Nuestra historia
Arturo Frondizi
(1908 – 1995)
Autor: Felipe Pigna
Arturo Frondizi, el presidente intelectual impulsor de las teorías desarrollistas, y uno de los políticos más polémicos de la historia argentina nació en Paso de los Libres, Corrientes, el 28 de octubre de 1908.
Fue el décimo tercer hijo de Julio Frondizi, constructor de caminos y puentes, e Isabel Ercoli. Ambos habían llegado al país a comienzos de la década de 1890 provenientes de la región de Umbria, Italia.
En 1912, mientras se producía la revuelta agraria conocida como el Grito de Alcorta y se sancionaba la Ley Sáenz Peña de voto secreto, universal y obligatorio, Frondizi vivía con sus padres en Concepción del Uruguay, donde sus hermanos mayores estudiaban en el Colegio Nacional, al que él mismo asistirá a partir de 1922. Pero en 1923, por razones laborales, la familia debió instalarse en Buenos Aires y Frodizi continuó sus estudios en el Nacional Mariano Moreno. En 1926, mientras cursaba quinto año publica su primer artículo periodístico en el boletín del colegio sobre El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo.
Al año siguiente ingresa a la Facultad de Derecho. Tras una brillante carrera se gradúa en 1930 con diploma de honor. El inicio de su militancia política coincide con el golpe del 6 de septiembre de ese año que puso fin al gobierno de Hipólito Yrigoyen e instaló en el país, con el apoyo de la oligarquía terrateniente, la férrea dictadura de Uriburu, que dio inicio a la llamada década infame. Frondizi tomó contacto en la clandestinidad con jóvenes radicales y participó activamente en el Congreso de la Juventud realizado en Rosario. En marzo de 1931, fue detenido por miembros de la temida sección Orden Social de la Policía Federal a cargo del comisario Leopoldo Lugones (hijo). Pasará veinte días en la cárcel de Villa Devoto que sólo servirán para fortalecer sus convicciones radicales. A poco de salir de prisión, se integró a los cuerpos de prensa del radicalismo colaborando en las revistas Crisol, Tribuna Libre y Acción radical. En 1932, integró la Comisión Directiva del Colegio Libre de Estudios Jurídicos y Sociales y a fines de ese año se afilió legalmente a la UCR.
El 5 de enero de 1933 se casó con Elena Faggionato, hija también de inmigrantes italianos de Umbria. El 6 de julio de aquel año, moría Hipólito Yrigoyen. Su entierro fue multitudinario y Frondizi pronunció en esa ocasión uno de los discursos más recordados. En diciembre hizo su debut como abogado penalista defendiendo a los 300 detenidos por la fallida revolución radical originada en su pueblo natal, Paso de los Libres.
A comienzos de 1935 fue designado delegado del comité capital de la UCR y en septiembre condujo el Centro de ex presos y exiliados políticos, embrión de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, primer organismo de derechos humanos argentino, fundada en 1936 de la que Frondizi será su primer secretario.
El 23 de diciembre de 1936, salvó milagrosamente su vida al salir ileso de un atentado mientras hablaba en un acto contra el negociado que se ocultaba en la prórroga a la concesión a la Compañía Argentina de Electricidad.
En agosto de 1937 nació Elena, la única hija del matrimonio Frondizi.
En 1939, ingresó al Colegio Libre de Estudios Superiores y se hizo cargo de la dirección de la revista Cursos y Conferencias, órgano de difusión del Colegio.
Tras el golpe del 4 de junio de 1943 que puso fin a la década infame, el radicalismo intentó una reorganización y los sectores más progresistas propusieron un replanteo programático que se expresó en la Declaración de Avellaneda de abril de 1945, atribuida a Frondizi.
En las elecciones de febrero de 1946 que le dieron el triunfo a Perón, Frondizi fue electo diputado nacional. La derrota electoral de la Unión Democrática produjo un profundo debate en el radicalismo y la renuncia de toda su conducción. En agosto del año siguiente, se reunió en Avellaneda el primer Congreso de la corriente interna radical Movimiento de Intransigencia y Renovación (MIR), y Frondizi junto a Crisólogo Larralde, redactó las conclusiones en las que reaparecían algunos de los principios básicos del yrigoyenismo, como el antiimperialismo.
A comienzos de 1948 fue reelecto diputado y el MIR se impuso en los comicios internos de la capital. En diciembre inició un largo viaje por América Latina, Europa, Estados Unidos y África.
Al regresar retomó febrilmente la actividad política y fue electo por la Convención Nacional para acompañar a Ricardo Balbín en la fórmula presidencial en las elecciones de 1951.
Tras el aplastante triunfo peronista, obtenido en gran parte gracias al voto de las mujeres que sufragaban por primera vez en una elección nacional, el radicalismo comenzará a sufrir duras persecuciones y sus dirigentes serán frecuentemente encarcelados.
En 1954, Frondizi fue elegido presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical. Sus múltiples compromisos políticos no le impidieron dedicarse a la actividad intelectual y así fue como a fines de ese año publicó Petróleo y Política, libro-denuncia sobre la actividad de las empresas petroleras en Argentina, y propuso el monopolio de YPF sobre el sector. El libro se transformará en un «best seller» al año siguiente durante los fogosos debates sobre los contratos petroleros firmados por Perón y la Standard Oil de California, y posicionarán a Frondizi en un primer plano de la escena política nacional.
Tras el bombardeo por la aviación naval de la Plaza de Mayo producido el 16 de junio de 1955, Frondizi fue detenido por la policía peronista por sospechárselo co-responsable de la conspiración. La quema de las iglesias provocada por grupos de peronistas la misma noche del 16, pareció ser el límite y la señal de largada del golpe cívico-militar en ciernes del que el radicalismo era una de las piezas clave. Frente al peligro, el gobierno peronista resolvió liberalizar el uso de los medios de comunicación que estaban monopólicamente bajo su control. En estas especiales circunstancias, Frondizi se dirigió por primera vez por radio al pueblo argentino el 27 de julio de 1955.
El 16 de septiembre de 1955 un golpe de estado, conocido como la Revolución Libertadora, derrocó a Perón, y el radicalismo, junto con otras fuerzas políticas como el socialismo democrático, se sumó al gobierno a través de una junta consultiva.
En enero de 1956, Frondizi conoció a quien será su colaborador y compañero de toda su vida: Rogelio Frigerio. En marzo de ese año fue reelecto presidente del Comité Nacional. En las elecciones por el gobierno para elegir convencionales para la Asamblea Nacional Constituyente del año 1957, el voto en blanco peronista resultó mayoritario. Este hecho reavivó las discusiones en el seno del radicalismo en torno a la actitud a adoptar frente al peronismo. El caudal electoral del peronismo, si bien no estaba intacto, seguía siendo decisivo y esto llevó a Frondizi a plantearse el problema de cómo insertar al peronismo en el esquema político. El dirigente Ricardo Balbín era partidario de no vincularse con ese movimiento en tanto que Frondizi apoyaba un acercamiento a Perón. Esto produjo a una ruptura en la UCR que se dividió en dos fracciones: la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), liderada por Frondizi, y la UCR del Pueblo, conducida por Balbín.
En último discurso que pronunció ante la Convención Nacional de la UCR antes de la ruptura, Frondizi expresó: «Tiene que quedar dicho que en una Argentina bajo gobierno radical, el que quiera trabajar y sumar su esfuerzo al del gobierno de la República lo podrá hacer, pero el que quiera venir a monopolizar nuestras riquezas, nuestro trabajo o nuestro porvenir, será destruido por la acción de la UCR».
Frondizi envió a Caracas a su secretario Rogelio Frigerio para concretar un pacto con Perón por el cual, a cambio de los votos peronistas, Frondizi se comprometía a desarrollar un programa popular afín al peronismo.
De esta forma la fórmula de la UCRI, Arturo Frondizi-Alejandro Gómez, se impuso en las elecciones de febrero de 1958 por una importante mayoría de votos. Frondizi asumió el 1° de Mayo y a los pocos días envió al Congreso un proyecto de Ley de Amnistía para los presos políticos peronistas y al poco tiempo el proyecto de Asociaciones Profesionales, devolviéndoles gran parte de su poder a los gremios peronistas. Frondizi estaba cumpliendo su parte del acuerdo con Perón. Pero comenzaron a hacerse sentir las presiones de corporaciones tradicionalmente más poderosas: la Iglesia y los militares, representantes a su vez de los grandes grupos económicos nacionales y extranjeros que veían con creciente preocupación el rumbo que parecía tomar el gobierno.
La iglesia se hizo sentir durante los intensos debates sobre la nueva Ley de Educación Superior que permitía a las universidades privadas otorgar títulos habilitantes y subsidiaba a la educación privada, en su gran mayoría en manos de la iglesia católica. El apoyo de Frondizi a la ley desató intensos debates entre sus allegados y provocó la renuncia de su vicepresidente Gómez.
A poco de asumir y contrariando las ideas expresadas en su libro Petróleo y Política, Frondizi firmó contratos con firmas petroleras extranjeras que autorizaban a las empresas a introducir todo el material que considerasen necesario para la explotación petrolera sin pagar impuestos. La carga impositiva sería abonada por YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales), y el reintegro de las inversiones y las ganancias de las empresas podrían ser girados al exterior con absoluta libertad. YPF, por su parte, se comprometía a comprar todo el petróleo que extrajeran estas empresas. Si bien se triplicó la producción petrolera, no se logró equilibrar la balanza de pagos ni la comercial, porque el convenio aumentó notablemente el déficit.
A comienzos de 1959, mientras Fidel Castro y el Che Guevara entraban triunfantes en La Habana, Frondizi iniciaba un viaje a los Estados Unidos donde expuso sus ideas desarrollistas. Frondizi planteaba que no podía retornarse al país de los granos y las vacas. La salida estaba en el desarrollo de las industrias básicas: petróleo, siderurgia, maquinarias. Esto permitiría abastecer a la industria liviana y liberaría recursos que antes se destinaban a importar. Además, la producción agropecuaria también se beneficiaría, con la abundancia de energía, maquinaria, combustibles y productos químicos que posibilitarían su tecnificación y modernización. En realidad, el desarrollismo encajaba en los planes de expansión e inversión de las grandes compañías extranjeras ya que éstas, a partir de la Segunda Guerra Mundial, notaron que una gran cantidad de países subdesarrollados tenían incipientes industrias con sistemas aduaneros que las protegían. La manera más inteligente de aprovechar esos mercados era controlarlos desde adentro. De esta forma, la inversión en industrias manufactureras radicadas en estos países creció notablemente a partir de mediados de la década del ’50. Las casas matrices de estas empresas se beneficiaron además de las utilidades con el pago de regalías y las exenciones impositivas que acompañaban las radicaciones.
El modelo desarrollista comenzó a aplicarse pero a poco menos de un año, las presiones de los factores de poder que lo veían demasiado populista, condujeron a un cambio radical en la política económica, que se materializó a mediados de 1959 con el reemplazo de Rogelio Frigerio en el Ministerio de Economía por Álvaro Alsogaray, economista de confianza de los grupos de poder económico, avalado por los militares, que con su famosa frase «hay que pasar el invierno» orientó la política económica a promover las exportaciones, limitar el proceso de industrialización y liberalizar las restricciones impuestas a las importaciones disminuyendo considerablemente la capacidad expansiva de la industria nacional. A la vez que se recomponía el sector agropecuario, se devaluaba el peso argentino y se limitaban los aumentos salariales. Estas medidas provocaron efectos negativos sobre los salarios reales y la disminución de la demanda global. El cambio radical de orientación económica del gobierno tuvo su respuesta en las urnas. En las elecciones legislativas del 27 de marzo de 1960, el «voto en blanco» peronista representó el 25% de los sufragios mientras que la UCRI, el partido de Frondizi, alcanzó solo el 20%.
Esto evidenció la ruptura de la alianza con el peronismo y abrió un período de gran agitación social, paros, planes de lucha y ocupaciones de fábricas.
El gobierno de Frondizi respondió aplicando el Plan Conintes, Conmoción interna del Estado.
En política exterior, Frondizi intentó acordar con Brasil, presidido por Janio Quadros, una política internacional basada en los principios de la no intervención y autodeterminación de los pueblos. Incluso en la Conferencia de la Organización de Estados Americanos (OEA), reunida en Punta del Este, en enero de 1961, el Canciller argentino, Miguel Angel Cárcano se opuso a la exclusión de Cuba del sistema interamericano. Tras la conferencia, Frondizi recibió al representante cubano Ernesto Guevara en la residencia de Olivos.
El ejército protestó formalmente por la reunión y presionó al presidente para cambiar su política con respecto a Cuba. Exiliados cubanos en Buenos Aires intentaron fraguar documentos con la intención de implicar a miembros del gobierno en un supuesto complot castrista. Frondizi ordenó una investigación y hasta el propio informe del ejército concluyó que el famoso caso de «las cartas cubanas» no era más que una farsa.
Pero las presiones continuaron y Frondizi decidió finalmente romper las relaciones diplomáticas con La Habana.
Con la renuncia de Alsogaray en 1961 y con el estudiantado, los empleados públicos, obreros y sindicatos en la oposición, ante elecciones cada vez más próximas, el presidente se decidió a dar un nuevo vuelco. Un hecho anterior obligaba a estar atento: Los comicios de 1962 fueron un duro despertar. El peronismo ganó 10 de las 14 gobernaciones, entre ellas la estratégica provincia de Buenos Aires. Frondizi dispuso entonces la intervención de esa provincia. No fue suficiente. Pocos días después, el 29 de marzo Frondizi fue destituido por las Fuerzas Armadas y recluido en la isla Martín García.
En marzo de 1963 fue trasladado detenido al Hotel Tunkelen en Bariloche, y a fines de julio recuperó su libertad y se reincorporó a la vida política desde su nuevo partido, el Movimiento de Integración y Desarrollo.
Frondizi será un duro crítico de la gestión de Arturo Illia y en junio de 1966 apoyará decididamente el golpe militar que terminará con el gobierno de su antiguo correligionario.
En 1970, comenzó a distanciarse del decadente gobierno de Onganía. En marzo de 1972 visitó a Perón en Madrid e inició una serie de conversaciones que llevarán a un nuevo acuerdo electoral entre ambos. El MID se incorporó al Frente Justicialista de Liberación Nacional para las elecciones de marzo de 1973.
El 27 de septiembre de 1974, fue asesinado su hermano Silvio Frondizi por un comando de la Triple A.
Frondizi tendrá una actitud esperanzada frente al golpe militar de 1976 que se irá transformando en un decidido apoyo a la dictadura y un notable acercamiento a los sectores más reaccionarios de la Iglesia.
En 1992, a treinta años exactos de su derrocamiento, la misma institución que lo acusó de comunista, volvía sobre sus pasos, tomaba nota de los grandes cambios operados en las ideas de Arturo Frondizi y lo condecoraba con su máxima distinción: la Medalla de oro del Ejército Argentino.
Tres años después, el 18 de abril de 1995, a los 86 años moría Arturo Frondizi.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar