Falta papel para imprimir libros
El sector editorial advierte sobre la falta de papel para imprimir libros. La Cámara Argentina del Libro, que nuclea a unos 500 editores, distribuidores y librerías, denunció la situación de la falta de insumo. En tanto, la Federación de la Industria Gráfica y Afines aseguró una «regularización» del abastecimiento «en los próximos 30 días».
La Cámara Argentina del Libro (CAL), que nuclea a unos 500 editores, distribuidores y librerías, denunció la «falta de papel» en el país, problemática con la que no coinciden la Federación de la Industria Gráfica y Afines ni las dos únicas productoras de papel que hay en Argentina, aunque reconocen desajustes en la distribución y aseguran una «regularización» del abastecimiento «en los próximos 30 días».
¿Falta papel? El sector editorial responde que sí, preocupado: «El papel está escaseando hace meses y en algunos casos, algunos formatos o gramajes, están faltando. En la industria editorial usamos fundamentalmente papel obra, que es el blanco, o el Bookcel, que es color más amarillo, los dos están faltando, especialmente el Bookcel», explica a Télam Martín Gremmelspacher, presidente de la CAL.
La explosión del packaging para e-commerce a raíz de las nuevas demandas planteadas por la pandemia global del Covid -en su versión aislamiento- sea probablemente el eje incuestionado de una falta de papel a nivel global que ahora se siente en Argentina, pero editoriales e imprentas locales piden una respuesta eficaz a una situación que se agiganta cuando piensan en las ediciones que planeaban presentar en la 46ta. Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que en 2022 regresará de manera presencial tras dos años de virtual ausencia.
Es fin de año, se aproximan las fiestas y no hay corchos para vinos ni tampoco latitas de aluminio para las bebidas ¿Qué ocurre con la demanda si no hay insumo para suplirla? Por lo pronto, preocupación. Una atmósfera por el estilo se vive en el mundo de las editoriales pequeñas y medianas por estos días, que desde hace algunos meses, aseguran, no tienen papel para imprimir sus textos, aunque la falta severa se está sintiendo desde enero. «No hay papel» y la «encerrona» está complicada porque tampoco se puede importar para hacerse de ese insumo, advierte una fuente del gremio gráfico.
María Inés Redoni, presidenta de la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP), diagnostica que «la escasez de papel para los libros es un problema que afecta hoy a la industria editorial internacional de distintas formas. El mundo del libro está experimentando los impactos logísticos negativos del Covid debido en gran parte a la escasez de mano de obra y suministro y a problemas de transporte. En la Argentina el papel de fabricación nacional Bookcel también ha sufrido estos problemas y hoy no es posible encontrarlo en el mercado. Hoy se están usando otros papeles para reemplazarlo».
Ese reemplazo no pasa sin consecuencias para quienes editan libros: el papel de un volumen puede determinar la identidad de una colección y su ausencia alterar de manera crítica los planes editoriales ya que si escasea el papel que nutre mayormente los libros literarios por su calidad para la lectura -como es el papel ahuesado marca Bookcel que en nuestro país fabrica Celulosa Argentina- los sellos se ven obligados a postergar sus planes. Como cuenta Juan Manuel Pampín sobre los títulos de Ediciones Corregidor: «Algunos de nuestros libros se imprimen con papel obra, los de ensayo, por ejemplo, pero la mayoría de lo que publicamos, lo hacemos con el ahuesado porque el color más suave, hace más amena la lectura y le da otra presentación al libro».
Frente al reclamo de las editoriales medianas y pequeñas, Juan Carlos Sacco, de la Federación Argentina de la Industria Gráfica y Afines (Faiga), plantea otro escenario: «Es falso decir que falta papel. La industria papelera argentina es superavitaria: tenemos los papeles obra, clásicos, de escritura. El problema es que los gráficos pasamos de un periodo de muy baja producción por razones económicas al que se sumó la crisis sanitaria global del Covid, pero ante decisiones inteligentes del gobierno se han vuelto a hacer libros en Argentina y eso es lo importante».
En esa misma línea, Ignacio Duelo, gerente de comunicaciones de papelera Ledesma, coincide en que «el papel obra es superavitario» y «dentro del papel obra, el ahuesado es una especialidad».
«Ledesma ha creado una excelente alternativa al papel ahuesado 100 por ciento con caña de azúcar y sin blanqueadores químicos que está al mismo precio que el tradicional papel blanco para impresión», dice Duero, pero las editoriales advierten que no es comparable con el Bookcel, que se oxida más lento, es considerado el mejor para descansar la vista y figuraba como el más económico.
A propósito de la visibilidad del reclamo y la preocupación del sector, Sacco contó que el viernes último hubo una reunión junto a la Asociación Fabricante de Celulosa y Papel Argentina y autoridades de las dos productoras de papel del país, Celulosa Argentina y Ledesma, en la que se acordó «una especie de recambio en la logística para que nadie quede desabastecido», por lo que «en los próximos 30 días va a estar todo regularizado».
«No es que se decidió redistribuir, lo que se habló en la reunión es que la provisión de papel se va a ir normalizando, y en el caso de Ledesma sabemos que será así porque restringimos las exportaciones y volcamos la producción al papel obra, que estamos fabricando en volúmenes habituales», sostiene Duelo.
¿Pero por qué falta papel? Desde Ledesma identifican una coyuntura que responde «a tres hechos concretos: las pasadas elecciones legislativas, la impresión de libros escolares para el Ministerio de Educación y el próximo censo nacional. Eso ocasionó un cuello de botella que se irá normalizando». A lo que la Faiga suma como dificultad la reducción de personal en las fábricas, debido al pico de contagios por la última cepa de Covid.
La titular de la CAP especifica que «el gobierno nacional compró 8.500.000 ejemplares de libros de texto para que cada niño tenga su libro a lo largo y a lo ancho de todo el país cuando comiencen las clases. En el mes de diciembre cuando se confirmó esta compra tan importante todas las editoriales salieron a reservar y comprar papel, lo que hizo que en estos meses escaseara más el papel. En general las editoriales medianas y grandes han podido sortear estos inconvenientes reservando papel y anticipando pagos».
«Las editoriales pequeñas -explica Gremmelspacher- no cuentan con el apoyo ni el capital ni la infraestructura para ‘estoquearse’, almacenar papel. Van pidiendo en la medida que necesitan producir y su falta está provocando que dejen de hacer una novedad o alguna reimpresión con un papel determinado».
El editor Pampín coincide con este panorama. «Debemos manejarnos día a día con el papel que podemos ir consiguiendo –dice-. Y aunque celebramos la compra de textos escolares ya que es un gran aliciente para nuestro sector y para los chicos y chicas que van a poder tener sus manuales, comprendemos que este es uno de los motivos del desabastecimiento».
«En general todos hemos debido buscar otras alternativas -resume Redoni- . En esta escasez general de papel las pequeñas editoriales son las más perjudicadas porque no están en condiciones de comprar y, o importar papel, dado que se vende solo en grandes cantidades».
Otro problema, indican desde las cámaras argentinas de Publicaciones y del Libro es el costo del papel. Gremmelspacher señala que «en los últimos 13 meses aumentó un 115 por ciento, mucho más allá de la inflación, y eso hizo que los libros aumentaran en un 50 por ciento. Hace unos seis años, la incidencia del papel en el costo de un libro promedio estaba en un 35 o 38 por ciento y ahora puede llegar al 55 por ciento. Hay una gran pérdida de rentabilidad del sector».
Mientras que la titular de la CAP evalúa que el «papel ha incrementado su precio interanualmente en un 72% aproximadamente. Esto impactará inevitablemente en el precio de venta al público de los libros».
Para el vocero de Ledesma, sin embargo, «el precio está en los niveles que se corresponden con la inflación de 2021». Lo cual no tranquiliza al sector editorial. «Esperamos que se regularice para la Feria del Libro y que tengamos cierta estabilidad en el precio. Estamos trabajando con mayor antelación para llegar bien con las novedades y reimpresiones y no perjudicarnos tanto», concluye Pampín.
Fuente: Télam