Larrea y su «seis para triunfar»

Seis para triunfar: el programa que Héctor Larrea no quería hacer y el poderoso motivo por el que la Señorita Lee pegó un portazo

La historia detrás del recordado ciclo de entretenimientos que se emitía en Canal 9 y que quedó en la memoria de todos

Po: rSebastián Volterri

Era otra televisión, una que ya no va a volver, con programas de juegos que no se caracterizaban justamente por los premios millonarios y la opulencia, sino por contar con juegos simples y conductores que empatizaban con el público, llegando a incluso instalar frases o latiguillos en el hablar popular, incluso más de 30 años después de haber sido emitidos.

Con más de 60 años en la radiofonía, Héctor Larrea fue una de las figuras más destacadas del espectáculo argentino, y aunque en la pantalla chica tuvo menos presencia, su nombre y estampa quedaron marcados a fuego en más de una generación.

Según él mismo había destacado, para poder hacer rentable la radio, que era su pasión, necesitaba estar en la televisión, porque su presencia en la pantalla repercutía de forma directa en la pauta conseguida, pese a sentir que perdía tiempo para la preparación de cada una de las emisiones de Rapidísimo, ciclo que se convirtió en una marca imborrable.

Promoción gráfica de Seis para triunfar en Canal 11 (FB Historia Gráfica de la Televisión en la Argentina)Promoción gráfica de Seis para triunfar en Canal 11 (FB Historia Gráfica de la Televisión en la Argentina)

“Seis para triunfar fue un dibujo de la vida. En el ‘86 me dicen en la radio ‘mire Héctor, sería bueno que usted volviera a poner la cara en televisión’. Bueno, fantástico. Viene un amigo, que había sido representante mío, dice voy a hablar con Bayard a Canal 11 por un folclorista. Ah, decile a Bayard que si tiene algo para mí lo voy a hacer”, comenzó con su relato.

En ese entonces el canal cumplía sus 25 años en el aire, fue el último en sumarse a la grilla y tenía figuras destacadas en su pantalla, además de ciclos que aun quedan en la memoria, como Hollywood en castellano o los Sábados de Superacción.

“Me llaman y me dicen ‘mirá, hay un productor que se llama Ricardo Wagner que está por hacer para nosotros un programa, se va a llamar Seis para triunfar”, continuó su relato el reconocido locutor, quien luego de escuchar la propuesta reconoció ante sus interlocutores que la idea le resultaba “medio floja”. Ante ello, le aclararon: “Mire, ¿por qué no probamos, Héctor? Hagamos este programa, si a usted no le gusta y nos convencemos todos que está mal el programa, no va más”. Así fue como bajó los brazos y aceptó la propuesta.

Y pasó lo que el canal no hubiera imaginado, no convenció al conductor: “Veo el programa, yo también estaba medio encaprichado, no era fácil tratarme. Entonces, lo mando a mi socio a que les diga, a la reunión que había posterior al programa, porque el programa era una porquería”. Hasta la llegada del ciclo, cabe recordar que en la franja horaria del canal no se superaba los 5 puntos de rating, con pisos que cómodamente se encontraban en los 2 puntos.

El encuentro tras la primera emisión ya estaba iniciada, momento en el que el socio de Larrea se dispone a sacar un papel con todo lo detallado por el conductor sobre la razón por la que consideraba que el ciclo no era de su agrado. Pero algo evitó que ello ocurriera. “En ese momento entra el Vasco Luperena, que era el encargado de los ratings, se asoma y dice ‘¿Saben cuánto hizo Seis para Triunfar?, 17 puntos’. Mi socio agarró el papelito, se lo metió en el bolsillo, y dijo ‘bueno, felicitaciones, ahora convénzanlo ustedes a Héctor”, recordaría entre risas Hetitor, quien revelaría que ese espacio en la televisión fue, para él, “una gentileza de la vida”.

Suena la música de Herb Alpert de fondo, y de impecable traje, con corbata y pañuelo al tono se ve la figura de Larrea, que previo a bajar las escaleras consulta: “Perdón, ¿Seis para triunfar es aquí? Entonces me quedo porque acá regalan cosas”, con el humor que caracterizaría a todo el ciclo. Tras ello, los saludos de rigor y el anuncio de que el pozo Noblex tenía un premio en australes que se iba acumulando programa a programa, hasta que alguna de las parejas adivinara la palabra escondida. “Igual están poniendo palabras difíciles, y los participantes quedan más desorientados que enano jugando al básquet”, detallaría el conductor, a lo que siguió un coro de risas que provenía de detrás de cámaras.

Llegaría entonces el momento de la presentación de las tres parejas participantes, que podían ser parientes o amigos, listas para mostrar sus habilidades en “la gran competencia de agilidad mental”, tal como era presentado el ciclo, que en un primer momento se emitía los lunes a las 21.

Los juegos de palabras eran parte de la temática del programa, apelando a consignas harto repetidas, pero que no dejaban de ser funcionales, como “durante 30 segundos ustedes deberán mencionar deportes que se practican sin pelota”, o “actividades propias del campo”.

Otra de las instancias consistía en adivinar la palabra escondida en una frase, apelando al doble sentido picaresco que se estilaba en esa época, con consignas del estilo de: “A mi marido no se les escapa nadie, tiene la plin plin plin de un elefante”, generando nuevamente la risa de quienes se encontraban en el estudio. Y así, el “plin plin plin” comenzó a hacerse del habla habitual para evitar referirse a ciertas palabras. Otra de las frases que en ese momento se instaló fue “¿Ten monito?”, preguntó Larrea a sus secretarias al momento de abrir un sobre con las preguntas. Es que en caso de encontrarse la figura de un primare, un bonus estaba en competencia.

Seis Para Triunfar – El Juego Final

De más está decir que, mientras más se instalaba el programa en el público, más auspiciantes se sumaban, con premios a repartir entre los ganadores entre los que se encontraban sets de electrodomésticos, o un juego de vajilla para seis personas, como gentileza de alguna marca. También una videocasetera binorma podía ser para los ganadores, o incluso un lote de 200 paquetes de fideos de sémola, “para que usted y los suyos disfruten de las mejores pastas del país”.

Luego de un primer año exitoso en la pantalla del 11, poco tiempo pasó para que Alejandro Romay lo convenciera para que se mude a la pantalla de Canal 9, donde desde 1987 continuaría hasta el final del ciclo, en 1991. En esa época, el canal del “Zar de la televisión”, se armó de un puñado de figuras que fue muy difícil doblegar en el rating por los demás canales. De hecho, el programa pasó a emitirse los viernes a las 21, en tanto que al finalizar era el turno de Alberto Olmedo, logrando en el final de la semana una dupla imparable. Fueron épocas de hasta 50 puntos de rating, con promedios anuales de 30.

Otro punto destacado sin dudas fueron las secretarias que participaban, entre las que se encontraban en un principio Patricia de Crema y Patricia de Chocolate, con el mismo corte de pelo, pero una rubia y la otra morocha. También pasaron por el ciclo Susana Milano, Silvina Dragone y hasta una joven Silvia Suller, pero sin dudas la que se destacó y quedó en la memoria popular fue Jung Wa Lee, la recordada Señorita Lee.

Aunque hablaba exclusivamente en coreano durante el ciclo, esta destacada modelo y actriz se convirtió en la diosa exótica de la época. En una reciente entrevista con Teleshow reflexionó sobre su pasado, lo vivido y por qué renunció en el apogeo de su carrera: “El éxito lo viví de una forma muy natural porque yo compartí ese trabajo con el de azafata en Aerolíneas Argentinas y con el modelaje en las pasarelas. Era muy trabajadora. Yo decía ‘en algún momento tengo que tener una porción de tierra en la Argentina’. Salía de firmar un autógrafo en el avión y después le decía ‘qué desea para tomar’. Así que lo viví de una forma muy familiar, muy amena, muy tranquila y nunca me la creí. Hoy en día sigo mi mismo camino, gracias a Dios”.

La señorita Lee junto con la China Suárez, en un alto en la grabación de  Los Únicos, donde compartieron pantallaLa señorita Lee junto con la China Suárez, en un alto en la grabación de Los Únicos, donde compartieron pantalla

Según revelara, después de tres años continuos al lado de Larrea hubo un quiebre en la relación con la producción que la obligaron a dar un paso al costado: “Renuncié porque estaba como estresada, tenía cuatro trabajos a la vez porque fui contratada para hacer una obra teatral en Córdoba. Entonces yo le dije a la producción de Seis para triunfar que si después de tres años una coreanita no hablaba en español era una falta de respeto para el público, pero dijeron que ‘no’. Pudo más mi dignidad y mi frente alta y respiré hondo y renuncié. Pero renuncié a todo, a Seis para triunfar y a Aerolíneas Argentinas”, reveló.

Su carrera en los medios continuó de manera diversa, destacándose su participación en obras teatrales en Córdoba y colaboraciones en televisión, tanto en ciclos de ficción como en algunos de espectáculos. Pero hace 10 años reconoció haber cerrado un ciclo que le había dejado un sabor amargo: “Me lo encontré a Héctor y me desaté un nudito, porque él no sabía por qué había renunciado y me abrazó con todo el amor del mundo”. A Larrea nunca le habían informado las verdaderas razones del portazo tras la reunión de producción.

Seis para triunfar continuó en el aire hasta 1991, momento de la baja en las mediciones de audiencia de Canal 9, y cuando Canal 11, ya renombrado como Telefe, comenzaría su reinado durante un largo tiempo, con ciclos que superarían los 50 puntos de rating. Una televisión que no volverá.

Fuente: Infobae