Siglo XX Cambalache: secretos del ciclo que enseñó historia a los argentinos
A comienzos de los noventa Teté Coustarot y Fernando Bravo hicieron de los sábados a la tarde un rito. Curiosidades, perlitas y la historia del incendio de Telefe que obligó a un plan de emergencia.
Para 1992, la historia tenía olor a libro de Félix Luna. No había Google, no había Doodle conmemorativo, todavía no había aparecido la enciclopedia multimedia Encarta y una nebulosa como YouTube donde buscar un video histórico era una entelequia. Argentina, sushi con champagne, estreno del peso en reemplazo del austral.
El 2020 sonaba lejano, apocalíptico, pero no pandémico. La moda era revisar el siglo XX en curso y el rito del sábado por la tarde pasaba por esa clase informal de cuatro horas de viajes por el tiempo. Los «profesores», Teté Coustarot y Fernando Bravo.
Un decorado típico, helecho, escritorio, cortinado de chalet noventoso, apenas sonaba la cortina de Carly Simon –As Time Goes By, tema poderoso de la película Casablanca-, la familia se reunía para ver Siglo XX Cambalache. «You must remember this…«, canta hoy emocionada Teté, que sabe que la melodía ya no le pertenece solo a las imágenes de Humphrey Bogart e Ingrid Bergman.
Todo se gestó en la cabeza de Gustavo Yankelevich. Recuerda Teté que estaba en Punta del Este cuando él, Gerente Artístico del joven Telefe, le habló de un ciclo que en principio estaba pensado para abarcar exclusivamente una década. Tania, la viuda de Enrique Santos Discépolo, dio el visto bueno a la utilización del título inspirado en el tango argentino Cambalache y el proyecto comenzó a fluir mágicamente.
Teté ya había dejado bien atrás General Roca (Río Negro), la corona de Miss Siete días, el título de Reina de la Manzana, la carrera de periodismo en la Universidad de La Plata y los ciclos Conversando con Teté y Once Once, del viejo Canal 11. A Bravo lo había conocido en su primer desfile, en La Plata, cuando él la presentó. La historia volvería a unirlos para lanzarlos como dupla inolvidable.
Fernando Pochulu (Bravo) ya tenía carnet del ISER hacía más de 20 años, ya había paseado por casi todo el dial y venía de presentar Con ustedes, por el 11. Por esos días intentaba desligarse del contrato que lo unía a Canal 9. Finalmente, obtuvo «la independencia» y volvió a la emisora de las pelotitas, que entre sus filas tenía a Xuxa, Cris Morena, Bernardo Neustadt, Carlos Calvo, Arturo Puig, Marcelo Tinelli, Leonardo Simons…
El ciclo llegó a superar los 20 puntos y vio desfilar por su living a Sophia Loren, Claudia Schiffer, Gina Lollobrigida, Catherine Deneuve. «En Siglo XX, Cacho Castaña le cantó por primera vez a Roberto Goyeneche Garganta con arena. Homenajeamos a René Favaloro y a su profesor José María Mainetti y conversamos con Raúl Alfonsín para evocar el regreso de la democracia», enumera Coustarot.
Era claro que no se escatimaba en figuras. El primer programa tuvo a la italiana Rita Pavone, eléctrica cantando Il Ballo Del Mattone. Luego, hasta Diego Maradona vestido por Versace hizo su aterrizaje para repasar su debut futbolero.
Sophia Loren, la actual reina de Netflix, engalanó el programa una tarde de 1992. Cantaba Jairo en el estudio y la diva italiana del cabello batido y las hombreras esponjosas lo ovacionó. Desconocía el dato que hoy regala Teté: el canal no tenía ascensor, el montacargas al que trepaba cada trabajador no parecía oportuno para Madame elegancia, por lo que se les ocurrió mandar a revestirlo.
La voz de los informes era la de Marcela Pacheco y el productor de los primeros programas, Luis Cella, quien dejó su puesto para producir a Susana Giménez. Eddie Consalvo tomó enseguida las riendas y «le dio su esplendor», juzga Bravo.
Gandhi sentado junto a Fernando, Evita charlando con Stella Maris (Teté). La magia era posible en la inolvidable apertura el programa. A mediados de los ’90, un espejismo así se celebraba: por obra y arte de la edición, Charles Chaplin interactuaba con la conductora, Carlos Gardel le cantaba al oído, mientras Tita Merello seducía a un malevo y arrabalero Bravo. La simpática apertura también cruzaba físicamente a la dupla con Salvador Dalí, con John F. Kennedy, con Marilyn y con los fabulosos cuatro, John, Paul, George y Ringo.
Además de extensos informes didácticos, el ciclo proponía debates en el living, sin sobresaltos, sin personas mirando a a sus celulares, sin fragmentar los pensamientos del espectador ni invitarlo a un ritmo visual frenético. En 1995, por ejemplo, era posible un programa dedicado a los sesenta y a Los Beatles, con un living habitado por Chunchuna Villafañe, Adolfo Castello y Norman Briski. Había tiempo para intercambiar conceptos sobre «la idealización de la década, la efervescencia», el contexto de La noche de los bastones largos, el Instituto Di Tella, Los Shakers, la bohemia y Ernesto «El Che» Guevara.
César Luis Menotti con su poesía («hay hechos de la vida de los hombres que no se analizan, se disfrutan»); Ricardo Iorio con su banda Hermética reversionando en vivo el tango Cambalache; Antonio Roma, Antonio Rattín, Silvio Marzolini y Carmelo Simeone recreando la atajada de Roma a Delem… Para el festejo de los 100 programas la estrella internacional fue Alain Delon.
El incendio del canal y un programa de emergencia
En septiembre de 1992, Telefe ardió. El edificio de Pavón y Matheu, en San Cristóbal, se incendió y hubo grandes pérdidas técnicas. Las llamas empezaron en el subsuelo, siguieron por el depósito y abrazaron la utilería. Unos 100 bomberos trabajaron durante 20 horas para extinguir el fuego.
Ante el drama, los rivales se volvieron amigos. Canal 13 transmitió la imagen satelital de Telefe. Y ATC y canal 8 de Mar del Plata prestaron equipos. Los programas comenzaron a salir en estudios improvisados y Siglo XX se emitió desde el estudio de la calle Colonia. Teté se arremangó: a contrarreloj llamaba a las casas de decoración para que les prestaran sillones.
«Yo grabé cada episodio, pero terminé perdiendo el material», se lamenta Bravo, que considera el material fílmico una gema con testimonios directos de Juan Manuel Fangio Charles Aznavour, Shirley MacLaine. «Siempre sentí que hubiese pagado por hacer un ciclo así. En el momento entendía que era un gran programa, lo que no podía percibir era la ola expansiva que tendría 25 años después. Juro que estudié para Siglo XX mucho más de lo que estudié en el secundario».
Una de las tareas titánicas fue, por ejemplo, convencer a Favaloro, quien esquivaba la atmósfera de los homenajes. Finalmente, tan cómodo se sintió en aquel living que a los días de la entrevista envió una carta de agradecimiento, lo que hizo lagrimear a Fernando. No era extraño ver a Bravo desbordado por la emoción. «Un día me tuvo que socorrer Teté», cuenta entre risas. «En algunos momentos pautábamos que las entrevistas las hacíamos de manera independiente. Así fue como frente a Páez Vilaró, solo, me quebré. Él hablaba de la tragedia de Los Andes, de cómo encontró a su hijo y yo no podía articular palabra. Afortunadamente entró Teté para auxiliarme».
Tampoco faltaron tentadas al aire, como durante la visita del actor estadounidense Jack Palance, quien no quería traductor, pero terminó demostrando no manejar el castellano. El archivo no miente: aquella fue la nota más accidentada. Por los pasillos se comentaba que Jack había llegado al canal con unas copas de más.
Decenas de veces corrió el rumor mediático de un regreso. La dupla nunca desechó la idea, pero el proyecto no prosperó. «Hace unos días subí una foto de Loren en el programa, y la respuesta fue increíble. Siguen pidiendo la vuelta. Yo estoy retirado de la televisión y segundas partes no son buenas, pero si se encontrara una forma de aggiornamiento sin dormirse en esa fórmula probada, no podría despreciarlo», admite Bravo.
En 1995 el ciclo fue levantado y las cartas de quejas llegaron de a toneladas. «Fue un programa fino, sobrio, que se ponía al servicio de la historia. Nunca levantamos el dedito para decir ‘esto estuvo bien o mal'», suma Bravo.
«Debes recordar esto: un beso es solo un beso, un suspiro es solo un suspiro. Las cosas fundamentales suceden mientras pasa el tiempo«, indica la cancioncita que los argentinos ligamos a esa TV noventosa y la dupla no pudo sacar de su cabeza. Ya lo dice un dulce verso: «No importa lo que traiga el futuro».
Fuente: Clarín