatos fantásticos de civilizaciones y costumbres increíblemente extrañas a la Europa medieval.
Por entonces, el mundo conocido por los europeos no iba mucho más allá del actual Oriente Medio y las pocas noticias que se tenían de lo que estaba más allá eran generalmente confusas y muy mitificadas. Los intercambios comerciales de los europeos con el Extremo Oriente casi nunca eran directos, sino que estaba intermediados por los persas.
Por eso, aún en su época, hubo muchos que acusaron a Marco Polo de haber imaginado mucho más que visto lo que contaba y que jamás había estado en los lugares que describía.
Quizás previendo esas críticas, en el prólogo del manuscrito, el viajero veneciano y su escriba aclaran que lo que allí se cuenta no es solo lo que Marco Polo vio con sus propios ojos sino que también incluye lo que otros, durante los viajes, le contaron.
Así, en los relatos, se entremezclan descripciones geográficas y arquitectónicas precisas, con islas habitadas por caníbales que adoraban a animales vivos, otras donde viven primitivos hombres con cabeza de perro, y hasta un pueblo frente a las costas de Omán, donde los hombres y las mujeres viven separados en dos islas.
Una pintura sobre las aventurasde Marco Polo en Oriente (Hulton Archive/Getty Images)
El viaje a China
Marco Polo nació en el seno de una acaudalada familia de mercaderes venecianos el 20 de septiembre de 1254. En 1271, cuando tenía 17 años, su padre Niccoló, y su tío Maffeo, lo sumaron al largo viaje que tenían planificado por Asia Oriental para llegar a la corte del líder mongol Kublai Kan, en China.
Para Niccoló y Maffeo era el segundo viaje y conocían las rutas comerciales que debían transitar, incluida la ya por entonces famosa Ruta de la Seda.
Llegaron a Acre, donde se encontraron con Tedaldo Visconti, que estaba allí en relación con la cruzada en la que estaba embarcado el futuro rey Eduardo I de Inglaterra y que pronto sería elegido papa con el nombre de Gregorio X. Luego se desviaron a Jerusalén con la intención de conseguir aceite de la lámpara del Santo Sepulcro y después siguieron viaje a Ayas.
Atravesaron Persia y el Imperio del Ilkanato, Samarcanda y el Turquestán y luego a través del Kanato de Chagatai.
Marco Polo cuenta que en Armenia vio el monte Ararat, donde quedó encallada el arca de Noé después del diluvio, y también describe fuentes negras y pozos de alquitrán, algunos en llamas, que siempre están encendidos, en lo que quizás sea la primera mención del petróleo – sin nombrarlo – que llegó a Occidente.
En ocasiones se detenían durante meses en algún lugar para hacer acuerdos comerciales, descansar, demorados por alguna enfermedad o a la espera de que se completara la caravana escoltada que haría más seguro en viaje.
Así, en 1275, después de una ruta de tres años y medio, los Polo finalmente alcanzaron la corte del Kan en su capital de verano de Shangdu, que hoy se conoce como Xanadú.
El líder impresiona al joven Marco, que lo describe así: “Kublai, quien es llamado gran kan o señor, es de estatura mediana, esto es, ni alto ni bajo; sus extremidades están bien formadas y en toda su figura hay una justa proporción. Su tez es clara y, ocasionalmente, está teñida de rojo, como el tono brillante de la rosa, lo cual añade mucha gracia a su semblante. Sus ojos son negros y espléndidos, su nariz está bien formada y es prominente”.
Una réplica de los textos dictados por Marco Polo (Reuters/Alessandro Bianchi)
Funcionario del Kan
Marco Polo quedó maravillado por lo que llama el palacio móvil del Kan, hecho de bambú y con lujosas decoraciones y un extenso jardín cerrado lleno de árboles, flores, fuentes y animales exóticos para su solaz disfrute.
“No lejos del palacio, sobre el lado norte, y casi a una distancia de un tiro con arco desde la muralla circundante, está un monte de tierra artificial, cuya altura es de cien pasos y el circuito en la base de cerca de una milla. Está tapizado con los más bellos árboles perennes, pues siempre que su majestad recibe información sobre un hermoso árbol que crece en algún lugar, lo hace desenterrar con las raíces y la tierra a su alrededor y, sin importar cuán grande y pesado pueda ser, lo hace transportar por medio de elefantes a este monte y lo incluye en la verde colección. Debido a este verdor perpetuo ha adquirido el apelativo de el Monte Verde”, cuenta.
También relata cómo está compuesta la corte, con nobles, soldados, sabios, monjes y magos. Una corte de la que muy pronto pasó a formar parte.
No queda claro a qué se debió la gran simpatía que Kublai Kan sintió por Marco Polo, pero pronto el joven viajero veneciano se ganó su confianza y fue designado emisario permanente e itinerante del Kan, una medida acorde con la política del gobernante mongol de no usar funcionarios chinos en la medida de lo posible.
Por esas funciones, durante los años que siguieron viajó por las regiones más remotas del Imperio Mongol, aprendió los idiomas locales, describió usos y costumbres y hasta llegó a ser nombrado vicegobernador de Yang Chow, cargo que ocupó durante tres años.
De todo eso hizo pormenorizados relatos en “El Millón” para asombro de los europeos. Al dictarle sus recuerdos a Rustichello de Pisa, Marco Polo sabe que con eso fascinará sobre todo a los reyes y nobles europeos, que se sentirá tentados a compararse.
“Vosotros, emperadores, reyes, duques, marqueses, condes y caballeros, y todas las demás personas deseosas de conocer las diversidades de las razas de la humanidad, así como las diversidades de los reinos, provincias y regiones de todos los rincones del Oriente, leed este libro”, hace escribir en el prólogo del libro.
Marco Polo permaneció 17 años en China, bajo las órdenes de Kublai Kan, hasta que en 1292 emprendió una última misión a su servicio escoltar a una princesa enviada para casarse con un gobernante mongol, Arghun, en Persia. Antes de partir, Kublai le dio un pasaporte de salvoconducto a través de su imperio y de los que eran sus estados vasallos, así como un regalo de despedida de joyas magníficas.
Cumplido ese compromiso, Marco Polo regresó a Venecia, seguro de que maravillaría a todos con todo lo que había visto.
En Roma se exhibe una réplica del testamento del veneciano (Reuters/Alessandro Bianchi)
La moneda y maravillas chinas
Se debe a los relatos de Marco Polo la primera mención de la moneda – como instrumento de intercambio – que tuvieron los europeos, que descubrieron, sorprendidos, como un simple papel, si cumplía con ciertos requisitos, podía tener mucho valor.
“La acuñación de este papel moneda es autenticada con tanta forma y ceremonia como si realmente fuese oro o plata puros; porque para cada billete un número de funcionarios, especialmente designados, no solo suscriben sus nombres sino que también colocan sus sellos y, una vez que todos lo han hecho de manera regular, el funcionario principal… luego de haber sumergido en bermellón el sello real confiado a su custodia, estampa con él el trozo de papel de tal manera que la forma del sello teñido con bermellón permanece impresa sobre él, y completa la autenticidad como dinero corriente y el acto de falsificación es castigado como delito capital”, cuenta en “El Millón”.
También los impresiona con su pormenorizada descripción del sistema postal y las estaciones para viajeros importantes montados por Kublai Kan en sus territorios.
“En cada gran carretera principal, a una distancia de veinticinco o treinta millas, según la ubicación de las ciudades, hay estaciones con casas de alojamiento para viajeros, llamadas yamb o casas de posta. Son edificaciones grandes y hermosas, cuentan con varios apartamentos bien amueblados, tapizados con seda y provistos con lo apropiado para personas de rango… En cada estación se mantienen 400 buenos caballos en constante disponibilidad para que todos los mensajeros que van y vienen por asuntos del gran kan y todos los embajadores puedan tener relevos y, dejando sus caballos cansados, puedan abastecerse con unos frescos …En sus dominios se emplean no menos de doscientos mil caballos de esta manera, en el departamento de correo, y se mantienen diez mil edificios con mobiliario adecuado”, relata.
Más allá de esas y muchas más descripciones impactantes, el viajero veneciano se detiene ademán en detalles pequeños pero que sabe que van a interesar, como una bebida que podría compararse con el vino, el destilado de arroz.
“La mayor parte de los habitantes de la provincia de Cathay beben un tipo de vino hecho de arroz mezclado con una variedad de especias y drogas. Esta bebida, o vino, como puede llamarse, es tan buena y está tan bien aromatizada que no desean nada mejor. Es clara, brillante y agradable al gusto y, al estar muy caliente, tiene la cualidad de embriagar más pronto que cualquier otra”.
La cárcel, el manuscrito y la muerte
De regreso en Venecia, el viajero encontró a su ciudad-estado en guerra con un tradicional enemigo, Génova, y sin dudarlo se alistó como capitán en una embarcación para combatir en el mar. Fue herido y capturado por los genoveses en 1296, que lo encarcelaron junto a Rustichello de Pisa, con quien hizo sociedad para contar sus aventuras en base a las notas que había tomado durante 17 años.
La difusión del manuscrito original en francés y su posterior traducción a otros idiomas causaron sensación y lo convirtieron en un personaje muy famoso en vida, pero también lo hicieron blanco de violentas críticas por parte de quienes lo acusaban de fabulador.
Pasados los siglos, hay algunos huecos en los relatos de Marco Polo que generan dudas. Los dos más llamativos son que no menciona nunca a la gran muralla china ni tampoco se refiere al té. Otras omisiones, más difíciles de explicar, incluyen la escritura china, la impresión xilográfica y el uso de palillos para comer.
Sin embargo – y descartando también algunas descripciones fantasiosas que él mismo reconoce que son de segunda mano -, todo el resto de la información que dio sobre la China de la época y era desconocida por entonces, pudo comprobarse con el paso del tiempo gracias a descubrimientos arqueológicos y documentos chinos sobre el reinado de Kublai Kan.
Marco Polo murió la noche del 8 o la madrugada del 9 de enero de 1324 en su querida Venecia y fue enterrado en la Iglesia de San Lorenzo, aunque el sarcófago que contenía sus restos desapareció durante las obras de reconstrucción del templo realizadas en 1592.
Nunca se supo si la desaparición del sarcófago se debió a un accidente involuntario o fue obra de algún coleccionista macabro que quiso quedarse con los restos del viajero veneciano más famoso de la historia.
Fuente: Infobae