Exposición de fotos sobre Charly García
Inquieto, provocador, imprevisible: un compendio sobre cómo retratar a Charly García. Seis famosos fotógrafos dan vida a dos exposiciones -una en la Fotogalería del Teatro San Martín y otra en el Planetario- sobre el genial músico que el sábado 23 de octubre cumple 70 años.
Por Mercedes Ezquiaga
A pocos días del cumpleaños 70 de Charly García y en el marco de los numerosos homenajes que le dedica la ciudad, se pueden visitar dos exposiciones, en el Planetario y en la Fotogalería del Teatro San Martín, que revelan la impronta visual que acompañó al ex Serú Girán a lo largo de su carrera, una figura inquieta, cambiante, temeraria, en sesiones donde siempre reinó el imprevisto, según testimonio de los fotógrafos que lo retrataron a lo largo de su historia.
«Cómo conseguir Charlys» se titula la muestra que se puede visitar hasta el 28 de noviembre en el Hall Alfredo Alcón del Teatro San Martín (Av. Corrientes 1530) con entrada gratuita donde se despliegan 30 imágenes de Nora Lezano, Hilda Lizarazu y Andy Cherniavsky -diez de cada una-, mientras que en el ingreso al Planetario (Sarmiento y Figueroa Alcorta) seleccionaron dos de sus fotografías favoritas Gabriel Rocca, Guido Adler, Maxi Vernazza y también Cherniavsky, hasta el 12 de noviembre.
Ambas muestras dan cuenta de miradas personales y diferentes representaciones de Charly García, el talentoso músico que como un camaleón mostró sus más diversas facetas, la de «Say no More», o «Peperina»; de «Yendo de la cama al living» a «La hija de la lágrima», o los inicios con Sui Generis, Serú Girán o la Máquina de Hacer Pájaros, en recitales, giras, lanzamientos o momentos íntimos.
La provocación, la desmesura o el narcisismo son solo algunas de las máscaras que ha revelado este músico pero también un costado más lúdico y hasta cierta fragilidad, en las sesiones realizadas en su casa, en presentaciones en vivo, durante las grabaciones y en producciones para tapas de discos y revistas.
Algunas a color, otras en blanco y negro, desde sus inicios hasta tiempos más recientes, las imágenes de ambas exposiciones reúnen capturas que revelan las múltiples visiones que estos artistas han construido durante su tiempo con la estrella de rock local que el 23 de octubre cumplirá 70 años.
«Arranqué con Charly cuando empecé a sacar mis primeras fotos y ya son 40 años de laburo. Lo conocí desde muy chica apenas me convertí en fotógrafa. Y es un personaje un poco temerario por lo cambiante que es. No se queda quieto, y tenés que estar preparado con tres cámaras porque no sabes por dónde va a salir. Es una de las personas que más fotografié», cuenta a Télam Andy Cherniavsky, la única cuyas imágenes se encuentran en las dos exposiciones actualmente dedicadas al bicolor.
Desde sus comienzos, en los años 80, Cherniavsky se destacó como una de las grandes fotógrafas de rock en Argentina. Hizo producciones especiales, tapas de discos y fotos de prensa de todas las figuras, con especial énfasis en su amigo Charly García. Luego incursionó con gran éxito en el mundo de la moda y la publicidad. Una de las imágenes, años 80, la muestra sentada en el piso junto a Charly, los dos riendo, vestidos iguales (con jardinero de jean) frente a un plato con un inmenso pote de dulce de leche Gandara.
«Mis fotos muestran las diferentes caras y diferentes épocas de Charly, por haberlo seguido durante toda su carrera. Homenajearlo es hermoso. En las fotografías está la historia de su vida pero también de la mía y la del rock en Argentina. Para mi es como un libro de historia. Y me acompaña en mi memoria cada cosa que hice, donde estuve, a donde fui. Es como una playlist de la vida», rememora la fotógrafa.
En las fotografías se lo puede ver con una capa roja y el pelo teñido de rubio, abrazado a las espaldas a Nito Mestre, sentado en un cordón al lado de Andrés Calamaro, fumando y con un sombrero, abrazado a sus guitarras, en el estudio de grabación, con un trago en la mano, con gafas de sol, cruzando una calle, leyendo, sacando la lengua, tocando la viola, tapándose la cara, con un antifaz, con expresión angelical y, también, todo lo contrario.
«Una de las fotos que elegí es de la prehistoria. Un momento donde no había demasiada producción. Se trataba de tocar el timbre en la casa de él, abrir, mirarnos y ver qué fotos se podían hacer. Ahí está Charly tomando la comunión para una revista de rock en la que trabajaba, donde los músicos se prestaban a ser fotografiados como su opuesto», cuenta Gabriel Rocca, durante la inauguración en el Planetario. Anochece y se prenden las luces de este espacio de divulgación mientras señala la imagen de un Charly angelical, de blanco, arrodillado y con sus manos juntas apuntando al cielo.
«No quiero decir que sea exactamente el opuesto de Charly pero por ahí anda», ríe el fotógrafo que empezó su carrera en la legendaria revista Pelo, donde conoció a los músicos más importantes del país. Sus fotos fueron portada de discos, revistas y afiches.
Otra de sus imágenes, «también de la prehistoria» lo muestra a García discando un teléfono de línea, con cable, junto a un pasacassette, un minicomponente, una agenda de papel escrita y unos vinilos, «todos elementos que ya no existen», dispara Rocca dando cuenta de una larga carrera de más de 35 años, que incluye no solo a celebridades del rock, sino también de la moda, el cine, la tv y el deporte.
Charly está completamente pintado de color plateado, la cara, los brazos, las piernas, como un marciano. La cinta de Say no More, como de capitán, en el brazo, mientras mira a cámara, en una icónica portada de la popular revista Rolling Stone, que capturó con su lente Cherniavsky.
Ese día estaba todo listo para una conferencia de prensa en el estudio de fotografía de Cherniavsky; estaba lleno de periodistas, cámaras de todos lados, había mucha gente, pero Charly nunca apareció. Varias horas después, cuando ya estaba todo desarmado -siempre el imprevisto-, el músico llama a Cherniavsky: «Estoy en casa todo pintado de plateado, ¿Qué hago?». «Bueno, venite», responde la fotógrafa. «Así nacieron estas fotos tan lindas, en una sesión que tuvo mucho de ese Charly inquieto tirando mensajes desafiantes. Estar pintado de plateado era parte de eso. Estaba tan exaltado que era difícil agarrarlo donde estaban marcadas las luces, está fuera del lugar y no donde tenía que estar pero igual son fotones», recuerda Cherniavsky.
El 3 de marzo del año 2000 ocurrió uno de los sucesos más comentados alrededor de la historia del siempre controversial pianista: se arrojó desde su habitación del noveno piso del hotel Aconcagua, en Mendoza, hacia una pileta. «Fue la primera cosa deportiva que realmente disfruté en mi vida», dijo apenas segundos después de zambullirse. No era el primer escándalo que protagonizaba el músico, pero sí el más resonante.
Años después, llegaría una suerte de ¿homenaje? a aquel momento, pero de la mano del fotorreportero Maximiliano Vernazza. Así lo muestra la imagen a color de Charly subido a unas escaleras y a punto de saltar a una piscina de un parador de playa, esta vez a muchísima menos distancia entre ambos.
«Estábamos en Pinamar y quedamos en hacer una foto en el hotel tirándose a la pileta, pero bueno… se tiró el día anterior a la sesión, desde un primer piso. Y una pareja que estaba tomando sol se asustó, se armó revuelo en el hotel y nos echaron a todos», narra Vernazza, quien conoció al cantante en 1997 para una nota de una revista y desde entonces lo fotografió en grabaciones, giras, cumpleaños, sus habituales vacaciones en Pinamar y Villa Gesell o en su refugio, en su departamento de Coronel Díaz y Santa Fe.
«Entonces él dijo ‘Vamos a hacer como cuando era chico que iba al campo de mi tío y me tiraba desde el molino al tanque australiano’. Estábamos en el Parador Robinson, en la playa, y pidió una escalera, la gente tardaba en traer la escalera y yo me puse nervioso y me acuerdo que les dije ‘apúrense porque la foto es ahora, sino Charly se puede ir’. La trajeron y Charly pidió una túnica roja, pero no teníamos. Miramos al mar y pasaba justo un vendedor de túnicas. Finalmente se tiró, con la túnica roja, pero no era tan profundo como pensaba, así que salió un poco dolorido. Después hicimos un montón de fotos más», relata el fotógrafo, en otro relato donde coincide el imprevisto, marca registrada del creador de «Clics modernos».
Para Cherniavsky, se podrían señalar a grandes rasgos dos épocas de Charly, «uno es el de Peperina y otro es el de Say no more: El primero era un Charly más tranquilo, no desde sus letras, pero sí desde su actitud, sin dejar de ser un provocador. Se fue desarrollando hasta convertirse meramente en un provocador desde todo punto de vista, sobre todo al momento de hacer las fotos; impulsivo, inquieto, ecléctico, rebelde, desafiante. Y ese es el de Say no more», asegura la fotógrafa en alusión al octavo álbum de estudio en solitario del músico argentino, editado en 1996.
Guido Adler capturó con su cámara las últimas décadas de Charly, el más reciente. Y así se ve una imagen reciente -aunque pre pandémica-, en pleno concierto en el teatro Gran Rex, el autor de «Rasguña las piedras» frente al teclado, en las que el autor juega permanentemente con lo conceptual: «La imagen está movida. La saqué desde muy arriba del teatro pero eso es muy difícil, porque él siempre está arriba de todos nosotros», alega explicando el fuera de foco. En la otra foto que eligió para la exposición, se lo ve «Charly y una antena de fondo», sin más explicaciones, aunque una clara referencia a la letra de su canción «Chipi Chipi» («yo solo tengo esta pobre antena que me transmite lo que decir»).
Si la foto perfecta tiene que ser una fusión de equilibrios entre la luz, el acting, el encuadre, la actitud y ese instante inexplicable del click, los autores de estas imágenes vencieron obstáculos y se las ingeniaron para capturar al errante e imprevisible Carlos Alberto García Moreno, entre arrebatos de inspiración y excentricidad, tan evasivo como intenso, tan lúcido como polémico, transformado en figura esencial de la cultura rock local.
Fuente: Télam