Ricardo Bochini: el ídolo que se reinventó en una Pyme
Participa de cumpleaños, picaditos y hasta organizó un streaming. La nueva rutina del crack al que los hinchas hoy pueden tener jugando en sus casas.
Domingo al mediodía. Mario Ignotto, jubilado, ex empleado de una empresa de transportes, cumple 88 años. Su familia, que lo conoce muy bien, le hace el mejor de los regalos: contrata la visita de Ricardo Bochini, su ídolo máximo, su tótem sagrado, el crack que lo llevó al éxtasis como hincha de Independiente.
El Bocha llega a la casa de Mario, en San Martín, a seis cuadras de la cancha de Chacarita, acompañado de un “asistente”. De campera de cuero y mocasines, camina despacio. Atraviesa el patio. Sonríe. Saluda levantando la mano derecha. Como si estuvieran en la tribuna, los 20 invitados, entre los que se imponen los fanáticos del Rojo, le dedican algunos cánticos… “Sólo le pido a Dios que Bochini juegue para siempre…”.
Richard se saca fotos, firma autógrafos. Se sienta a la mesa principal. Con entusiasmo, come pizza y sándwiches de miga, su debilidad. Primero toma un poco de gaseosa y después una copa de vino tinto. Entre bocado y bocado, relata al detalle algunas de sus hazañas, la vez que se la punteó al Loco Gatti en la final de la Liguilla en la Bombonera, la tarde que se la metió de emboquillada a Miguel Ángel Wirtz en un clásico con Racing en la Doble Visera…
Es, por qué no, una pyme de la nostalgia, una empresa cuyo servicio principal consiste en revivir la felicidad que generaba en la cancha. Un viaje al pasado, dulce, reconfortante.
Cuando el Bocha cumple con la hora pactada, nadie quiere que se vaya. Le piden más fotos, que cuente la noche de los dos goles al Pato Fillol en la final del Nacional 78. “La leyenda que vino de Zárate”, tal como lo definía Víctor Hugo Morales, accede y se queda unos minutos más. Antes de despedirse, repite uno de sus rituales: para comer en el camino o en su casa pide una porción de torta.
“Fue un día soñado”, describe Alicia Ignotto, hija de Mario. “Además de lo que significó como jugador, el Bocha es una persona muy agradable, recopado, sin ninguna clase de divismo… Los más grandes de la familia estábamos encantados de tenerlo en casa. Y los más chicos, de tantas historias que les contamos sobre él, creían que estaban viendo a Messi”.
Fillol, uno de los arqueros que lo sufrió.
Sin dudas: con Diego Maradona y Messi liderando el ranking, Bochini fue uno de los cinco mejores jugadores argentinos de los últimos 50 años (¿a quién habría que sumar en esa lista? ¿Mario Kempes? ¿René Houseman? ¿Beto Alonso? ¿Juan Román Riquelme?). Un fuera de serie con una característica particular: lo ovacionaban hasta las hinchadas rivales.
Hoy su cancha es otra. Ya sea como parte del staff de la empresa Tus ídolos, que integró; o como en los últimos tiempos asociado con su amigo Maximiliano Gallo, alias el Chango, hace “presencias” en toda clase de eventos: cumpleaños, casamientos, aniversarios…
Sus honorarios arrancan en los 16.000 pesos: es lo que cobra por enviar un “saludo” en un video junto con una camiseta de Independiente autografiada. Si ese “saludo” está editado con imágenes del “homenajeado”, el número crece a 20.000.
A partir de ahí, los honorarios varían: depende del tiempo que le insuma cada prestación, la distancia que deba recorrer para llegar a la cita… El Bocha, que no sólo se mueve por Buenos Aires sino que también ha sido contratado en Mendoza, San Juan, Chaco y Mar del Plata, entre otras ciudades, puede pedir entre 85.000 y 200.000 pesos.
¿Cobra más por ponerse los pantalones cortos que por contar anécdotas? “El 10 y 11 de octubre, por ejemplo, el Bocha tiene previsto jugar un picado en Córdoba. Y ahí, con los gastos de traslado y hospedaje cubiertos, va a cobrar más porque es un viaje que implica dos días”, confirma el representante. “En general, los picados son más caros porque después de jugar el Bocha se queda a comer un asado”, agrega.
En 2007, volviendo a Zárate de un evento en Colón, por la Ruta 14, Bochini quiso pasar a un camión, se le bloquearon las ruedas, se fue a la banquina y volcó. Si bien sufrió heridas leves, se asustó mucho, se le agravó una arritmia cardíaca y le tuvieron que colocar un stent. La cirugía se la hicieron en la Fundación Favaloro. Se recuperó sin problemas. ¿Cómo lo trata hoy su físico, a los 67 años?
Gol a Racing en 1974.
“El Bocha está impecable”, asegura su ladero. “Igual, siempre les aclaro a quienes lo contratan para jugar que se trata de un picado ‘regenerativo’, tranqui, como para que no venga el desubicado que nunca falta a querer tirarle un caño o mostrarle la suela…”.
El Chango habla del Bocha con admiración. Y repite a cada rato que el ídolo “está en un gran momento”. A los 39 años, el manager también es socio de Héctor Enrique, ex jugador de River y la Selección. “Con el Negro tenemos un complejo de canchitas en Adrogué que se llama La Mano de Dios… Ahí el Bocha desarrolla su escuelita de fútbol”, suma.
¿Bochini es un personaje “caro”? No parece. En similares circunstancias, para sumarse a algún evento, futbolistas de menor renombre o jerarquía pero que se han consolidado como figuras televisivas pueden cobrar el doble.
“El Bocha siempre fue así: modesto, de costumbres sencillas… Ahora anda en un Toyota Corolla negro, 2020, pero es difícil que lo veas en un cero kilómetro…”, señala un amigo. Y agrega: “Es una persona introvertida, de pocas palabras. Y no cuenta anécdotas con la gracia de un Guillermo Coppola… Pero quienes lo contratan no quedan para nada disconformes, al contrario. Valoran lo que fue como jugador, el peso de su figura…”.
De lo que recaudan el Bocha se queda “con el 80/85 por ciento” y el resto «es para su agente», según comenta la misma fuente. “Son las cifras habituales en este tipo de trabajos”.
Queda dicho: así como ahora se maneja con su socio, Bochini fue en su momento una de las estrellas de Tus ídolos, empresa creada por Gastón Mastrolía (como periodista fue director de la revista Corsa, entre otros trabajos) que se dedica a la organización de “eventos deportivos”: en 2013, por caso, organizó una charla del entrenador catalán Pep Guardiola en el teatro Gran Rex, y en 2016 llevó adelante la Expo Boca.
Ahora es viernes a la tarde. A Bochini lo convocan para jugar un fútbol cinco sobre césped sintético en Wilde, como parte de los festejos del 40° cumpleaños de Cristian. El 10 se pone una camiseta de Independiente -una réplica de la Le Coq Sportif de los años ’80- y sale a la cancha. Los rivales, de camiseta verde y blanca a rayas verticales, similar a la suplente de Banfield, no lo pueden creer. El Bocha, el mismo de la cucharita a la Juventus en la final de la Intercontinental 73, el del gol a Talleres con tres hombres menos en el Nacional 77, mantiene la magia intacta: toca y toca, tira caños, paredes…
“Toda mi vida esperé este momento: ¡jugar al lado del más grande!”, se emociona Cristian. “Eso sí: no corrí mucho…”, agrega con gracia, autocrítica y, sobre todo, espíritu de oficinista.
“A Cristian lo vi bien, con condiciones para el fútbol”, le devuelve Bochini. “Creo que podría haber jugado en cualquier equipo importante de la Argentina… Nunca es tarde…”.
En general, el Bocha tiene muchas actividades. Si no está en un evento es porque lo invitaron a almorzar al restaurante La Positiva, de San Miguel, o a El Antojo, de Villa Devoto, o porque fue a buscar asado de regalo a la carnicería Las Tropas, de San Vicente.
El Bocha, con Oscar Erbín, en el restaurante «La Positiva».
“Bochini viene a almorzar domingo por medio”, cuenta Oscar Erbín, dueño del restaurante La Positiva, tan hincha de Independiente como Raúl Alfonsín, Andrés Calamaro o Quino. “Lo hace con su novia, sus hijos o algún sobrino. Le gusta comer bife de chorizo con ensalada. Siempre quiere pagar, pero yo no le cobro nada… ¿Cómo le voy a cobrar con todas las alegrías que nos dio? ¡Ni loco!”.
Oscar Erbín es primo de Pablo Erbín, sí, el mismo jugador que el 5 de mayo de 1991 le pegó un patadón a Bochini y lo obligó a retirarse. ¿Cuánto pesará esa torpeza en la conciencia del ex defensor de Estudiantes?
“El Bocha no tiene rencores”, sigue Oscar. “Si se cruzan, se quedan charlando sin problemas”, agrega. Pocos minutos después, envía por whatsapp una imagen en la que se lo ve posando junto a Ricardo.
De San Miguel a Tigre, de Tigre a Villa Luro, el Bocha siempre está en movimiento. Es fascinante lo que genera entre los hinchas del Rojo. Y en buena parte vive gracias a ese amor que vence al tiempo. Es más, en una época dulce, como si fuera un cantante de cumbia, puede presentarse en más de un evento en una misma noche. Los hinchas le quieren retribuir lo que les dio como jugador. Lo cuenta otro de sus allegados: “Una vez, en un cumpleaños en Flores, en un salón ubicado en un primer piso por escalera, un hincha de unos 40 años lo vio entrar y se descompuso de la emoción… Lo tuvieron que llevar a una clínica”.
El Bocha se inició en Belgrano de Zárate. Luego, de 1972 a 1991, jugó siempre con la misma camiseta: la de Independiente, sin ningún estampado sobre el pecho o con el logo de las fotocopiadoras Mita. Un caso infrecuente, una rareza. En el medio formó parte de la Selección Argentina. Y, aunque sólo jugó unos minutos del partido frente a Bélgica, salió campeón del mundo en México 86, lo que con los años, y gracias a las gestiones que hizo Ruggeri ante Julio Grondona, ex presidente de la AFA, le permitió cobrar una “pensión”.
En su contacto de whatsapp, Bochini puso la foto del cartel de la calle que lleva su nombre completo, “Ricardo Enrique Bochini”. No cualquiera cuenta con eso: San Martín, Belgrano, Güemes… Eso sí, no responde los mensajes. “El Bocha está muy ocupado”, justifica su representante. “Y más ahora que volvió a entrenarse para el picado que tenemos que jugar en Córdoba”.
En la cuenta de Twitter oficial del Bocha, donde también figura el número de teléfono de contacto para convocarlo a algún evento, su último aporte es del 8 de agosto, cuando felicitó “a los jugadores y al cuerpo técnico de Independiente” por haberle ganado 1-0 a Racing. Sabe cómo alimentar ese ida y vuelta.
En la Feria del Libro, con su biografía.
Jorge Barraza es periodista y, además, “muy amigo” de Bochini. Se conocieron cuando Barraza trabajaba en la revista El Gráfico. En 2016 publicó la biografía Yo, el Bocha. “Fue un éxito”, cuenta el autor desde La Paz, Bolivia, donde reside actualmente. “Se vendieron unos 17.000 ejemplares. Es más, hace poco el Bocha me dijo que quería reunirse con la gente de la editorial Planeta para ver si podíamos imprimir algunos ejemplares más, aunque sea 1.000. ¡Es que no se consigue por ningún lado!”.
Barraza habla con ganas. Se toma su tiempo para recuperar algunas de sus historias personales. Se nota que Bochini le ha permitido vivir momentos felices, imborrables.
Para armar el libro, Barraza y Bochini se reunieron unas 30 veces. “El Bocha, por suerte, tiene una memoria impresionante. Y se acuerda de todo: partidos, goles, jugadas, rivales a los que gambeteó… Cuando hicimos la presentación en la Feria del Libro el público desbordó la sala: había más de 1.000 personas. ¡Todos querían ver a su ídolo! Y después se armó una fila de tres cuadras para que les firmara el libro… Esa misma tarde Vargas Llosa presentaba su última novela. Lo fueron a ver unas 300 personas… Es otro público, claro”.
-¿Cuánto valdría el Bocha si jugara hoy?
-Bochini es el ídolo más grande de cualquier club de la Argentina… A los hinchas de Independiente les podés insultar a la madre, pero no te metas con el Bocha. Hoy valdría una fortuna muy difícil de calcular… Acabo de escribir una columna sobre el colombiano James Rodríguez, que cobra más de 14 millones de dólares por año…
Se sabe: el Bocha recibió varias propuestas para cambiar de camiseta. Pero nunca lo convencieron. La oferta más seria se la hicieron en 1973, después del gol que le hizo a la Juventus. Luego de la final, a la noche, un empresario lo fue a ver al hotel donde estaba alojado Independiente. Le dijo que el equipo italiano estaba interesado en su pase. Pero el Bocha no quiso saber nada. “Le gustaba vivir en Buenos Aires, cerca de su familia y sus amigos”, comenta Barraza. “Además, en aquella época no se pagaban las cifras que se pagan hoy. ¿Sabés cuánto recibió de premio cada jugador de Independiente por ganarle a la Juventus? 200 dólares. Increíble, ¿no?”.
Los siete hermanos de Bochini, cinco varones y dos mujeres, siguen viviendo en Zárate. En total eran nueve. Pero hace algunos años, en un accidente de tránsito, falleció Néstor: lo chocó un camión de frente mientras iba al campo que le administraba al Bocha en Ascensión, provincia de Buenos Aires, entre Junín y Pergamino. Con el tiempo el Bocha vendió esas hectáreas. También era dueño de algunos puestos de diarios en Capital. “Pero nunca fue de hacer demasiadas inversiones”, sigue Barraza.
En 1991, en dupla con Carlos Fren, y en 2001, junto con Néstor Clausen, Bochini dirigió dos veces a Independiente. En ambos casos no logró buenos resultados y se tuvo que ir. Tampoco pudo consolidarse como “comentarista”. Menos como “panelista”, ese oficio en el que es prioritario agitar los brazos y hablar por encima del otro. Tal vez le juegue en contra su tono mesurado.
“Durante un tiempo fue columnista del diario Olé”, recuerda un periodista que trabajó en el diario deportivo. “Pero como no quería tener problemas con nadie, lo más jugoso lo decía en off, con el grabador apagado. Era, por definirlo de alguna manera, la contracara del Nene Sanfilippo”.
Para el Bocha no fue fácil vivir alejado del fútbol. Al principio le sobraba el tiempo. Y se pasaba las tardes en su casa, en un sillón, mirando partidos viejos. Algo tenía que hacer, armar una rutina. Y de a poco fue madurando la idea de sacarle provecho a su condición de ídolo.
Después de largos años de soltería, a fines de los ’90 se casó con Graciela Suñé, abogada. La pareja vivió en un departamento en Palermo. Tuvieron dos hijos, Simón y Manuel, de 21 y 19 años, que fueron a la escuela pública, el “Lengüitas”, en Salguero y Juncal.
Con el tiempo, el Bocha y Graciela se separaron. Y ahora Ricardo vive con Silvana, su pareja, en Ciudad Evita, camino a Ezeiza, a la altura del hotel Holiday Inn. Una de sus últimas apariciones públicas fue, justamente, en mayo de este año, cuando la acompañó a vacunarse al estadio Monumental, en Núñez, y en ningún momento se sacó el barbijo con el escudo de Independiente.
Los hijos del Bocha siguen viviendo con su madre. Después de dedicarse a algunas tareas “administrativas”, estarían con ganas de armar una escuela de fútbol en Avellaneda. Lo saben bien: en esa zona, su apellido pesa.
Maradona y Bochini, juntos en el estadio de Independiente. (Twitter Independiente)
¿Y cuál es el vínculo de Bochini con Independiente? No son pocos los que reflexionan: si el Rojo tiene gran cantidad de hinchas, socios y abonados, en buena parte es gracias a él. Si el Rojo cobra lo que cobra de sponsors y derechos de televisión es, en buena parte, gracias a él. Si el Rojo es uno de los clubes más importantes del mundo es, en buena parte, gracias a él.
A principios del año pasado, a cambio de un sueldo, el club lo nombró “asesor” en temas de fútbol. “En realidad, es un cargo simbólico”, comenta uno de los cronistas que están más al tanto de lo que sucede en Alsina y Bochini. “El Bocha no participa en las negociaciones por los refuerzos… Tampoco se lo ve los días de semana por el estadio o el predio de Villa Domínico. Incluso, poco después de que lo nombraran, Independiente sumó como manager a Jorge Burruchaga… Y al Bocha no le gustó nada”.
Como mucho, puede encabezar un homenaje como el que se hizo en febrero de 2020, cuando Maradona -siempre dijo que admiraba a Bochini- fue a la cancha de Independiente como DT de Gimnasia. O como el de diciembre de ese mismo año, cuando se hizo un breve acto en el estadio por la muerte de Diego. Pero el fútbol, en todo caso, lo manejan Pablo Moyano, vicepresidente del club, y Héctor Maldonado, secretario general.
A fines de este año habrá elecciones en el Rojo. Y Hugo Moyano buscará su tercer mandato. ¿Qué pasará con el Bocha? Seguramente seguirá como hasta ahora, “en un rol para las fotos”. Cuando el DT era Ariel Holan (llegó a principios de 2017 y se fue en 2019), el ídolo era “fuente de consulta permanente”. Iba a las prácticas, compartía asados con el plantel… Y a Independiente le fue muy bien: ganó dos copas, la Sudamericana y la Suruga Bank. Pero después la relación se enfrió.
Viendo una práctica junto a Ariel Holan.
“Con el Maestro estoy en contacto permanente”, cuenta su amigo Daniel Bertoni, y no hace falta aclarar a quién se refiere. “Hablamos de nosotros, de nuestras familias, del país, de Independiente… Ahora parece que el club reflotó el tema y el estadio llevará finalmente el nombre del Maestro. Sería lo más justo”.
Bertoni se considera “un hermano” del Bocha. Y lo elogia como si fuera el hincha más apasionado, como si en lugar de haber jugado con él lo hubiera seguido desde la tribuna.
Según Daniel, la pandemia hizo que Bochini se quedara “guardado”. Y no sólo eso: obligó a que se suspendieran los eventos en los que él participaba. “Hasta que no se vacunó con las dos dosis, no salía a ningún lado. Ahora, por suerte, está empezando a volver a trabajar como antes”.
Con Bertoni armó una gran dupla.
Durante el aislamiento Bochini protagonizó una publicidad de papel higiénico, New Pel, que se viralizó en las redes sociales. Al Bocha lo acompañaban otras figuras como Nery Pumpido, el Checho Batista y el mismo Bertoni.
Como se trataba de una campaña para llevarles «insumos» a los hospitales, su aporte fue ad honorem. Como compensación le dieron unos rollos de papel. Nada más. «Pero el Bocha igual se quedó contento porque sabía que estaba ayudando», explica el Chango.
La producción es austera, de bajo presupuesto. Vestido con ropa oficial de Independiente, Bochini recibe un rollo de parte de Bertoni. Y señala: “A esta cuarentena le voy a hacer un golazo… Los campeones del mundo usamos el mejor papel, New Pel”. Enseguida, patea un rollo con el empeine, un toque suave, preciso, como cuando la acomodaba junto a un palo. ¡Bo-bo-chi-ni!
En el momento más severo de las restricciones y el distanciamiento social, lo que permitió que el Bocha equilibrara sus finanzas fue el streaming. En modo virtual (las entradas se podían comprar por Ticketek), recurrió a su vieja estrategia: contar sus maravillas con la pelota.
Desde sus casas, al Bocha lo vieron unas 2.000 personas. Además de sus historias, se incluyeron saludos del Pibe Valderrama, del Beto Alonso… “Ahora estamos evaluando si vale la pena organizar una segunda función… Ya veremos…», detalla el Chango. «En la pandemia, además, incorporamos la videollamada: cuando el Bocha aparece en la pantalla del teléfono celular, los hinchas se caen de espaldas”.
SÍ: a veces la pyme necesita reinventarse.
Fuente: https://www.clarin.com/historias/ricardo-bochini-idolo-reinvento-pyme-nostalgia_0_obDP9qHRh.html