Tener mascota reduce la pérdida de memoria en adultos mayores

Los animales de compañía contribuyen a disminuir la pérdida de memoria, pero no en todas las personas. Un estudio revela las condiciones en las que perros y gatos aportan un mayor beneficio desde el punto de vista cognitivo.

Una mujer coge de la pata a un perro, el compañero ideal frente a la pérdida de memoria
  1. María Sánchez-Monge

Tener un animal de compañía es, ante todo, una responsabilidad. Cuando se les cuida con gusto, los beneficios que pueden aportar son innumerables, pero no son el remedio universal frente a la soledad o la depresión. En algunos casos, quienes conviven con perros o gatos experimentan un menor deterioro de las funciones mentales, que se refleja especialmente en áreas como la memoria y la fluidez verbal. Un estudio publicado en JAMA Network Open revela qué personas son las que se benefician en mayor medida.

Los autores de este trabajo, de la Universidad de Sun Yat-sen en Guangzhou (China), analizaron los efectos cognitivos de tener una mascota en un conjunto de casi 8.000 personas mayores de 50 años. En quienes vivían con un animal se apreciaron tasas más lentas de deterioro de la memoria y de la fluidez verbal. Pero únicamente en aquellos individuos que no convivían con ninguna otra persona. Por lo tanto, todo parece indicar que tener un perro o un gato compensa una parte de la pérdida de memoria y capacidad verbal que se produce con la edad y que tiene mucho que ver con la soledad. No obstante, es importante apuntar que estos resultados no son concluyentes y se necesitan más estudios para poder afirmar de forma rotunda que tener una mascota reduce la tasa de deterioro cognitivo en los adultos mayores que viven solos. 

Soledad y pérdida de memoria: así actúan las mascotas

La soledad no deseada es un fenómeno creciente en todo el mundo, con consecuencias muy negativas en la calidad de vida. El aislamiento social afecta especialmente a las personas mayores y tiene repercusiones tanto en la salud física como en la emocional. Esther Camacho, psicogerontóloga y secretaria del Grupo de Trabajo de Psicología del Envejecimiento de la Sociedad Española de geriatría y Gerontología (Segg), apunta que la soledad “constituye un gran factor de riesgo para tener un declive en las funciones cognitivas, ya que supone una menor estimulación y menos oportunidades de usar nuestras funciones, especialmente el lenguaje, la memoria y el razonamiento”.

Por eso, las intervenciones encaminadas a mitigar la soledad aportan múltiples beneficios, tal y como constataron Ana Isabel Bermejo y Berta Ausín, de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, en una revisión publicada en 2018 en Revista Española de Geriatría y Gerontología. Los resultados de este análisis revelan la utilidad -en mayor o menor medida- de herramientas tan diversas como las terapias asistidas con animales, contactos con familiares a través de videoconferencia, talleres de jardinería u horticultura, terapias de reminiscencia, terapias de humor e intervenciones cognitivas.

El impacto más inmediato de las actuaciones contra la soledad es el emocional. “Tener una mascota nos anima, proporciona un motivo por el que movernos y una rutina”, señala Camacho. “Simplemente el hecho de recordar que cuando llegan las seis de la tarde tengo que coger tanto la correa como las bolsas higiénicas y salir a la calle ya es una forma de estimulación y, de paso, un ejercicio de memoria prospectiva”.

Tener un gato no impulsa tanto el movimiento y las caminatas, pero “observarlo dentro de la casa y ver cómo juega, sube y baja, o mirar sencillamente cómo descansa, nos puede servir para relajarnos”, describe Camacho.

En definitiva, las mascotas y otras intervenciones frente a la soledad promueven un mejor estado de ánimo que, según subraya la psicóloga “va muy unido a las funciones cognitivas”. De hecho, se ha acuñado el concepto de pseudodemencia depresiva para designar ciertas consecuencias de la tristeza, como un pensamiento más lento y una forma de hablar más pausada y con menos palabras. En cambio, estar contento o con un estado de ánimo estable va ligado a una mayor capacidad para imaginar cosas, buscar actividades estimulantes, salir de casa, relacionarse con otras personas… 

La tristeza y el aburrimiento son habituales en las residencias de ancianos y llevan, según Camacho, a que la mente de las personas mayores “deje de estar despierta y entren en un modo automático en el que el lenguaje ya no se fortalece cada día, se pierde esa fluidez verbal y se van retrayendo un poco más hacia adentro cada día”.

Con el tiempo, la tristeza, el aburrimiento y otros estados de ánimo negativos asociados a la soledad acaban haciendo mella en funciones cognitivas como la memoria y la fluidez verbal. Y esto supone el fin del envejecimiento activo.

Alternativas a las mascotas para conservar la memoria

¿Qué pueden hacer las personas que viven solas y no pueden o no quieren tener un animal de compañía para mantenerse activas mentalmente y contribuir a preservar su memoria y otras capacidades? Muchas cosas; en general, todo aquello que promueva la socialización, el ejercicio físico, el razonamiento… Estos son algunos ejemplos:

  • Caminar, a ser posible en compañía.
     
  • Leer, procurando encontrar lecturas novedosas y estimulantes.
     
  • Escuchar música. Intentar recordar las letras de las canciones.
     
  • Ver películas y comentarlas con otras personas.
     
  • Plantear acertijos y compartirlos.

“Se trata de pasarlo bien manteniendo nuestra mente activa”, resume Camacho.

Fuente: cuidateplus.com.ar