Nuestra historia

Alfredo Palacios


Fuente: Revista Propósitos, Nº 81, 15 de abril de 1965.

El 20 de abril de 1965 murió en Buenos Aires Alfredo L. Palacios. Abogado de los humildes y autor de leyes protectoras del trabajador, el niño y la mujer obrera, fue el primer diputado socialista de América Latina, elegido en 1904 por el barrio de La Boca. Desde entonces, no cejó en su actividad para amparar a las clases más desprotegidas, denunció actos de corrupción por parte de legisladores y ministros, apoyó el movimiento de reforma universitaria iniciado en Córdoba en 1918, se opuso al panamericanismo impulsado por Estados Unidos, reivindicó la soberanía argentina sobre Malvinas  y condenó las intervenciones a los países centroamericanos.

Pocos días antes de su muerte, este luchador infatigable ya octogenario que todavía ocupaba una banca en el Congreso Nacional como diputado expresaba su preocupación por lo que consideraba una falla no sólo de los integrantes de su partido, sino de los políticos argentinos en general: “no consideran en primer término el interés de la nación, sino el personal y partidario”. Advertía también lo que más tarde se convertiría en un pesado lastre, la deuda externa, al señalar el peligro de comprometerse con los organismos de crédito internacionales, y se manifestaba contra las agresiones estadounidenses a Vietnam.

“Nuestros hombres públicos no consideran en primer término el interés de la nación”, por Alfredo Palacios

Conversando con Alfredo L. Palacios

El cronista ha tenido el raro privilegio de conversar a solas con el Dr. Alfredo L. Palacios. La acogida ha sido afectuosa y la conversación trascendente, por eso ha sido poco menos que imposible resistirse al imperativo del oficio. Y esta conversación con tan alta personalidad no puede quedar en los límites privados de una satisfacción personal: pertenece al lector.

El doctor Palacios se repone gradualmente de su última recaída. Su cabeza no ha perdido su fuerza varonil. No es un león vencido, sino en reposo. Se atusa el bigote blanco de su ancianidad, con un gesto juvenil. Pero su juventud intelectual está exenta de las injurias del tiempo y del artero ataque a la salud. Sus ojos se animan y brillan, sus manos esbozan al aire convincentes ademanes.

Me aburre estar en cama –dice mirando con cierta nostalgia el luminoso ventanal que da a la calle.

Pero… tanta gente amiga viene a visitarlo…
Me hacen más soportable este trance y siento agrado en recibir a los amigos pero los momentos más placenteros los vivo cuando me quedo solo y medito.

¿Puede saberse de qué tenor son esas meditaciones?
Analizo nuestras fallas políticas, las debilidades de nuestros hombres públicos y las de los partidos…

¿Y cuáles son las fallas principales?
No consideran en primer término el interés de la nación, sino el personal y partidario.

El mal viene de lejos…
Uno de estos días llegó a visitarme un político que estaba enojado con el presidente porque no “lo había calzado en ningún cargo”. ¿Se imagina? Me decía, el presidente quiere gobernar sin su partido. Tengo dos comités, he trabajado por su candidatura y aquí me tiene esperando que me llame.

Pero también, doctor Palacios, hay hombres que hacen honor a un partido…
Cuando pienso que dos partidos podrían poner a la nación en el lugar que le corresponde, contribuir a sanear sus finanzas…

Cosa que no se logrará con una refinanciación de la deuda externa…
La decisión de refinanciar –responde rápidamente el Dr. Palacios- sólo pueden tomarla quienes buscan soluciones para el tiempo que dure su mandato; pero no es solución para el país…

¿No piensa que cada día nos comprometemos más con los organismos económico-financieros del imperialismo?
Ese es el gran peligro. Pues, con los convenios económicos el imperialismo desliza sus compromisos políticos y militares inaceptables.

Habrá que exigir su anulación…
La juventud se encargará de hacer trizas esos compromisos que dañan nuestra dignidad y nuestra soberanía.

Pero entretanto entorpecen nuestro desarrollo, nos encarecen la vida, no sueltan el petróleo, maniobran para quedarse o neutralizar aerolíneas y paralizar el progreso de los ferrocarriles…
Quiere decir que hay que luchar por el petróleo, por Aerolíneas por una moneda sana… Esta lucha se registra en el mundo entero. Somos, en Sudamérica, un episodio de esa contienda.

¿La ganaremos?
La ganará el pueblo.

¿No estaremos demasiado entrampados entonces?
El que vende, manda. Y nosotros estamos perdiendo absurdos prejuicios y en parte, apurados por la necesidad, hemos empezado a vender a todo el mundo. Me ha alegrado mucho esa venta de un millón de toneladas de trigo a China.

Se va a hacer trueque de petróleo crudo con la Unión Soviética, con el Japón…
Hay que vender. El que vende manda, dice el adagio.

¿Por qué no reanudar las relaciones y el comercio con Cuba?
He recibido cartas de Cuba. La economía de la isla es sólida. La inflación ha sido contenida. La cosecha de azúcar superará todas las previsiones. Los intentos de agresión a la isla han disminuido.

No contaban con la aprobación del pueblo norteamericano.
Como no cuenta con esa aprobación la guerra inicua del Vietnam, donde se bombardea con bombas de gelatina de nafta.

Por eso el presidente Johnson el lunes rechazaba airado la nota de 17 países que pedían negociación y el jueves se decidía, ante todo el país norteamericano, por “negociaciones incondicionales”.
Todo el mundo está contra esa agresión.

Doctor Palacios, lo dejo descansando.
Que triunfe Propósitos. El mundo encontrará el camino de la Paz. Nuestro país saldrá de sus dificultades.

El optimismo y la fuerza moral del gran tribuno argentino nos alienta en este duro oficio de batir el hierro en frío.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar