México persiguió a García Márquez

El periódico español El País accedió a documentos secretos que dan cuenta de los seguimientos al escritor colombiano, desde fines de los 70 hasta 1985, por su relación el líder cubano Fidel Castro y con el resto de los gobiernos de la izquierda latinoamericana de la época.

Telam SE

Gabriel García Márquez fue investigado por el Gobierno mexicano desde fines de los 70 hasta 1985 por su relación el líder cubano Fidel Castro y con el resto de los gobiernos de la izquierda latinoamericana de la época, según se desprende de un artículo del diario español El País, que accedió a informes desclasificados que dan cuenta de los seguimientos al escritor colombiano.

«Gabriel García Márquez, además de ser procubano y soviético, es un agente de propaganda al servicio de la Dirección de Inteligencia de ese país», aseguran de forma taxativa los documentos difundidos por el periódico español que documentan el seguimiento que la Dirección Federal de Seguridad de México realizó sobre el autor de «Cien años de soledad» a lo largo de casi dos décadas.

La política de Estado impuesta por los gobiernos del PRI mexicano persiguió al autor hasta, al menos, finales de los años ochenta, mostrando “las sofisticadas contradicciones del particular régimen priista: mientras abría los brazos a los refugiados políticos de las dictaduras chilenas o argentinas, en su propia casa aniquilaba en silencio cualquier intento de contestación social”.

La amistad entre García Márquez, cofundador de Prensa Latina, y Fidel Castro nació en 1959, poco después del triunfo de la revolución, cuando el escritor fue invitado a pasar un tiempo en la isla. Sin embargo, la investigación da cuenta de que la relación se enfrió «con la entrega definitiva del castrismo en los brazos de Moscú».

«Aquel paréntesis coincide con los años del autor colombiano en Barcelona, junto a otros tótems del bum latinoamericano ya desencantados con el sueño cubano, como Mario Vargas Llosa», detalla el registro público.

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A mediados de los setenta, retoman la relación cuando el escritor publicó «un entusiasta reportaje sobre la Cuba castrista en la revista colombiana Alternativa, fundada por él mismo como una herramienta de agitación política». En aquel momento, además de reanudar sus viajes a La Habana, los informes registran actos de apoyo a los sandinistas en Nicaragua o la mediación de Gabo, bajo condición de anonimato, para que la televisión mexicana publicara una entrevista con cuatro líderes militares de la guerrilla de El Salvador. También constan informaciones sobre sus reuniones con Régis Debray, el revolucionario francés compañero de fatigas del Che Guevara y después consejero del presidente François Mitterrand.

El investigador mexicano Jacinto Rodríguez prepara un libro sobre el seguimiento a García Márquez. «Él no dejaba de ser un extranjero que no podía meterse en asuntos nacionales y que además mostró siempre una gran cautela'», sostuvo al ser consultado por el diario español y advirtió que hubo un espionaje más duro contra autores como Octavio Paz, «al que le hurgaron en sus ingresos y deudas; o Julio Cortázar, que vio interceptada su correspondencia privada. Asuntos de dinero y de intimidad, esas eran las armas favoritas del DFS para presionar, cooptar y castigar».

En diciembre de 1968, el expediente incluye la creación de la fundación Habeas, un proyecto personal de García Márquez, una organización de defensa de los derechos humanos centrada sobre todo en los presos políticos. Según un informante del servicio de espionaje mexicano, los objetivos de la fundación eran «proteger, apoyar económica y legalmente a las personas con ideología marxista-leninista que, por su participación en grupos guerrilleros y terroristas, se escudan bajo el concepto de perseguidos políticos'».

El escritor colombiano volvió a ser noticia en los últimos días cuando según reveló un periodista colombiano que cita como fuente de la revelación a Dasso Saldívar, biógrafo del autor de «Cien años de soledad», habría tenido una hija en México con la periodista y escritora Susana Cato, una joven de nombre Indira que al igual que Rodrigo -uno de los dos hijos reconocidos del Nobel de Literatura- es cineasta.

Fuente: Télam