30 años de violencia racista
De la rebelión de Los Ángeles al asesinato de George Floyd, treinta años de violencia racista. La salvaje golpiza que en abril de 1992 la policía le propinó a Rodney King desató una ola de protestas y movilizaciones que marcaron las últimas tres décadas de los Estados Unidos. Pero la violencia racista no se detuvo. Timothy Thomas, Michel Brown, Freddie Gray y George Floyd fueron los nombres propios de las nuevas víctimas. También la bandera de una sociedad que se debate entre los crímenes de odio, la brutalidad policial y el respeto a la diversidad.
POR DANIEL GIARONE
“Lo que han hecho estas personas es encender la mecha de la bomba”. La frase pertenece al director de cine John Singleton. No fue dicha en un set de grabación sino en las puertas de un juzgado de Los Ángeles, después de que la Justicia absolviera a cuatro policías blancos acusados de golpear salvajemente a un hombre negro: Rodney King. Era 29 de abril de 1992 y la bomba estalló ese mismo día. Y no dejó de hacerlo por treinta años cada vez que la violencia policial se ensaña con “las personas de color”.
La mecha es mecha desde que los negros llegaron a los Estados Unidos vendidos como esclavos. La mecha a veces es corta. Otras larga. Pero no deja de acumular la polvora que la hace correr. Al sometimiento y la esclavitud (abolida formalmente en 1865, con el fin de la Guerra de Sesión) siguió la segregación consagrada en la fórmula “Separados pero iguales”, que recién caducó (también formalmente) en 1964, con la Ley de Derechos Civiles.
Pero lo que parecía quedar atrás de algún modo persevera. Poco valió el asesinato de Martin Luther King o que Barack Obama se convirtiera en el primer afreamericano en llegar a la Casa Blanca. Desde la rebelión en Los Ángeles, hace hoy 30 años, la violencia racista contra los negros y las reacciones que esta provoca en las calles no dejan de sucederse.
El alzamiento que se produjo después de la brutal golpiza a Rodney King, el asesinato mediante un tiro en el pecho de Timothy Thomas, el homicidio grabado en video de Michel Brown, la muerte de Freddie Gray después de una perversa forma de golpearlo y el crimen por asfixia de George Floyd, se convirtieron en verdaderos hitos de una misma historia.
¿Podemos llevarnos bien todos juntos?
La noche del 3 de marzo de 1991 Rodney King conducía por la autopista Foothill, en Los Ángeles. La policía quiso que se detenga pero este no lo hizo. La persecusión fue a gran velocidad. King no quería que comprobaran que había bebido, que violaba la libertad condicional de la que gozaba después de una condena por robo.
Cuando finalmente Rodney King se detuvo frente al centro recreativo de Hanson Dam, cuatro policías (todos ellos blancos) detuvieron a los ocupantes del vehículo (además del conductor había dos personas más). Pero a King lo tiraron al suelo. Antes de esposarlo y atarle las piernas, le aplicaron una descarga eléctrica, lo golpearon salvajemente con porras y le dieron patas en la espalda.
El ataque fue filmado por un vecino desde una ventana de su casa. El video casero (un registro de unos doce minutos), donde policías blancos golpeban con saña a un negro, se reprodujo una y otra vez por la televisión. Fue, quizás, el primer video viral de la historia.
Lo que se veía era aquello por lo que la policía de Los Ángeles ya había sido denunciada muchas veces antes: la brutalidad contra los afroamericanos. Pero la bomba explotó casi dos meses después. Fue cuando un jurado, sin afroamericanos entre sus miembros, absolvió a los cuatro agentes por el delito de agresión y a tres de ellos por el de “uso excesivo de la fuerza”.
Las protestas comenzaron frente al juzgado (donde se registraron las primeras detenciones) y terminaron por estallar en el barrio negro de South Los Ángeles. Los enfrentamientos de los manifestantes con la policía, incendios, disturbios y saqueos se extendieron durante seis días. Sólo fueron sofocados por la intervención de la Guardia Nacional y del Ejército, que permaneció en la ciudad hasta fines de mayo.
El saldo oficial del estallido fue de 63 muertos, más de 2300 heridos y 12000 detenidos. Se registró además, con la TV en vivo, el linchamiento de un camionero blanco y de una pareja. Más de 1.000 edificios fueron destruidos. Los daños materiales estimados superaron los 1.000 millones de dólares.
El Jefe de Policía de Los Ángeles, Daryl Gates, renunció a su cargo. El presidente George Bush habló al país para denunciar el “terror arbitrario y la falta de respeto por la ley” de quienes estaban en las calles. El gobernador de California y el alcalde de Los Ángeles aludieron a la “brutalidad de las turbas”. En una entrevista Rodney King preguntó: “¿Podremos llevarnos bien todos juntos?”.
Faltas menores, delitos mayores
Timothy Thomas tenía 19, era negro y estaba acusado de cometer 14 faltas menores, entre ellas distintas violaciones a las normas de tránsito. Steve Roach es blanco, trabaja para la policía de Cincinnati y vio al jóven en las inmediaciones de un barrio considerado peligroso. Lo vio y lo siguió hasta un callejón oscuro, donde lo mató de un tiro en el pecho.
El asesinato ocurrió el 5 de abril de 2001, casi una década después del alazamiento por de Rodney King. El disparo se produjo a corta distancia. El policía adujo que Thomas iba a sacar un arma. Cuatro jóvenes negros habían muerto a manos de la policía de Cincinnati en los meses anteriores. Nadie le creyó.
La muerte de Timothy Thomas
El 9 de abril una multitud se concentró frente a la sede del Ayuntamiento y de la policía. Hubo escaramuzas, gritos y protestas que pronto se extendieron por toda la ciudad. Las manifestaciones duraron cuatro días, donde se destruyeron 120 edificios, entre comercios y oficinas públicas. Además, hubo al menos 25 heridos, algunos de ellos por balas de gomas. No se registraron muertos.
El Alcalde pidió “calma y diálogo” para poner fin a la violencia. El reverendo Damon Lynch, líder del Frente Unido Negro de Cincinnati, fue mucho más crudo y realista. Dijo que las protestas son la vía de escape para la frustración que frente a la violencia siente la comunidad afroamericana.
No dispares
“Tengo las manos arriba, no dispares”. Esas fueron las últimas palabras que Michael Brown, un joven negro de 18 años, le dijo al policía blanco Darren Wilson. Este lo perseguía por considerar que había cometido un robo y que estaba armado. A pesar del pedido del joven, el agente lo mató de seis disparos.
Un video del ataque a Michael Brown de CNN
El hecho ocurrió en Ferguson, estado de Misouri, el 9 de agosto de 2014. Las imágenes del cuerpo de Brown acribillado en medio de la calle se vilarizaron en pocas horas. En cambio, las protestas duraron dos semanas. Estuvieron acompañadas de enfrentamientos, detenciones y heridos de bala.
“Tengo las manos arriba, no dispares” se convirtió en la consigna principal de las manifestaciones. La policía adujo que Brown intentó quitarle el arma a Wilson y que este actuó en defensa propia. La Justicia le creyó y eximió de culpa al agente, lo que enervó los ánimos y calentó todavía más protestas.
Baltimore: máxima tensión tras los disturbios raciales
La mayoría de la población de Ferguson (21000 habitantes) es negra, pero los blancos dominan las estructuras políticas y policiales. Después del crimen de Brown el jefe de policía (que era blanco) fue reemplazado por un afroamericano; se amplió de uno a tres la cantidad de ediles negros en el gobierno local, sobre un total de seis; y el Ayuntamiento limitó las multas y citaciones judiciales, que según el Departamento de Justicia del gobierno federal afectaba fudamentalmente a la comunidad afroamericana.
Camino difícil
Freddie Gray, 25 años, afroamericano. Detenido el 12 de abril de 2015 en Baltimore y trasladado a la comisaria en una furgoneta. Una semana después muere en un hospital de la ciudad debido a una lesión en la médula ¿Qué había pasado durante el traslado? ¿Cómo pudo lesionarse si estuvo todo el tiempo bajo custodia policial?
Freddy era negro y pobre, como pobre y negro era el barrio donde lo detuvieron. No cometía ni estaba por comenter delito alguno. Solo charlaba con otras personas cuando tres policías “lo reconocieron” y se lanzaron sobre él. Tampoco estaba armado. Tenía una navaja de uso legal que los agentes encontraron después de detenerlo.
Una vez en el móvil policial Freddy fue víctima de un “camino difícil” (rough ride), eufemismo para designar un método de tormento: llevar a un detenido esposado y sin cinturón de seguridad en la parte de atrás del móvil para que, a fuerza de giros bruscos, sufriera golpes feroces (y fatales, como en este caso).
Las protestas en las calles de Baltimore comenzaron una semana antes de la muerte de Freddy. No era necesario que explicación alguna. Toda la comunidad afroamericana sabía de qué se trataba. Los enfrentamientos con la policía, los incendios en las calles y las manifestaciones duraron hasta principios de mayo. Es decir, casi un mes después del crimen. Seis agentes de policías fueron a juicio por el homicidio. Un año después, los seis fueron absueltos.
Ocho minutos y 46 segundos
El policía blanco Derek Chauvin mantuvo su rodilla apretando el cuello de George Floyd durante ocho minutos y 46 segundos. En ese lapso este dijo que no podía repirar. Incluso pidió por su madre. El policía, que fue ayudado por otros dos a esposar a Floyd y ponerlo boca abajo, ignoró su pedido. Un cuarto policía observaba la escena sin intervenir. Todo fue filmado con teléfonos celulares por ocacionales transeuntes. Incluso transmitido en vivo por Facebook Live.
Floyd había sido denunciado por utilizar un billete de 20 dólares falso en una tienda de comestibles de Mineápolis. Floyd era negro, pobre, tenía antecedentes penales y había estado varias veces en la cárcel. Floyd murió el 25 de mayo de 2020, el mismo día en que fue asfixiado por el agente Chauvin, a los 46 años de edad. Ese mismo año había perdido su trabajo como consecuencia de la pandemia.
Al día siguiente de la muerte de Floyd la ola de protestas cubrió todo el país, siendo las más grandes desde el asesinato de Martin Luther King en 1968. Las manifestaciones contra la violencia racista y la burtalidad policial derivaron en enfrentamientos en las calles, saqueos y el despiegue de la Guardia Nacional en 25 estados de la Unión.
Las grandes ciudades de los Estados Unidos pasaron tres días bajo toque de queda. Incluso el presidente Donald Trump utilizó fuerzas militares y gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes que llegaron con sus cánticos y reclamos hasta la Casa Blanca.
Tres décadas después del levantamiento de Rodney King una porción importante de las sociedad estadounidense parece dispuesta a enfrentar la violencia policial y los crímenes de odio. Incluso, poniendo el cuerpo en las calles, enfrentando la represión. El futuro de la tolerancia y el respeto por el otro depende de ello.
De Luther King a Rodney King
La violencia racista en los Estados Unidos encuentra en algunos nombres propios y fechas las marcas de su identidad. Casi en simultaneo con los 30 años del ataque a Rodney King y el levantamiento de Los Ángeles se cumplieron 54 años del asesinato de Martin Luther King.
Símbolo de la lucha por los derechos civiles y premio Nobel de la Paz, el reverendo Martin Luther King fue asesinado el 4 de abril de 1968 en Menphis, cuando salía de su habitación del Motel Lorraine, a donde había llegado para apoyar una huega de los afroamericanos que trabajaban en la recolección de basura.
Fuente: Télam
El asesinato, a manos del segregacionista blanco James Earl Ray, desató una ola de protestas y disturbios en todo el país que solo serían igualadas en 2020 ante el homicidio de George Floyd. Hubo enfrentamientos y saqueos en más de 200 ciudades, donde se desplegaron 58000 soldados, hubo 27000 detenidos, 3500 heridos y 43 muertos.
Con poco más de medio siglo de diferencia la reacción es la misma: ante la expresión más cruda de la violencia y el racismo las calles no permanecen en paz ni vacías. De Martín Luther King a Rodney King y Gregory Floyd la comunidad afroamericana espera que sea la última vez.