El rol de las mujeres en la Revolución de Mayo

Las guerras civiles habían comenzado en el transcurso de la Revolución y convivieron con las luchas por la independencia. Se trataba de conflictos armados en torno al proyecto de país que distintas facciones de las nacientes burguesías buscaban imponer.

En ellas se combinaron enfrentamientos de intereses económicos regionales y sociales, entre los diversos sectores de las elites, con mayor o menor respaldo en el conjunto de la población.

Al mismo tiempo, la expansión territorial de los nuevos Estados, empujando la “frontera agropecuaria” sobre territorios en manos de los pueblos originarios, llevó a partir de 1820 a una “guerra contra el indio”, marcada por las expediciones de fuerzas estatales y su respuesta en reiterados malones sobre las poblaciones de la “frontera”.

El general Bartolomé Mitre en la campaña del desierto 1855. / Archivo

El general Bartolomé Mitre en la campaña del desierto 1855. / Archivo

En este sentido, salvo casos excepcionales o breves períodos, las guerras continuaron siendo el trasfondo habitual de la vida cotidiana.

En ese contexto convulsionado, la contradictoria herencia del ciclo revolucionario se expresaba también en la situación de las mujeres.

Legalmente, su condición no había cambiado respecto de los últimos años de la colonia, pero la situación había llevado a que en la práctica y por necesidad ejercieran una mayor autonomía y ocuparan roles que excedían a los de la “matrona” de antaño.

Las levas para las milicias y ejércitos provinciales o de facción siguieron llevándose a muchos hombres, sobre todo de los sectores populares, forzando a que muchas mujeres continuasen siendo el principal sostén de sus familias.

Para las mujeres de las clases más acomodadas, el alistamiento de sus maridos como oficiales las siguió colocando en la jefatura cotidiana de sus hogares.

Juana Manuela Gorriti, después de la Revolución de Mayo se convirtió en una activa participante de la vida social de la época.  / Archivo

Juana Manuela Gorriti, después de la Revolución de Mayo se convirtió en una activa participante de la vida social de la época. / Archivo

El embanderamiento político de las mujeres se convirtió en una realidad –como dan cuenta los casos de Juana Manuela Gorriti, Mariquita Sánchez y Encarnación Ezcurra– y en una apelación desde los partidos y facciones en pugna.

En la literatura panfletaria de la época, la aparición de decididas unitarias y federales se hizo habitual, en coplas como estas: “Con las mozas de mi pago/ Sin contar con los muchachos, / Sobran para rechazar / A cincuenta mil fortachos. / […] / Cielito, cielo que sí / Cielito y sigan las danzas / Hasta ver los unitarios /En la punta de las lanzas.”

Un paso al frente

El orden patriarcal de la colonia se resquebrajaba, y por sus intersticios comenzaban a asomar mujeres dispuestas a ocupar nuevos espacios en la vida social y política del país naciente.

Entre las hermanas de Rosas destaca Mercedes, nacida con la Revolución en 1810. Fue una de nuestras primeras novelistas, autora en 1861 de María de Montiel, firmada con el anagrama M. Sasor, en la que volcó sus recuerdos de las dos primeras décadas revolucionarias.

Mercedes Rosas. / Archivo

Mercedes Rosas. / Archivo

En la dedicatoria a Luis de la Peña, la autora confesaba que era su primer ensayo y le pedía a su primer crítico que no fuera demasiado severo con ella.

En la novela, el marido de María es un guerrero que cayó combatiendo en la gloriosa batalla de Ayacucho que selló la independencia americana, y dos personajes sanmartinianos, Mariano Necochea y el coronel Olavarría, son los encargados de darle la noticia a la protagonista.

Los que la conocieron dicen que era una mujer decidida que no se doblegaba ni ante su hermano.

En 1856, tras ser fusilado el coronel Jerónimo Costa por los vencedores de Caseros, Mercedes en persona dio sepultura a su pariente con la ayuda de sus sirvientes. Un grupo de partidarios del gobierno se presentó en su casa para insultarla por portación de apellido.

Mercedes Rosas de Rivera murió en Buenos Aires, en su casa de la calle Bolívar al 500, nueve años después de publicar su novela.

Fuente: https://www.clarin.com/viva/rol-mujeres-despues-revolucion-mayo_0_QhZKKgwo0.html