Actriz hermosa que ganó un Oscar como asesina serial

La actriz que ocultó su esplendorosa belleza hasta hacerse irreconocible y transformarse en una asesina serial

Hace dos décadas, Charlize Theron recibió el reconocimiento y el aplauso de todos al personificar en la película Monster a la primera primera asesina serial de la historia estadounidense; con ese papel logró su primer Oscar y la consagración definitiva

Marcelo Stiletano

Charlize Theron tiene hoy 48 años. Está en la plenitud de su carrera artística, con el reconocimiento unánime a su talento por parte de la crítica más exigente y la vigencia plena de ese puñado de condiciones que solo poseen quienes acreditan (y merecen) el título de estrellas.

Veinte años atrás casi todas esas señales estaban a la vista. Pero la exmodelo sudafricana tenía que cumplir una de esas pruebas forzosas que el showbiz exige de las actrices (sobre todo de aquellas agraciadas con una figura privilegiada) para alcanzar una consagración definitiva.

En 2004, Theron se sumó a la larga lista de ganadoras del Oscar que llegaron al premio a través de caracterizaciones completamente ajenas a la imagen real de sus dueñas. De no haber aparecido su nombre en todas las campañas publicitarias y promocionales de la película Monster, más de un despistado jamás descubriría a una de las mujeres más bellas del cine de Hollywood detrás del gesto agrio, desaliñado y vulgar del personaje central del relato.

Charlize Theron, transformada por completo en una asesina serial
Charlize Theron, transformada por completo en una asesina serial

Allí, la Charlize Theron que todos conocemos se ocultó por completo para transformarse en Aileen Wuornos, la primera asesina serial registrada como tal en los archivos policiales de los Estados Unidos. Wuornos fue ejecutada con una inyección letal el 9 de octubre de 2002 después de diez años de espera en el llamado “corredor de la muerte” luego de recibir la condena a la pena capital. Se cerró así una vida que se convirtió, como señaló el diario madrileño El País, en el ejemplo perfecto de cómo una víctima llegó a convertirse en un monstruo.

La admirable actuación de Theron muestra los episodios cruciales de la vida adulta de Wuornos, durante la etapa en la que asesinó a siete hombres durante sus andanzas como prostituta en distintas rutas y caminos de Florida. Pero esa vida callejera tiene las huellas indelebles de un pasado lleno de dolor e infelicidad. El primero de esos crímenes, como escribió en LA NACION Fernando López al comentar la película en el momento de su estreno, “parece abrir por primera vez una válvula de escape a la cólera que ha acumulado tras años de violencia y humillación”.

En alguno de los desgarradores testimonios que Wuornos nos brinda a través de Theron descubrimos que la futura asesina serial había sido abusada por uno de sus abuelos y cuando todavía era una niña, abandonada por sus familiares directos, forzada a vivir en la calle y a ejercer la prostitución desde muy joven. Empezó a los 13 años.

Poco y nada servirá para evitar ese destino lleno de sangre y crueldad el único vínculo de afecto sincero que parece vivir Wuornos junto a Selby Wall (Christina Ricci), una chica a la que conoce en un bar de lesbianas. La intensidad de ese vínculo lleno de tensiones, altibajos anímicos y expectativas fallidas funciona como eje narrativo de la película. También deja a la vista, para quienes quisieran descubrirla, la amplísima paleta de recursos expresivos de Theron.

Con el tiempo empezaría a reconocerse con lujo de detalles esa notable interpretación, pero en el momento de la aparición de Monster las crónicas de la época se detenían solo en los aspectos más superficiales, a la vez impactantes. Ante nuestros ojos lo primero que aparecía era la metamorfosis completa de Charlize Theron: para el papel aumentó 13 kilos, cambió su postura y su manera de desplazarse a partir del crecimiento de su peso y de su figura, se afeitó las cejas, recurrió a dentaduras postizas, se puso lentes de contacto de tonos marrones, dejó descuidada su cabellera rubia para que se viera bien sucia e hizo que el equipo de maquillaje aplicara una capa de látex sobre su rostro. Quería lograr el mismo aspecto que tenía Wuornos con su piel descuidada y llena de manchas.

Monster tuvo su estreno mundial hace exactamente 20 años, el 25 de diciembre de 2003. Llegó a los cines de la Argentina en abril del año siguiente. Poco antes, en uno de los momentos decisivos de la ceremonia número 76 de la historia del Oscar, el 29 de febrero de 2004, quedó más que claro que la Academia de Hollywood se había rendido una vez más frente a una de esas mutaciones deliberadas que tanto agradan a los votantes del Oscar, y luego se traducen en elogios, ovaciones, palabras de admiración y, por supuesto, premios.

Theron junto a Christina Ricci en una escena de Monster
Theron junto a Christina Ricci en una escena de Monster

Theron no solamente se había exigido al máximo asumiendo la fealdad (en el sentido más amplio del término) de su personaje. También había elegido un papel que se inspiraba en hechos reales. Un combo ideal para llegar por el camino más directo al Oscar. Y con un antecedente todavía fresco, el de Halle Berry, transformada por completo en Cambio de vida (Monster’s Ball) con un personaje que le brindó el premio a la mejor actriz protagónica en 2001.

La actriz sudafricana no hizo más que seguir en línea recta esa misma huella. Y quiso ir más lejos de lo que la directora de la película, Patty Jenkins, y los responsables de sostener el proyecto. Sabemos ahora que Jenkins procuró contar la historia de la manera más cercana a los hechos reales y llegó a intercambiar correspondencia con la propia Wuornos, que aguardaba el momento de que se hiciera efectiva la sentencia a la pena capital en su contra cuando la película estaba en pleno proceso de preproducción.

“Charlize fue mi única opción para interpretar a Wuornos desde el primer día. Ese tipo de interpretación iba a ser muy difícil de realizar. Aileen es un personaje extremadamente particular y lo que quería era encontrar a alguien que fuera lo suficientemente fuerte y valiente para entender lo que pasaba por su cabeza. No había nadie fuera de Charlize para lograrlo. Lo que pasaba alrededor, en el contexto, era completamente secundario”, explicó la directora.

Más tarde, Jenkins confesaría que encontró a su actriz después de verla una noche en un talk show televisivo hablando de su papel en El abogado del diablo, película que filmó junto a Al Pacino Keanu Reeves. Se encontró allí con un primer plano de una Theron conmovida y sensibilizada al máximo. “Tenía los ojos rojos e hinchados y los mocos le salían de la nariz. No había nada de la vanidad de los actores en ese gesto. Todo lo contrario. Simplemente miré la pantalla y me dije que Charlize podía hacerlo”, recordó.

A la izquierda, Charlize Theron personificada como Aileen Wuornos; a la derecha, la verdadera asesina serial
A la izquierda, Charlize Theron personificada como Aileen Wuornos; a la derecha, la verdadera asesina serialArchivo

La actriz reveló algún tiempo después del estreno que le tocó atender en una oportunidad a los responsables del financiamiento de la película por teléfono a las 3 de la madrugada. Uno de ellos le expresó sin vueltas su molestia porque aparecía todo el tiempo “tan gorda y tan fea” y jamás se atrevía a sonreír. Theron reconoció haber entrado en una situación cercana al pánico y llamó inmediatamente a Jenkins. “Fue la primera vez que escuché en mi vida a una mujer diciéndome algo así como ‘que se j….” y que los mandara al diablo. Nunca antes había conocido una expresión de rebeldía tan fuerte. Sentí que tenía a mi lado no a una directora sino a un pitbull”, dijo. Cambiaron tanto las cosas que a partir de ese momento decidió involucrarse en el proyecto también como productora. Desde entonces hace lo mismo en casi todos sus proyectos.

Pero estábamos en 2003 y la actriz sudafricana apenas empezaba a ganarse el lugar que ocupa hoy. Ya tenía acreditadas varias apariciones destacadas, pero nunca se había comprometido con un papel de tanta exigencia y mucho menos en una producción independiente, que requirió menos de dos millones de dólares para hacerse. Los resultados superaron las proyecciones más optimistas. Monster recaudó en la taquilla global 64 millones de dólares, inauguró de hecho la carrera como directora de Jenkins, futura responsable de las películas de Mujer Maravilla con Gal Gadot, e impuso como nunca antes el nombre de su protagonista. Todos empezaron a ver desde ese momento a Charlize Theron de otra manera.

En medio de ese desafío se coló un espacio de debate inesperado. La actriz no quería saber nada con aplicar la técnica actoral conocida como el Método, tan frecuente entre muchos de los actores de Hollywood más prestigiosos. Esas figuras, representantes de distintas generaciones y épocas formadas dentro del Actors Studio en un rango que se extiende desde Marlon Brando y James Dean hasta Robert De Niro y Pacino, dicen que no hay nada más poderoso que lograr la identificación plena entre el intérprete y sus personajes con el fin de alcanzar la representación más plena y minuciosa.

“Todo eso me resultaba muy cansador. Terminaba exhausta. Si algo me impedía llegar al corazón de un personaje era la aplicación de esa reglas. Cuando pude alejarme de ellas logré, como en el caso de Monster, vivir y respirar a través del personaje en el mismo momento en que se desarrollaba la acción. Fue la única manera de sentir toda la energía que transmitía”, reconoció Theron tiempo después.

¿Tuvo algo que ver la durísima experiencia real de Theron durante su vida de adolescente en Sudáfrica para que el compromiso de personificar a una asesina serial resultara tan convincente? Cuando la futura estrella tenía 15 años perdió a su padre de la manera más cruenta. Su madre decidió enfrentarlo y poner fin a largos años de castigos y sometimientos provocados por un marido alcohólico y abusador, y lo mató. Nunca fue acusada del hecho y se reconoció que había actuado en defensa propia.

Charlize Theron y su madre en la alfombra roja de una ceremonia del Oscar
Charlize Theron y su madre en la alfombra roja de una ceremonia del OscarGROSBY GROUP – Archivo

“No sé cómo aprovechar las emociones de otras personas. Lo único que sé es sustituir mis emociones -agregó para fundamentar todavía más su distanciamiento del Método-. Así me enseñaron cuando quise aprender a actuar. No estoy segura de poder hacer una película a menos que realmente aproveche algún estímulo emocional. En ese sentido todo se vuelve muy catártico, porque hay que encender algunas luces en habitaciones muy oscuras. Es algo muy liberador. Mucha gente va a terapia por cosas parecidas. Yo nunca lo hice, porque siento que mi manera de actuar equivale a eso”.

El 29 de febrero de 2004, Adrien Brody anunció que Charlize Theron había ganado el Oscar a la mejor actriz. La triunfadora escuchó el veredicto desde su butaca en el Teatro Kodak (actual Dolby), sentada al lado de su madre. Estaba luminosa y resplandeciente, con su clásico aire de diva rubia y dorada de los años 30. Todo brillaba alrededor de ella.

Más tarde, la directora de Monster reconocería que la explicación de ese triunfo tiene que ver con los contrastes. “Hay personas que conocen la oscuridad y otras que no –dijo Patty Jenkins-. Muy pocas actrices pueden alcanzar esa cualidad, esa comprensión, esa profundidad. Charlize Theron es una de ellas”.

Monster: asesina en serie está disponible en HBO Max

Marcelo Stiletano